- #Especiales
- 2024-12-12
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Infobae.- En todo el territorio español existen más de 10.000 castillos y fortalezas, que son testimonio de la rica cultura e historia de las antiguas civilizaciones que habitaron la península. Gracias a su buen estado de conservación, estos monumentos permiten a los visitantes viajar en el tiempo y explorar los eventos y episodios históricos que ocurrieron entre sus muros. Además, estas estructuras históricas no solo enriquecen el paisaje, sino que también ofrecen una comprensión profunda de los diversos periodos de la historia española.
Entre la gran cantidad de fortalezas que hay, la de Zorita de los Canes destaca por ser uno de los monumentos más emblemáticos de Castilla-La Mancha. Este castillo, cuya construcción data del siglo IX, ofrece una rica historia que abarca desde la época califal hasta su uso en la Reconquista cristiana, reflejando las complejas transformaciones políticas y sociales de la región. Asimismo, a día de hoy forma parte del Parque Arqueológico de Recópolis, un yacimiento arqueológico que alberga una ciudad visigoda del año 578 d.C.
Una gran fortaleza medieval
El origen del castillo de Zorita de los Canes se remonta a la dominación musulmana de la península ibérica. Construido por los musulmanes en el siglo IX, este castillo fue concebido como una fortaleza defensiva estratégica a orillas del río Tajo. Así, su ubicación permitía controlar el acceso y proteger las tierras circundantes, siendo una pieza clave en la defensa de Al-Ándalus. Años más tarde, tras la reconquista de la zona por Alfonso VI en 1085, la fortaleza original fue ampliada y reforzada.
De este modo, bajo el dominio cristiano, el castillo se convirtió en una encomienda de la Orden de Calatrava, que desempeñó un papel crucial en la defensa de los reinos cristianos frente a los ataques musulmanes. Durante este periodo, la fortaleza fue objeto de varias reformas y ampliaciones que añadieron nuevas torres, murallas y dependencias, consolidando su estructura y función militar. Sin embargo, con el paso de los siglos la construcción perdió su función militar y fue progresivamente abandonada, pero su valor histórico y arquitectónico ha sido reconocido, llevándose a cabo diversas intervenciones para su conservación y restauración.
En cuanto a su arquitectura, el castillo presenta una arquitectura robusta y funcional, típica de las fortalezas medievales. Construido en piedra, su estructura incluye elementos defensivos como almenas, aspilleras y torres de vigilancia. La torre del homenaje es uno de los componentes más destacados del castillo, proporcionando una vista panorámica de la región y sirviendo como último bastión de defensa en caso de asedio.
El acceso principal al castillo se realiza a través de una puerta en recodo, diseñada para dificultar la entrada de invasores. Esta puerta da paso a un amplio patio de armas, alrededor del cual se distribuyen las diferentes estancias, incluyendo salas de guardia, almacenes y dependencias residenciales. Además, el castillo cuenta con una serie de pasadizos subterráneos y aljibes que garantizaban el suministro de agua durante los asedios. Pero esto no es todo, pues en su interior se localiza también la iglesia de San Benito, un templo del siglo XIII de una sola nave y ábside semicircular bajo el cual aparece una cripta.