Marcelo Ostria TrigoEl populismo y las constituciones
2013-03-06 - 17:15:21
Los gobiernos populistas en América del Sur han coincidido en el propósito de cambiar las constituciones de sus países, con la intención sectaria de que estas reflejen su inclinación ideológica y les permitan el dominio total del Estado.
El cambio constitucional, sin embargo, no se ha concretado en otros países, cuyos gobiernos, sin ser miembros de la ALBA, tienen rasgos populistas. Este es el caso del régimen argentino. Pero ahora, el apuro de los partidarios de la presidente Cristina Fernández de Kirchner es lograr que se reforme la carta magna para que se permita la tercera elección de la mandataria: el plan es “Cristina eterna”. Y tiene ejemplos: Chávez y Correa, y Evo Morales ahora empeñado en ser electo una vez más.
Eso no es todo. El 1 de marzo la señora de Kirchner ha avanzado en su proyecto hegemónico “Vamos por todo”; pretende reformar –se supone que esto requerirá un cambio constitucional– el Poder Judicial, lo que le facilitaría capturar o anular a la Corte Suprema que ahora no le es obsecuente.
En Uruguay también se propone un cambio constitucional. La senadora Lucía Topolansky del Movimiento de Participación Popular (MPP) y esposa del presidente José Mujica, “al hablar sobre la decisión de la Suprema Corte de Justicia de declarar inconstitucional la imposición de un gravamen a la concentración de propiedad rural”, opinó que hay que cambiar la Constitución porque “prioriza la propiedad privada sobre la vida (?)”. "…muchas veces, por arriba del bien común, del bien público, aparece la propiedad privada", añadió. (EL País. Montevideo, 27.02.2013). La senadora prescinde de quienes piensan –al menos la mitad de sus conciudadanos– que “…el sistema de propiedad privada es la más importante garantía de la libertad" (F. A. Hayek). No es probable que el gobierno de Mujica logre ese cambio en la constitución uruguaya sólo porque un fallo judicial haya molestado a la senadora. Lo que preocupa es la intención de dominarlo todo, contradiciendo lo que la coalición gobernante uruguaya había logrado difundir internacionalmente: la imagen de tolerancia política de su mandatario.
Está visto que, cuando hay un freno constitucional a una conducta autoritaria, la inmediata respuesta es proponer el cambio de la carta magna. Por ello, habrá que concluir en que Chávez, Correa y Morales, sin sus nuevas constituciones, no habrían podido llevar adelante sus designios. Al fin de cuentas, esta es la nueva estrategia para imponer y para perdurar en el poder. Y esto incentiva a otros autoritarios.
