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Hacer campaña en tiempos disfrazados de indecisión




06/10/2019 - 07:12:04
P�gina Siete.- Toda reglamentaci�n contribuye a organizar procesos y prevenir posibles situaciones de anomia, cuando su gesti�n se realiza por estructuras imparciales, tal y como deber�a ser el rol del Servicio Intercultural de Fortalecimiento Democr�tico del Tribunal Supremo Electoral (Sifte), entidad responsable del monitoreo del Reglamento de Propaganda y Campa�a Electoral.

El inciso iii del art�culo 30 del citado reglamento dice que la propaganda gubernamental desde el inicio del proceso electoral no debe contener mensajes que soliciten el voto, promuevan candidaturas, difundan ofertas program�ticas, o se refieran a las organizaciones participantes; y el inciso i subraya que, durante el per�odo de la campa�a medi�tica, hasta las 20 horas del d�a de los comicios, se proh�be cualquier propaganda gubernamental en medios de comunicaci�n.

Ustedes dir�n cu�nto se cumplen esas disposiciones. Para su reflexi�n, resultar� de utilidad recordar que por definici�n publicidad es el posicionamiento de las bondades de un producto para su consumo; informaci�n en comunicaci�n es un conjunto de mensajes intercambiados con fines organizativos; y propaganda es la emisi�n de mensajes para persuadir o influir en las actitudes. Adem�s, recordemos que, en proceso electoral, el lenguaje es subliminal y connotativo, es decir que puede figurar hechos sin mostrarlos.

El reglamento en cuesti�n abunda en exigencias sobre el manejo comunicacional. As�, el inciso iii del art�culo 15 establece que los planes de difusi�n deben presentarse al Tribunal Electoral hasta 72 horas antes del inicio del per�odo para la difusi�n de propaganda electoral. Adem�s, una serie de indicaciones delimitan la duraci�n y contenidos de los mensajes.

En el balance, estos requerimientos de control podr�n ser un buen prop�sito administrativo, pero en los hechos contribuyen a unas campa�as cuadriculadas en reglas que no contemplan la flexibilidad de las estrategias para reajustar sus narrativas siguiendo la din�mica de un campo pol�tico cambiante.

La real politic

Por primera vez en la era del �proceso de cambio� no existe un claro ganador, lo que configura un campo electoral de disputa por el poder, y no tan s�lo por la ocupaci�n de curules en el Parlamento. El MAS-IPSP est� apostando a ganar en primera vuelta, mientras que CC est� empujando el proceso a su resoluci�n en balotaje. Ensayar predicciones en este ambiente es arriesgado, habida cuenta que el porcentaje de indecisos o voto oculto sumado al del �voto-bronca� o de los desencantados, alcanza aproximadamente a un 26% del electorado.

Aunque se afirma que las encuestas muestran que el MAS-IPSP habr�a alcanzado su techo tras una nutrida campa�a gubernamental, en realidad lo que visibilizan es un 33% promedio que tras 14 a�os de gobierno recoge m�s que su voto duro, su �voto integrado� -parafraseando a Umberto Eco-, es decir, su voto fanatizado, adoctrinado y militante con el proceso de cambio y con el presidente.

Por su parte, el 23% promedio de CC se acerca m�s a las caracter�sticas de un voto duro en construcci�n, logrado a pesar de ser organizaci�n nueva y del ataque pol�tico-judicial al que est� sometido. Sin embargo, este no es un piso fidelizado, pero tampoco pantanoso si se transforma el sentido del voto �til en otro comprometido con su propuesta de gobierno.

El tercero en disputa, BDN, no tiene piso definido, las variaciones en sus porcentajes muestran que su preferencia electoral es movediza. Las otras organizaciones pol�ticas est�n en niveles que ponen en riesgo el mantenimiento de sus siglas, salvo el candidato del PDC, Chi Hyun Chung, que escala posiciones con el voto conservador.

Para la decisi�n del voto, el escenario electoral se caracteriza por la existencia contradictoria de un imaginario de estabilidad que lleva a que el binomio Evo Morales � �lvaro Garc�a Linera aparezca primero; coexistiendo con un imaginario de agotamiento, que en el sentido com�n y las encuestas se refleja en los porcentajes de la poblaci�n que cree necesario un cambio.

Las nuevas construcciones

Las campa�as est�n visibilizando estrategias multimedi�ticas en las que se combinan distintos lenguajes y recursos descentralizados en las caracter�sticas de cada espacio. Por una parte, la incursi�n en la ciberpol�tica instala la apelaci�n de las emociones en redes sociales, donde los mensajes se hacen y rehacen en enjambres interactivos infinitos. Combin�ndose con estos espacios, gana protagonismo el retorno a las calles para el encuentro cara a cara de los candidatos con las ciudadan�as, siguiendo estrategias de puerta a puerta y de visitas a espacios de encuentro cotidiano para compartir escuchas y propuestas. A �stos se suman movilizaciones y concentraciones masivas que permiten medir fuerzas e insuflar entusiasmos. Junto con estas formas, los medios de comunicaci�n masiva se reconfiguran como espacios de informaci�n y debate. Y la TV ya no es el espacio exclusivo de las guerras por los imaginarios, lo que, junto con la p�rdida del culto a la forma en los spots y la levedad confrontativa, lleva a afirmar que el proceso electoral est� k�aima.

Esta caracterizaci�n de los espacios de producci�n discursiva se da la mano con un cambio en los modos de consumo y en las formas de conocimiento de las ciudadan�as. Sus deconstrucciones y resignificaciones de los mensajes son menos esquem�ticas, m�s libres y m�s inmediatistas, al estilo de las pautas culturales de las sociedades l�quidas descritas por Bauman, en las que las empat�as ocurren en el campo pragm�tico de las demandas cotidianas, y a las que se esfuerzan por responder las ofertas electorales, secundarizando los campos del proyecto social (programas) y de las reivindicaciones o derechos.

Este conjunto de dispositivos que intervienen en la construcci�n de sentido pol�tico se complejiza con el inocultable rol de actores pol�ticos que asumen las encuestadoras, en el sentido que los define Wolton, como generadores de opini�n y tendencias, actuando coludidos con �fiscalizmedios� y �periodisjueces� que creen, y hacen creer, que candidatos y ciudadan�as est�n obligados a rendirles cuentas como si fueran los depositarios de la justicia legal y divina.

Los tiempos de las campa�as han cambiado. Vivimos la paradoja de la incomunicaci�n en un oc�ano de informaci�n. Los discursos se construyen en estallidos fragmentarios de los sujetos, crecimiento de las entrop�as, ralentizaci�n de las est�ticas y reescritura de las ideolog�as. Los proyectos avizoran un nuevo ciclo pol�tico, sea para profundizarse o transformarse. Y las estrategias saben que el voto se va a decidir en el develamiento de ese misterioso porcentaje disfrazado de indecisi�n.

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