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Álvaro Riveros Tejada

¡No jurunguéis nuestro Escudo!


2014-01-29 - 19:54:11

Aduciendo  sinrazones descolonizadoras,  y  con una intolerable recurrencia originaria, el Gobernador Cocarico ha vuelto a plantear  la  necesidad de realizar unos cambios en el escudo departamental, sin asidero o fundamento racional que justifique dicho propósito.

A través de los tiempos, el diseño y diagramación de nuestros emblemas patrios han obedecido a una larga y traumática discusión entre espíritus traviesos que nunca pudieron ponerse de acuerdo y menos estar satisfechos con una “versión final”.  Al parecer, ésta no es la única ni la última vez que una autoridad circunstancial pretenda hacer historia,  saliendo de lo común e ingresando en lo ridículo, con argumentos que por lo absurdo,  no dejan de ser risibles.

Ya en una gestión presidencial anterior, sin que medie razón  o motivo alguno, se dispuso la reforma  de nuestro escudo nacional con la introducción de cambios como: la alpaca por una llama; el árbol del pan por una palmera; la Casa de la Moneda por una ermita; y el hacha de carnicero, que engalanaba la tangente derecha superior, por una de piel roja o Tomahawk. Reformas que a nuestro emblema patrio, al contar con tantos símbolos y excitantes colores, lo hacen cada vez más exuberante y recargado que un cajón de sastre.

Casi nada escapó a la estricta requisa presidencial en su afán de dejar su legítimo sello personal en ese “histórico cambio”. Sin embargo, tales enmiendas dejan siempre un sabor a poco y nunca llegan a satisfacer a plenitud las expectativas de los reformistas y  mucho menos de los habitantes de todos los rincones de nuestra patria pluricultural, multilingüe, folklórica e hiperjódica.  De ahí el afán de querer añadirle algo.

En esta ocasión,el supremo comandante del departamento ha sugerido cambiar el escudo de armas del departamento de La Paz,  creado en 1555, o hace 459 años para ser exactos, eliminando el yelmo que tiene en la parte superior y reemplazarlo posiblemente por un lluchu o, en el mejor de los casos, por un casco de minero. A su vez, la paloma que remata dicho casco y lleva en su pico un ramo de olivo, sería suplantada por un chihuanco, con una hoja de coca en su pico. El león que aparece en el cuartel central, enfrentado por un cordero, deberá ser substituido por un brioso Rotweilwer que en actitud desafiante amenace a un khara neoliberal. Finalmente, al fondo continuarán impertérritos, el coloso Illimani y el rio Choqueyapu flanqueados por un moderno teleférico.

Aún retumban en nuestros oídos y en nuestra sesera los obstinantes días de escuela cuando, con precisión de joyero, debíamos describir detalladamente a nuestro máximo símbolo patrio. Se requería ser doctorado en mnemotécnica para no olvidar ninguno de los  detalles de su abigarrada geografía artística.

Ojalá ésta sea la última revisión que se efectúa pues, si seguimos hurgueteando en forma arbitraria nuestra divisa nacional y/o departamental, nos toparemos con que faltan: un ekeko, una wiphala, un anafe, un trompo ytal vez, una bota de caporal. De ahí nuestra desesperación y la apremiante necesidad de clamar a gritos: ¡No jurunguéis más nuestro Escudo!

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