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2024-03-27


Después de 1997 hubo una involución, Bolivia se estancó


15/07/2019 - 08:37:40
Página Siete.- Cada vez que el técnico Jorge Habegger llega al país es motivo de conversación obligada. Se trata de una palabra autorizada por lo mucho que le dio a Bolívar y al fútbol boliviano.

Con más canas y años, el DT estuvo muy activo durante las horas que permaneció en la sede de Gobierno para recibir la distinción que le alistó la Academia. “Los años no pasan en vano, La Paz está más moderna, muy cambiada”, asegura.

¿Cómo se produjo su llegada al club Bolívar?

Fue un encuentro accidental con el doctor Félix Romano en Buenos Aires ya que Bolívar había resuelto tener un cambio de entrenador (1986), hasta ese momento estaba como técnico Moisés Barack. Recuerdo que nos encontramos con el doctor Romano en una oficina, tuvimos una charla prolongada y luego pasaron dos o tres semanas y yo dije que seguramente habían tomado la decisión de elegir a otro entrenador.

¿Lo llamaron luego?

Fue un lunes o martes que me llamó don Mario Mercado invitándome a sumarme a Bolívar, el sábado de esa semana ya estaba en La Paz y el domingo presencié un clásico entre Bolívar y The Strongest. Comencé a trabajar con un plantel muy bien conformado, con jugadores de experiencia que estaban conformando la columna vertebral del equipo como Carlos Borja, Vladimir Soria, Marcos Ferrufino, Fernando Salinas, el Chino Arias y ahí estaban Koky Hirano y Carlos López.

¿Qué le sumó a ese Bolívar?

Algunos detalles que todo entrenador trata de sumar aprovechando todo lo bueno que se había hecho. Se conformo un lindo grupo de trabajo, pero yo sentía que el apoyo dirigencial era muy sólido, con una sola dirección, donde todos apuntábamos al mismo objetivo. Lo que iba a ser una relación corta se prolongó por mucho tiempo más.

Dirigentes como Guido Loayza y Lothar Kerscher no se cansan de mencionar que “en Bolívar hay un antes y un después” desde su llegada...

Es que nosotros incorporamos algunos conceptos de trabajo como el doble turno, que al principio fue un poco resistido por los jugadores, pero en el buen sentido de la palabra. Ellos me explicaron que no estaban acostumbrados y yo les expliqué que en la medida que aprovechemos el tiempo para potenciarlos en la parte física y técnica, los beneficiados iban a ser ellos. Aceptaron el cambio de modalidad y luego estuvieron complacidos porque en la parte competitiva tuvimos frutos con años muy lindos y logrando grandes éxitos deportivos.

Usted dirigió a grandes 10 en Bolívar y la Selección como Carlos López, Marco Etcheverry, Erwin Sánchez, Daniel Hernández, Julio Baldivieso, Chichi Romero o el Chocolatín Castillo, ¿por qué ya no aparecen esos jugadores en el fútbol actual?

Porque este deporte ha cambiado, pero no sólo en Bolivia. Todos esos jugadores que usted menciona fueron grandes futbolistas que no sólo sobresalían a nivel local, sino internacional. Antes el 10 era el que marcaba la pausa, el encargado de cambiar de ritmo y meter el pase preciso; pero tal vez no estaba tan comprometido con lo que hoy es la recuperación de la pelota. En la actualidad el fútbol es muy intenso en recuperar el balón y el esfuerzo es hoy para todos y lentamente han ido desapareciendo esos 10 como Zidane y Juan Román Riquelme que fueron los últimos.

Cuando le menciono “la máquina celeste”, ¿qué se le viene a la mente?

Me acuerdo de jugadores que eran inamovibles: Borja, Soria, López, Salinas e Hirano. El gran desafío de los entrenadores es darle orden a un equipo y ser aplicado defensivamente que es lo más sencillo; pero lo complejo para cualquier DT es cómo generamos la parte ofensiva y eso hay que elaborarlo y no dejarlo al instinto de los delanteros o volantes más creativos.

El Bolívar que dirigí encontró ese camino, por ejemplo, Carlos López tenía la pelota, pero Salinas ya sabía el movimiento que debía hacer o la pausa que hacía Koky Hirano para provocar el arranque sorpresivo de él. Esto no era producto de las circunstancias de ese momento, era un trabajo de elaboración de un juego asociado. Jugaban de memoria ya que ese Bolívar había conseguido una mecanización con jugadores de gran jerarquía.

¿Le quedó la sensación de que el Bolívar de 1986 podía llegar a la final de la Copa Libertadores de América?

Estuvimos muy cerca en esa Copa ya que le ganamos al América aquí (2-0) y fuimos a la revancha en Cali con un ambiente muy tenso, era una época especial en el fútbol colombiano. Tenían buenos jugadores como Gareca, Falcioni, Bataglia; pero nosotros íbamos ganando el partido y nos dieron vuelta el resultado sobre el final (1-2). Luego terminamos empatando con Olimpia en La Paz; pero estoy seguro que si sacábamos un resultado positivo en Cali, íbamos a jugar la final con River Plate. Fue un momento muy lindo del Bolívar que se había hecho muy fuerte de local, algo que también ha perdido el fútbol boliviano.

¿Sintió que a finales de la década del 80 hubo un cambio generacional?

Totalmente, entre 1986 y 1990 hubo mucho de ello, ya que en ese momento todas las incorporaciones de jugadores jóvenes que venían de la Academia Tahuichi y la Enrique Happ. Los dirigentes interpretaron que debíamos captar a esa gente joven. En 1989 me designaron como entrenador de la Selección nacional y le ganamos a Uruguay, Perú y por diferencia de goles no fuimos al Mundial de Italia 90.

Pero usted dejó una base para los siguientes años...

Y fue muy bien aprovechada por la Federación que en ese momento era conducida por Guido Loayza (1992). Había que aprovechar esa camada de jugadores que alcanzaron una madurez en el campo de juego, pero se incorporaron jóvenes como Marco Etcheverry, Platini Sánchez, Julio Baldivieso, Luis Cristaldo, Marco Sandy, Miguel Rimba; una época muy linda del fútbol boliviano que tuvo un trabajo de excelencia conducido por Azkargorta y la preparación que tuvieron en un Centro de Alto Rendimiento en Barcelona. Cuando comenzó las Eliminatorias, el equipo estaba muy potenciado y clasificó al Mundial.

¿Y cuándo vino el bajón en el fútbol boliviano?

Ese proceso se prolongó hasta 1997 cuando Bolivia sale sub campeón de la Copa América, ese fue el punto más alto del fútbol boliviano en solidez, y el proceso de renovación. Creo que en Bolivia no se le prestó atención a las inferiores ya que sólo se captaba lo que hacían las Academias que mencioné y ahí se descuidó el trabajo de las inferiores que hoy los están sintiendo. Después de 1997 yo creo que hubo una involución, no se aprovechó un impulso positivo y Bolivia se estancó. Otros países como Venezuela y Ecuador provocaron cambios que hoy tienen su recompensa en selecciones juveniles.

Lo voy a poner triste, fallecieron Ovidio Messa, Javier Ortuño y Carlos López...

Me puso muy triste lo de Ortuño a principio de este año, en 2018 se fue Carlitos López y también lo de Ovidio, gente muy querida con la que viví lindos momentos. Ovidio fue mi asistente técnico en la Selección de 1989, siempre nos enfrentamos con Bolívar y The Strongest y luego trabajamos juntos y establecimos una relación muy linda en lo familiar.

¿Qué significa el Bolívar para Jorge Habegger?

Ha sido un ícono en mi carrera en el fútbol y posterior al Bolívar fue una carta de presentación única para dirigir a clubes importantes. Si bien yo tenía experiencia en Argentina, crecí profesionalmente en el Bolívar y yo me consolidé aquí, no tengo por qué ocultarlo, le debo mucho a esta institución.

¿Cómo los define a Mario Mercado Vaca Guzmán y a Guido Loayza?

De los mejores dirigentes que conocí en el fútbol y traté con varios. Don Mario me impactó cuando lo conocí porque era un gran empresario y le dio mucho al Bolívar y lamenté cuando tuvo el accidente y su fallecimiento, tenía una mirada mucho más empresarial. Guido era distinto, es más futbolero. Cuando fue a estudiar a Buenos Aires se había hecho hincha de Estudiantes de La Plata y tiene una memoria impresionante ya que se acuerda de jugadores que uno no sospecha. No me quiero quedar sólo con ellos hay que nombrar a Lothar Kerscher, Percy Luza, Javier Ortuño, Jorge Espejo...

¿Jorge Habegger sigue con las cábalas que le conocimos?

(risas) El fútbol tiene esas cosas y nosotros nos atamos a algunas cosas cuando ganamos un partido y usamos la misma prenda en el otro.

¿Cómo fue el tema del sombrero de Lothar Kerscher?

Era infalible esa cábala, Lothar tenía un sombrero que lo usaba en los partidos y siempre ganábamos, un día se olvidó y lo mandamos con un patrullero a recoger su sobrero a la casa. A veces nos apoyamos en esas cosas que no son razonables, pero que son pintorescas.

¿Por qué trabajaba en las prácticas hasta que el equipo titular salga ganador?

Armábamos unos picados con varios muchachos y era un reducido a muerte donde nadie perdía. Aquí quiero hacer mención de Abdul Aramayo que fue muy importante ya que me ayudó mucho en conocer al equipo cuando llegué. Abdul fue un gran captador de talentos y con él jugábamos esos picados con los chulupis (juveniles) hasta que nos agarraba la noche. Me tenía que inventar penales para ganar (risas)...

Gracias profesor Habegger...

El agradecido soy yo por tener a tanta gente que me recibe como si estuviera en casa y que me hace sentir muy bien cada vez que vengo a La Paz.

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