Brasil se ha convertido en el epicentro de la pandemia global y concentra el 10% de las muertes registradas en todo el mundo; En las úlktimas 24 horas reportó 3.808 muertos por la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19), con lo que el acumulado se elevó a 358.425 decesos, informó este martes el Ministerio de Salud.

La cartera de Estado detalló que se contabilizaron además 82.186 casos positivos de la COVID-19 en un día, llevando el total de contagios a 13.599.994 en todo Brasil desde el inicio de la pandemia en el país, el 26 de febrero de 2020.

Con el sistema hospitalario en colapso sanitario, con ocupación del 80 por ciento de las camas de unidades de terapia intensiva para enfermos de la COVID-19, Brasil es el país donde más se muere en el mundo por la pandemia, con un promedio diario de 3.068 decesos en los últimos siete días, según datos del Consejo de Secretarías de Salud de los estados (Conass).

La nación sudamericana es también el segundo país en muertes acumuladas, detrás de Estados Unidos.

El estado de Sao Paulo (sureste), el más poblado y afectado del país, registró 1.282 muertos en un día llevando la cantidad de fallecidos a 84.380, con 2.667.241 casos.

Sao Paulo se encuentra en fase roja de cuarentena desde el lunes hasta el domingo, tras haber pasado tres semanas en fase de emergencia, la etapa más dura, en la cual se pudo bajar al 85,7 por ciento la ocupación hospitalaria, después de haber superado el 93 por ciento a mediados de marzo.

El segundo estado con mayor número de fallecidos es Río de Janeiro (sureste), con 39.791 muertes contabilizadas.

Desde febrero pasado, el país se encuentra en medio de una segunda ola de contagios de la COVID-19 afectada por la predominancia de la variante P1, del Amazonas.

“La lucha contra el covid-19 fue perdida en 2020 y no hay la menor posibilidad de revertir esta trágica circunstancia en el primer semestre de 2021”, asegura Jesem Orellana, epidemiólogo de la Fundación Oswaldo Cruz en Amazonas. “Hoy Brasil es una amenaza para la humanidad y un laboratorio al aire libre, en el que la impunidad parece ser la regla”, dicen los médicos brasileños.

Las variantes brasileñas del coronavirus, las aglomeraciones de Navidad y Carnaval, la falta de una cuarentena eficaz y un ritmo muy lento de vacunación han creado la tormenta perfecta. Ya lo dijo en enero el recientemente defenestrado exministro de Sanidad, Luiz Henrique Mandetta —el tercero en ser reemplazado por Bolsonaro desde el inicio de la pandemia—, cuando la ciudad de Manaos se quedó sin oxígeno y decenas de pacientes murieron asfixiados.

A falta de una política nacional para enfrentar la pandemia, las principales ciudades de Brasil, entre ellas Sao Paulo y Río de Janeiro, han decidido ampliar las restricciones parciales al movimiento de los ciudadanos en un intento a la desesperada de corregir una situación fuera de control. Sin embargo, algunos investigadores aseguran que es necesario decretar con urgencia un confinamiento nacional y estricto de mínimo tres semanas. Aun así, las probabilidades de reducir las muertes son escasas.