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Me veo en la necesidad de verter mi inexcusable opinión relativa a una declaración, en las redes sociales, del vicepresidente, que hace a la explicación del origen de la nota que escribo. El Cap. Lara ha increpado al viceministro de Defensa Social y Sustancias controladas, Ernesto Justiniano, quien habría señalado, que Lara y Evo Morales tienen el mismo relato sobre la lucha contra el narcotráfico. Desde luego no guardo el propósito de responder por el viceministro; destacado ciudadano y conocido hombre político, que desde hace bastante tiempo enfrenta al ilícito negocio. El viceministro es lo suficientemente inteligente para apreciar si las declaraciones del vicepresidente son merecedoras de una respuesta o no, y por lo que conozco a Ernesto Justiniano, él no necesita de solícitos abogados.
Yo sólo pretendo emitir un criterio sobre ciertos juicios de valor emitidos, sobre el pretendido y coincidente propósito de Lara y Morales de “desinformar y debilitar la lucha contra las drogas”. Lara, cuestiona duramente la trayectoria moral del viceministro, acusándolo de corrupción y de tener vínculos con el narcotráfico; Le cuestiona el que se haga llamar el “Zar Antidrogas”, en referencia a un histórico título utilizado por los emperadores de Rusia; me imagino que quiere señalar que goza de un poder casi absoluto, en el área de su responsabilidad.
Estas son observaciones efectuadas por el vicepresidente, Lara, desde un marco personal de referencia moral, conducta ética y desde la tan conocida y especial forma de ser que lo caracteriza de aturullar el rol que debió desempeñar, desde el inicio de su gestión, en el Poder Ejecutivo. Lara, reprocha lo que según él cree del viceministro, en sentido de que se hubiera comprado el cargo, enfatizando que, por el contrario, él es electo democráticamente.
El vicepresidente, recordó y sacó a luz, el envío de un cargamento de cocaína con destino a España por el puerto de Arica, recordando que hasta hoy este tema se aclara; solicita, al mismo tiempo, el nombre de los propietarios de dicha mercancía, así como quién es el capitán de policía con el que, supuestamente, se reunió el Ministro Oviedo y le entregó un maletín.
También cuestionó, supuestas aprobaciones de vuelos nocturnos irregulares y negocios familiares del viceministro, involucrando a éstos como accionistas del ex Banco Fassil. Finalmente, desafió a Justiniano, a rendir cuentas, dado que, él por su parte, actúa con transparencia y que, si ha ingresado a la política, es para hacer patria y trabajar por la gente, para cambiar el sistema vigente y luchar contra la corrupción.
El tener que referirme a estas declaraciones, me obliga a su vez a emitir criterio, que lamentablemente, aluden a la ya conocida personalidad de quien se ha convertido en una especie de oficiosa oposición. Pretendo explicar el motivo de tal alusión desde un punto de vista psicológico y social. Dejo claro que no escribo con juicio u opinión preconcebida y sin tener un conocimiento real o basado en ideas anticipadas lo que a menudo conduce a sentimientos de rechazo y generalmente injusticias. Son ideas basadas en la experiencia y en situaciones difíciles de modificar, dado que surgen de un entorno político, cultural y social.
Tal vez se interprete equivocadamente, lo que analizo y escribo desde la óptica de quienes asesoran a Lara, cargada tal vez, de una gran cantidad de escrúpulos, de susceptibilidades, de obsesiones y de doctrinas foráneas. Todo este asesoramiento, origina, desde luego, una conducta que suele ser el punto de partida de otras conductas derivadas. Los seres al juzgar a los demás, no solamente lo hacen con una finalidad externa, sino también interna, y esta actitud interior al resultar dañina, hay que evaluarla desde: un punto político, de la formación intelectual, en este caso del conocimiento de la Constitución y las leyes, entendiendo su alcance e interpretándola debidamente. Sólo así, podremos entender la conducta del vicepresidente, al tener en cuenta que esta su forma de actuar, es conocida como “estado de morbosidad intelectual”, es decir, existe, un estado de “sequedad mental”, que surge de la interpretación de nuestras emociones básicas y se ve influenciada por nuestros pensamientos y nuestra cultura; es decir, consiste en la ausencia de sentimientos, provocados por problemas internos, que se manifiesta en un negativismo marcado, donde el individuo por carencia de ilustración y conocimientos, cree que los demás lo reprueban transformando este desprecio en delirio. Es decir, ve en otros el rechazo que él mismo experimenta.