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Rascasuelos: La ciencia subterránea para hacer más habitable el planeta




13/08/2020 - 12:40:09

Sacyr.- En el futuro podría ayudarnos a sobrellevar la superpoblación y el cambio climático, o a colonizar otros mundos, empezando por la Luna. Pero la vida subterránea ya tiene revolucionarias aplicaciones en marcha, recogiendo el testigo de diferentes civilizaciones que, por todo el mundo y a lo largo de la historia, han construido en el subsuelo buscando aislamiento térmico y acústico, o un refugio frente a terremotos, guerras o accidentes nucleares.

Los restos de majestuosas construcciones subterráneas repartidos por todo el mundo son la mejor manera de entender la evolución del uso que se le ha dado al subsuelo. En la isla de Kish (una región muy árida de Irán) se encuentra el Qanat (o Kariz, en persa), un conjunto arquitectónico subterráneo que conserva una compleja red de acueductos con los que se distribuía el agua a toda la región. Las paredes están recubiertas con varias capas de conchas y corales que servían para filtrar y neutralizar los ácidos del agua. La tecnología de los qanats, que no requiere energía para transportar el agua, se extendió por todo el mundo desde que fuera desarrollada por los iraníes en el primer milenio antes de Cristo.

Pero si hay una región prolífica en cuanto a construcción subterránea es la Capadocia turca, donde la piedra toba de origen volcánico, muy suave y estable, facilitó la extracción limpia del material desde la edad de bronce, cuando se calcula que fueron construidas ciudades como Derinkuyu, la más grande de todas las que se han descubierto hasta la fecha (más de 30). La ciudad contaba con un complejo sistema de ventilación, sistema de bloqueo interior y un almacén de aceite para iluminar las galerías.

'Rascasuelos', túneles y parques subterráneos

Además de los exóticos asentamientos que la historia ha dejado como testimonio de la vida subterránea, en la actualidad son muchas las ciudades que miran al futuro desde el subsuelo y empiezan a trasladar allí parte de su actividad. El PATH de Toronto, considerado el espacio subterráneo conectado más grande del mundo o la red peatonal subterránea de Montreal (RESO), con kilómetros de túneles repletos de galerías comerciales y zonas de ocio, son un ejemplo de cómo el urbanismo subterráneo intenta hacer frente a los fríos inviernos canadienses.

En Hong Kong, la apuesta por los edificios subterráneos no se debe al clima extremo, sino a una escasez extrema de espacio. El gobierno de la ciudad está incentivando la excavación de las montañas que la rodean para crear polígonos industriales y zonas de ocio. También en busca de más espacio habitable de calidad, la ciudad de Nueva York tiene en proyecto el primer parque subterráneo del mundo, The Lowline, en el que la vegetación podrá crecer de manera natural gracias a un sistema de filtrado de luz solar. Una claraboya remota y un escudo de vidrio parabólico dirigirán la luz a diferentes superficies reflectantes que iluminarán el espacio durante el día.

Para conservar la estética de aquellas ciudades que requieren soluciones de habitabilidad en sus centros históricos, construir bajo tierra es una alternativa que ya empieza a considerarse en grandes zonas urbanas como Ciudad de México. En la capital de la República mexicana, los arquitectos de BNKR han diseñado una pirámide invertida de 300 metros de profundidad llamada Earthscraper (rascasuelos) con una claraboya en la superficie que permitiría filtrar la luz natural a todos los niveles.

La falta de espacio en las ciudades y en previsión de un futuro con un clima adverso lleva a propuestas como The Lowline en Manhattan, el primer parque subterráneo del mundo.

El subsuelo: un entorno ideal para la investigación científica

Otra de las razones para construir bajo tierra es aprovechar las condiciones específicas que reúne para la investigación científica. El subsuelo aísla los experimentos científicos de "ruidos" e interferencias que sí ocurren en la superficie, como los rayos cósmicos o las radiaciones de fondo del universo. Gracias a ese particular aislamiento, a lo largo del planeta hay repartidos centenares de laboratorios subterráneos, como El Gran Colisionador de Hadrones (CERN), ubicado a una profundidad de 175 metros en Ginebra (Suiza).

En esta línea, un potencial proyecto de ciencia subterránea es el que se propone para la USC (Underground Science City). Planificada para construirse en Singapur, bajo el Parque Kent Ridge, esta ciudad de la ciencia subterránea (con 40 cuevas conectadas con laboratorios y centros de datos) albergaría hasta 4.200 científicos en unas instalaciones de 300.000 metros cuadrados, y a una profundidad de hasta 80 metros bajo tierra. Singapur crece rápido y tiene una orografía complicada lo que, sumado a las condiciones excepcionales que ofrece el subsuelo para la práctica de la investigación científica, hacen de la ciudad de la ciencia el plan perfecto para profundizar en un nuevo urbanismo.

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