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- 2024-12-11
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El cerebro humano es un órgano que, pese a representar poco menos del 2% del peso corporal, consume el 20% de los recursos del oxígeno y energía del cuerpo. Por tanto, conseguir el máximo rendimiento y concentración depende, en gran medida, de cómo organices tus tareas para realizar las más exigentes en el momento adecuado para que el cansancio no mine tu productividad.
El método 3-3-3 es un sistema ideado por Oliver Burkeman, uno de los escritores sobre productividad más versados en la materia, y lo mencionaba en su best-seller ‘Cuatro mil semanas: Gestión del tiempo para mortales’.
El tres es la clave. El sistema propuesto por el experimentado escritor sobre productividad apuesta por una regla nemotécnica para que te resulte más sencillo recordar en qué consiste: Tres horas al día, tres tareas y tres actividades.
La esencia del sistema consiste en organizar tu lista de tareas de forma que las tareas más intensas y demandantes ocupen las horas de mayor productividad y, a medida que va transcurriendo la jornada laboral, se va bajando la intensidad del trabajo y la demanda de concentración.
Tres horas para darlo todo. El primer 3 de la fórmula hace referencia a las tres primeras horas de trabajo. En las primeras horas de la jornada, tu cerebro está más fresco y descansado. Es el momento adecuado para exprimir todo su potencial con tareas de trabajo profundo que requiera el máximo nivel de concentración. Concentra este tipo de tareas más exigentes durante las tres primeras horas de tu jornada y evita cualquier distracción: aplaza las reuniones para más tarde, silencia el móvil y desactiva las notificaciones. Solo las tareas y tú.
Tres tareas engorrosas. Tras las tres primeras horas de concentración absoluta, llega el momento de bajar un poco el ritmo programando esas tareas que te comen mucho tiempo durante la jornada, pero no requieren una concentración tan intensa como las del primer bloque. Reuniones, llamadas telefónicas con clientes, etc. Este bloque resulta especialmente gratificante porque te dará la satisfacción de tachar muchas tareas que se van acumulando durante la jornada.
Tres tareas de mantenimiento. Para la última parte de la jornada, cuando el cerebro ya se encuentra en sus horas bajas y el cansancio hace mella en la concentración, lo mejor es dedicarse a tareas “de mantenimiento”. Responder a correos electrónicos, planificar el día siguiente, e incluso puedes utilizar este apartado para revisar el trabajo que has hecho durante las tres horas de trabajo profundo para darle las últimas pinceladas. Este también sería un buen momento para algunas de esas tareas que, por su baja intensidad, no te llevarán más de dos minutos hacer.