Dos hermanas españolas de origen pakistaní, de 21 y 24 años de edad, fueron asesinadas el viernes pasado por seis hombres de su familia política cuando se desplazaron a Pakistán para tratar de separarse de los dos hombres, primos suyos, con las que habían contraído un matrimonio forzado un año antes.

Las dos, Aneesa Abbas y Arooj Abbas, fueron torturadas por sus familiares para intentar hacer que cambiaran de opinión, y posteriormente fueron asesinadas. Su caso se corresponde con un 'crimen de honor', una práctica que se lleva a cabo en Pakistán y otras áreas en las que se ejecuta a las mujeres que 'deshonran' a su familia al rechazar matrimonios concertados o desobedecer a sus mayores.

Las jóvenes se habían casado el año pasado, forzadas por su familia, y querían separarse de sus maridos, cuando fueron engañadas por su propia familia para que visitaran junto a su madre Pakistán por unos días, y poder deshacer el enlace en persona.

Una vez allí, las dos manifestaron su deseo de no seguir con el matrimonio, anular el enlace y casarse en España con otras personas. Asimismo, se negaron a firmar ningún papel que permitiese a sus primos emigrar legalmente a España en condición de sus esposos.

Ante su actitud, varios varones, miembros de su familia, entre los que estaban sus esposos y sus suegros. Las torturaron en casa de su tío materno, mientras mantenían encerrada en una habitación a su madre, que había intentado interceder por ellas. Finalmente, acabaron asesinándolas.

Dos días después, durante el domingo, la Policía detuvo a seis autores del crimen, aunque todavía se busca al menos a otros dos sujetos que habrían participado en las ejecuciones. Por su parte, la madre de las dos hermanas no ha querido denunciar los asesinatos, por lo que la Policía ha presentado los cargos.

Tanto los matrimonios forzados como los 'crímenes por honor' son prácticas comunes en las zonas rurales de Pakistán. La Comisión de Derechos Humanos de Pakistán cifra en 450 los asesinatos 'por honor' cometidos el año pasado, mientras que otras organizaciones elevan la cifra de mujeres muertas, a manos de sus parientes por rechazar matrimonios concertados, a alrededor de 1.000 mujeres cada año.

Si bien las autoridades persiguen este tipo de crímenes, una gran mayoría de ellos permanecen impunes, debido, entre otras cuestiones, a que la legislación pakistaní admite la práctica religiosa que permite a la familia perdonar al asesino de uno de sus miembros.