Lunes 22 de diciembre 2025

UN AÑO DURA UNAS POCAS HORAS

Exoplaneta con forma de limón desconcierta a científicos



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El telescopio espacial James Webb (JWST) descubrió un exoplaneta con una composición y una forma inusuales, alargada y comparable a la de un limón, que desafía las teorías actuales sobre la formación planetaria, revela un estudio publicado en The Astrophysical Journal Letters.

El objeto, denominado PSR J2322-2650b, sorprendió incluso a los investigadores que lo analizaron. Su detección fue "una sorpresa absoluta", afirma Peter Gao, coautor y científico del Laboratorio Carnegie de la Tierra y los Planetas, en un comunicado de la NASA.

"Recuerdo que, después de obtener los datos, nuestra reacción colectiva fue: '¿Qué diablos es esto?'. Es muy diferente de lo que esperábamos", añade.

Una atmósfera nunca vista

PSR J2322-2650b tiene una masa similar a la de Júpiter, podría albergar diamantes en su núcleo y presenta una atmósfera exótica dominada por helio y carbono, una combinación nunca observada hasta ahora.

"El planeta orbita una estrella completamente extraña: tiene la masa del Sol, pero el tamaño de una ciudad. Se trata de un nuevo tipo de atmósfera planetaria que nadie había visto antes", cuenta el autor principal, Michael Zhang, en un comunicado de la Universidad de Chicago

Un exoplaneta único en su composición

El carbono molecular solo predomina cuando existe una casi total ausencia de oxígeno o nitrógeno. De los cerca de 150 planetas estudiados en detalle dentro y fuera del sistema solar, ninguno presenta esta composición.

"Es muy difícil imaginar cómo se obtiene esta composición extremadamente rica en carbono. Parece descartar cualquier mecanismo de formación conocido", indica Zhang.

Una órbita extrema que deforma al planeta

PSR J2322-2650b posee una órbita extremadamente cercana a su estrella, por lo que un año en este exoplaneta dura apenas 7,8 horas.

Los investigadores sugieren que la enorme fuerza gravitacional del púlsar, mucho más masivo que el planeta, podría estar estirándolo, dándole su peculiar forma alargada similar a un limón.

Su ubicación a millones de kilómetros de la Tierra y su enorme parasol permiten mantener sus instrumentos a temperaturas extremadamente bajas, esenciales para este tipo de observaciones.

"En la Tierra, muchas cosas están calientes, y ese calor interfiere mucho con las observaciones porque es otra fuente de fotones con la que hay que lidiar. Es absolutamente imposible desde la Tierra", explica Zhang.


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