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La Paz, ciudad de oportunidades


16/07/2019 - 07:35:38
Página Siete.- Se reunieron en la icónica plaza de la iglesia de San Francisco, que representa la simbiosis entre las culturas que esta ciudad acogió y sigue acogiendo. De fondo sonaban las notas del Himno a La Paz; lo que en este julio es casi cotidiano en el centro porque se celebra el aniversario del Grito Libertario de 1809.

Son los descendientes ya nacidos en La Paz de José Dueri, que vino de Belén; de los alemanes Ernesto Schilling y Johannes Popse; de los rusos Isaac y Sally Meier; del libanés Mario Yaffar, de los japoneses Toyoka Nishikawa y Sachio Miyahara, que contaron la historia de sus antepasados en la ciudad que los recibió y les dio las oportunidades que buscaban para establecerse.

Y esos apellidos suenan junto a los de Koellemberg, Violand, Alexander, Wolf, Lorini, Richter, Kieffer, Guenther, Killman, Groenwold, Köellemberger, Salvietti, Ernst, Reznicek, Adler, Kavlin, Handal, Tobías, Nelkenbaum o Iberkleid cuando se repasa la historia de la economía de La Paz. Se trata de hombres y mujeres que desembarcaron en puertos chilenos, en su gran mayoría, y desde allí llegaron a la ciudad de La Paz, después de la mitad del siglo XIX.

Fueron parte de la ola de migrantes que se expandió por el mundo después de la Revolución Industrial. La mayoría eligió América del Norte y países de América del Sur, como Argentina, Brasil, Chile y Venezuela, pero algunos también miraron a Bolivia por su historia minera con el cerro Rico de Potosí y por sus políticas de migración, dice el historiador Fernando Cajías.

Y muchos de estos extranjeros establecieron empresas. Como los alemanes Adalberto Violand y Alberto Koellember, que en 1868, a la altura de la plaza Venezuela, en El Prado (entonces Alameda) instalaron la Cervecería Alemana; o Salomón Alexander y Alejandro Wolf, que pusieron la Cervecería Americana.

También estaba el italiano Domingo Lorini, en su botica al lado del Loreto (hoy Palacio Legislativo), donde ofrecía sus remedios inventados por él mismo basados en coca, como los vapores de coca o ungüentos con propiedades maravillosas para quitar las jaquecas, la sensación de cansancio y otras molestias que afectaban a los paceños.

Y Otto Richter, otro alemán, con su tienda en la calle Comercio, en plena esquina de la plaza 16 de Julio (hoy Murillo), surtida con una gran variedad de productos de ultramar. En 1883, el germano instala en Challapampa la Cervecería Nacional con maquinaria moderna traída de su país: calderos a vapor y un frigorífico gigante. Compra a Salomón Alexander y Alejandro Wolfla la Cervecería Americana para expandirse.

Ricardo Sanjinés Ávila recopiló las historias de estos extranjeros en tierras paceñas en su libro Construyendo un país (1890-1952), volumen 1, publicado en 2010.

Durante la Segunda Guerra Mundial desembarcó otro grupo de extranjeros, éstos huían de la guerra, provenían de Polonia, Austria, Rusia, Eslovaquia, Rumania y Alemania.

“Al amparo del Decreto de Libre Migración, aprobado por el presidente Germán Busch. Llegaron unos 10.000 judíos, entre ellos Guillermo Wiener de Viena, quien se dedicó a la distribución de películas; Werner Guttentag de Breslau, Solesia, quien dio vida a la Editorial Amigos del Libro”, se lee en el texto de Sanjinés.

También estaban los Seligmann, Weissmann y Saperstein, que confeccionaba camisas. Löwestain embutía salchichas y las vendía en las puertas del cine París; Leo Nothmann hizo una panadería en la calle Landaeta.

La mayoría de estos extranjeros se dedicó al comercio, sostiene Sanjinés. El importador Moisés Bochenek se instaló en la calle Colón; Bruno Berger en la Genaro Sanjinés para vender fiambres. Erich Berliner puso una frutería en la Juan de la Riva y el importador Rachmil Zaubermann se instaló en la Potosí. Así fueron sembrando negocios en diferentes calles de La Paz, consolidando la vocación comercial de la ciudad.

Estos extranjeros fueron pioneros en algunas actividades, como la implementación de grandes tiendas comerciales, como la Casa Grace, Casa Bernardo y Hansa, entre otras, que traían a la ciudad todos los productos que se lanzaban en el mundo, también instalaron gigantes textileros, como la Forno y Said.

Sin duda, quedan muchos nombres por destacar de estos hombres y mujeres que encontraron en La Paz la oportunidad de invertir y contribuir en la formación de su identidad.

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