Viernes 13 de diciembre 2024

Incertidumbre, urgencia y ansiedad sobrevuelan la industria del litio



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El País.- Ante la declinación del sector de los hidrocarburos, el Gobierno perfila al litio como uno de los principales pilares de la economía, aunque la incertidumbre cubre todos los aspectos de esta nueva industria que se enfocó como apuesta soberana íntegra y que ya va perdiendo algunos de aquellos principios precisamente por las urgencias: Diferentes autoridades de Gobierno han reconocido al litio como un pilar fundamental de la economía nacional y han llegado a admitir que el tiempo del gas ya pasó.

No obstante, el proyecto del litio presenta muchas dudas, por ejemplo, en cuanto a la provisión de materia prima, de agua y de gas natural para los posibles complejos industriales; también en cuanto al funcionamiento de la tecnología seleccionada; también a su marco legal; a la subordinación tecnológica a empresas extranjeras; y a sus impactos ambientales, resume el investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), Alfredo Zaconeta.

El litio, proyecto iniciado por el gobierno de Evo Morales en 2010, es hoy parte de la política de industrialización con sustitución de importaciones de la administración de Luis Arce, y está contemplado en el Plan de Desarrollo Económico y Social (PDES) 2021-2025, pero el aprovechamiento de los recursos del salar de Uyuni es un asunto que está vigente en Bolivia desde la década de los 60. Desde entonces, se realizaron estudios e informes sobre el tema, en alianza con universidades de Europa y de la cooperación internacional, información con la que las estatales Quimbabol (1974) y Ciresu (1985), la estadounidense Lithco (1988) y la alemana-boliviana Acisa (2019) realizaron intentos de explotación.

Para la nueva tentativa de desarrollar esta industria, el PDES contempla metas ambiciosas hasta 2025, como la producción acumulada de 80.959 toneladas (t) de carbonato de litio (16.191 por año), de 64.000 t de materiales catódicos y de 88.000 baterías de litio, lo que reportaría unos $us 3.134 millones en ingresos por la venta de estos productos ($us 627 millones por año).

Estos resultados, de acuerdo con el PDES, se alcanzarán con la tecnología de extracción directa (EDL), que es presentada por la administración de Luis Arce como la solución viable, real y rápida para implementar la industria del litio.

En un arranque de optimismo, el Gobierno anunció que, con el funcionamiento de cuatro complejos industriales EDL, los ingresos generados llegarían a los 9.600 millones de dólares en 2026, valor que supera con creces lo generado por el gas en su mejor momento (6.133 millones de dólares en 2013).

Casi de inmediato bajó esa estimación a 4.000 millones de dólares, un valor que igualmente rebasa las proyecciones de la cotización internacional de carbonato de litio, que más o menos oscila entre los 25.000 y los 35.000 dólares la tonelada, aunque llegó a marcar máximos de 80.000 a finales de 2022.

En este nuevo escenario, el litio sí podría reemplazar al gas como principal generador de ingresos del país, más aún si se toma en cuenta que las exportaciones gasíferas llegaron a los 2.972,6 millones de dólares en 2022, un valor que continúa en descenso producto de la caída de la producción de hidrocarburos y de la reducción de sus reservas.

Pero aún hay mucho camino por recorrer para alcanzar esas cifras. En 2022 el volumen de carbonato producido fue de 600 toneladas (el máximo alcanzado) y su valor de 52,7 millones de dólares, según un reporte del Ministerio de Hidrocarburos y Energías.

La búsqueda de la soberanía

La posición del actual Gobierno es crítica respecto al trabajo realizado durante las gestiones de Evo Morales, en las que se invirtió más de 1.000 millones de dólares en el proyecto, recursos públicos cuyo uso fue autorizado por el mismo Luis Arce, que fungió como ministro de Economía entre 2006 y 2017 y en 2019.

Esto se ratifica con las observaciones que hace Yacimientos del Litio Bolivianos (YLB) a la ingeniería de diseño y construcción de la Planta Industrial de Carbonato de Litio. Un informe de la estatal indica: “La tecnología aplicada de 2008 a 2020 en Uyuni tenía una obsolescencia de 40 años y pierde el 40% de los componentes que son importantes”.

“Como no se hizo nada, la solución de Arce es la EDL y buscar socios extranjeros”, remarca Zaconeta.

La dependencia de tecnología extranjera fue una característica de los gobiernos bolivianos en general y particularmente del MAS en estos últimos años, que firmaron contratos con la china Linyi Dike (2009), la coreana Posco (2012), la alemana K-Utec (2015), la china Camc (2016-2018), la francesa Greentech (2017) y la alemana Acisa (2019), para proyectos de ingeniería a diseño final y para la instalación de plantas piloto o industriales, así como para la explotación del litio.

Esta línea de tiempo contradice el discurso de “soberanía tecnológica” del Gobierno, ya que estos acuerdos en muchos casos ni siquiera mencionaron la transferencia de conocimiento tecnológico y los convenios se mantienen secretos.

Como parte de su plan de industrialización, el Gobierno concretó también en 2023 tres convenios con las chinas CBC y Citic Guoan, y con la rusa Uranium One Group. El objetivo es la instalación de cuatro complejos industriales para una producción total de 100.000 toneladas de carbonato de litio con extracción directa, una tecnología que aún no ha sido probada a escala industrial.

Las inversiones comprometidas en estas factorías son multimillonarias, pero carecen del respaldo de una ley específica del litio.

Reservas y otros problemas

Otro obstáculo que enfrenta esta industria es la ausencia de una certificación de la cantidad total de litio que hay en el país aunque las investigaciones previas suelen hablar de la mayor reserva de litio del mundo.

El Gobierno informó que Bolivia ya cuenta con 23 millones de toneladas de “reservas” de litio en los salares de Uyuni y Coipasa, con base en información de la estadounidense SRK y de la boliviana YLB. Sin embargo, la investigación de la consultora privada aún no fue publicada de manera oficial y el estudio de la estatal no fue validado internacionalmente, por lo que “es debatible”.

Desde la propia YLB se informó que “las reservas probadas de litio apenas llegan a 2 millones de toneladas”, apunta Zaconeta. “Los otros 19 millones de toneladas siguen siendo recursos inferidos y deben seguir estudiándose. Entonces, no hay certeza sobre la validez de estos proyectos” con empresas extranjeras, indica.

En el frente ambiental, tampoco se cumplen los lineamientos de cuidado del medio ambiente con los que se diseñó el proyecto original, como la construcción de plantas y piscinas fuera del salar, el bombeo de salmuera por ductos, el revestimiento de todas las piscinas con geomembranas y el uso de agua salada para minimizar el empleo de agua dulce.

El agua será un problema latente dentro de la explotación de recursos evaporíticos, ya que solo el funcionamiento de la Planta Industrial de Carbonato de Litio, recién inaugurada en diciembre de 2023, demanda 350 metros cúbicos (350.000 litros) de agua por día. Esta significativa cantidad, similar a la que demanda la metalurgia en Vinto, pondrá más presión sobre los recursos hídricos del sudoeste potosino, de los que ya dependen la minería a gran escala y la producción agrícola de esa región.

Para producir una tonelada de carbonato de litio se requiere entre 1,5 a 2 millones de litros de agua, un volumen que hay que multiplicar por 100.000 toneladas para tener una idea de la ingente cantidad de recursos acuíferos que se necesitarán para cumplir los planes del Gobierno.

La provisión de gas, igualmente, genera dudas sobre el funcionamiento de toda la industria, dado el agotamiento de las reservas de gas del país, lo que podría obligar a la importación de este carburante para garantizar la explotación y procesamiento de estos recursos.

Surgen también preguntas sobre la Planta Industrial de Carbonato de Litio, que debe producir 15.000 t desde 2025 con materia prima producida en piscinas. “La industria del litio depende de 160 piscinas de evaporación para la obtención de materia prima en 18 meses, pero solo funcionan 90 de ellas, porque las otras 70 no fueron permeabilizadas”, alerta Zaconeta.

Cómo evaporar una “sopa compleja”

En los salares de altura de Argentina y Chile, el método predominante de extracción de litio es el de evaporación y agregado de cal-soda. Consiste en el bombeo de salmuera desde la profundidad del salar y su posterior concentrado en piletones de enorme extensión durante 12 a 18 meses. La salmuera es una “sopa compleja” en donde hay una gran variedad de sales y el litio es minoritario. Cada una de esas sales tiene diferente solubilidad y el último elemento que queda luego de más de un año, es el litio.

La gran ventaja del método tradicional es que la energía solar, que moviliza el proceso de separación de las sales, es gratis. El proceso de evaporación permite elevar el grado de concentración de litio en la salmuera, desde alrededor de un 0,2% inicial a un 6%.

El líquido resultante, rico en cloruro de litio, se transporta por tuberías hasta una planta química. Allí se aplican solventes, se realiza un proceso de filtrado y se precipita el carbonato de litio. Posteriormente, se lava y seca el carbonato de litio de baja pureza o bien se alcanza grado batería, que implica una pureza mayor al 99 por ciento.

La evaporación de litio en un desierto

Como el litio tiene una concentración muy baja en la salmuera, se requiere un volumen masivo de extracción de ésta última para alcanzar grandes valores de producción, como los que requiere la movilidad eléctrica.

“A concentraciones típicas de 500 a 1000 mg por litro de litio, para extraer una tonelada de carbonato de litio equivalente deben evaporarse alrededor de 200 mil litros de salmuera. Este método funcionó para los volúmenes demandados en el negocio de la telefonía celular, pero la dimensión que exigen los autos eléctricos lo vuelve insostenible. Nos estamos dando el lujo de evaporar agua en medio de un desierto”, advierte Ernesto Calvo, científico argentino experto en el sector.

En tanto, Lee Yin calcula que si actualmente se producen al año cerca de 150.000 toneladas de carbonato de litio en Chile, esto implica que cada año se evaporan 25 millones de metros cúbicos de agua y esta cantidad irá en aumento a medida que se incremente la producción de litio. “Para el año 2025, la cantidad de agua evaporada en la industria del litio casi alcanzará el consumo de agua potable de la región de Antofagasta (Chile)”.

Vale aclarar que no se trata de agua que se utiliza directamente para el consumo humano o animal, sino que es el agua contenida en la salmuera. Sin embargo, hay estudios que indican que la sobre-extracción de agua puede generar cambios climáticos locales y modificar la tasa de evaporación natural del sistema, ya que se deben considerar las interacciones existentes entre los diferentes sistemas hidrogeológicos. Por ejemplo, la extracción de salmuera puede provocar la entrada de agua dulce para suplir el volumen extraído, lo que afectaría fuentes de agua para uso humano o agrícola.

Pía Marchegiani, directora de Política Ambiental de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), advierte que “el debate sobre el impacto ambiental de estas operaciones en ecosistemas frágiles podrá completarse cuando se cuente con información ambiental completa suficiente e independiente sobre el funcionamiento del complejo sistema hidrogeológico en el que se emplazan los proyectos”.

Otras técnicas de extracción del litio

El primer impulso que tienen las empresas para adoptar tecnologías de extracción alternativas al método de evaporación es mejorar la eficiencia del proceso productivo, que impacta en la relación entre la inversión inicial y la cantidad de litio que se vende. Sucede que a lo largo del proceso evaporítico se va perdiendo parte del litio que contiene la salmuera.

Según la empresa Albermarle, que opera en Chile, la pérdida de litio de sus operaciones es del 45%, mientras que otras estimaciones calculan que la industria opera con niveles de eficiencia del orden del 30 al 40 por ciento. Adicionalmente, se trata de un proceso productivo muy largo, de entre 12 y 18 meses, que también tiene su correlato en el costo financiero.

A diferencia de los proyectos de Chile, la primera explotación de litio en Argentina, a cargo de la empresa norteamericana FMC, ahora denominada Livent, en el Salar del Hombre Muerto, Catamarca, utiliza un proceso de extracción directa a partir de columnas de absorción compuestas de “gibbsita”, una forma mineral del hidróxido de aluminio, que permite “filtrar” el litio de forma selectiva.

Ese método consiste en que la salmuera bombeada desde el salar se filtra a través de una columna de 25 toneladas que atrapa el litio y deja fluir a los demás compuestos. Posteriormente, las columnas se riegan de agua para liberar el litio atrapado. De todas maneras, para poder aumentar la escala de producción, desde 2012 Livent realiza una preconcentración de litio por evaporación de salmueras en piletones.

Dentro del abanico de los nuevos proyectos de litio que en el corto plazo entrarán en producción en el país, la empresa francesa Eramet también va a utilizar una técnica de absorción, similar a la que usa Livent. Para Daniel Chávez, CEO de Eramine Sudamérica, filial de Eramet, “en el corto plazo, un puñado de años tal vez, toda la extracción de litio va a pasar a ser a través de nuevos métodos, principalmente porque a lo largo del proceso de evaporación del método tradicional se pierde mucho litio”.

La Extracción Directa, rapidez con más riesgo

Con el horizonte positivo de precios, una demanda mundial creciente y ante las dificultades ambientales y de eficiencia de los métodos tradicionales de extracción, en la industria hay una carrera de investigación, prueba y error alrededor de los nuevos métodos de producción.

Los “métodos de extracción directa”, dentro de los cuales está el de absorción que usa Livent y Eramine en Chile, se basan en una estrategia química más selectiva, que busca separar el litio del resto de los compuestos de forma más rápida, a través de un proceso que demora un puñado de horas, en relación a los 12 a 18 meses requeridos por la evaporación. Además, tienen un rendimiento de entre 70 y 90%, es decir que extraen mucho más litio respecto del disponible en relación al método de evaporación.

Sin embargo, cada uno de los nuevos métodos tiene sus propias complejidades que resolver, desde el gran uso de agua dulce en la planta para realizar la separación del litio, hasta la generación de residuos por el uso de solventes y la utilización intensiva de energía eléctrica.


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