- #Especiales
- 2024-12-12
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Steven Spielberg, más allá de ser un exitoso director de cine que ha llevado a la cumbre cinematográfica filmes memorables como ‘E.T’, ‘Tiburón’ o las aventuras de Indiana Jones, dirigió otros proyectos que, sin embargo, acabarían hundiéndose de lleno. Y ese fue su loco restaurante Dive! en forma de submarino.
El icónico cineasta llevaría la magia de la ciencia ficción a la vida real, sumergiéndose en las profundidades del océano para sacar sobre la superficie un restaurante temático que se sincronizó con la moda de este tipo de enclaves gastronómicos a mediados de los años 90.
Spielberg se asoció con Jeffrey Katzenberg y Steven Wynn para abrir esa oda a la exploración submarina por la que sentía fascinación desde pequeño. Uno de sus proyectos más ambiciosos hasta la fecha en el que invirtió 7 millones de dólares con la idea de abrir más de 60 restaurantes en todo el mundo. Spoiler: nunca lo consiguió.
Y es que, tan sólo estrenaron tres en todo el mundo, y uno de ellos fue en Barcelona. El primero, lo ‘amarraría’ en 1994 en el distrito comercial Century City de Los Ángeles, justo al lado de unos multicines de la cadena AMC. Este restaurante atravesado por el espíritu cinematográfico del director, sería frecuentado por estrellas como Rob Reiner, las gemelas Olsen o Henry Winkler; atraídas por el diseño de su submarino amarillo con una torre de control, y por su interior de acero inoxidable con ojos de buey y asientos en forma de torpedo.
Éste, incluso contaba con un periscopio que permitía a los tripulantes observar el exterior. Cada 45 minutos se encendían una serie de luces intermitentes y los ojos de buey se llenaban de agua para que los comensales experimentaran esa simulación de estar sumergiéndose en el océano. Toda una secuencia de sensaciones y estímulos visuales que se servían en un mismo menú junto a la propuesta culinaria del célebre chef Michael Northern.
Spilberg abriría el segundo local de su restaurante Dive! en el centro comercial Fashion Show; mientras, el tercero, lo anclaría en el Maremagnum de Barcelona en abril de 1996. De este último, se recuerda muy poco, tan sólo algunos datos como que lo gestionó Emilio Rodríguez Villar, uno de los empresarios hosteleros más importantes de la ciudad post-olímpica. En tan sólo dos años, el submarino de la Ciudad Condal naufragó.
Para 1999 todos los restaurantes se habrían hundido. La sobrecarga sensorial a la que sometía a sus comensales con toda la memorabilia, los souvenirs y su excéntrica decoración acabarían eclipsando toda su comida aparentemente decadente, según la crítica. De la oferta de su teatro culinario comentarían que las elaboraciones estaban demasiado hechas, y que, en general, ninguno de los platos que proponían era de elogiar. Más allá de eso, el cierre se vería asimismo inducido por la crisis global de los restaurantes temáticos durante el cambio de siglo.
Al fin y al cabo, la combinación de esa comida mediocre y de las escasas ventas de productos produciría un trágico desenlace: el fracaso a todos sus restaurantes subacuáticos Dive!. Y, es que, a pesar de que su establecimiento de Las Vegas tuviese más éxito que el resto, tampoco lograría mantenerse a flote.