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Crisis y caos en el primer día de nueva cuarentena en Tarija




07/07/2020 - 08:33:22

El País.- Largas fijas, aglomeración de personas, tráfico vehicular, así se vivió la “nueva normalidad” en la capital del departamento, donde, desde este lunes 6 de julio, rige una “cuarentena rígida”.

Con las restricciones dadas de alta, la nueva normalidad abrió paso a otra realidad, una donde los ciudadanos deben transitar con barbijo para evitar el contagio del coronavirus. También deben mantener distanciamiento social, evitar aglomeraciones, lavarse las manos frecuentemente y usar alcohol en gel, pero estas medidas casi no fueron respetadas.

Berta, una mujer de 47 años, a las 08.30 salió en busca del micro de la línea B en la avenida Circunvalación, a la altura del barrio Juan XXIII, para llegar hasta La Loma y conseguir un repuesto. Pero no hubo micros, según los dirigentes del Transporte, no alcanzaron a recibir todos los permisos municipales para transitar y fueron pocas las líneas que salieron a trabajar.

Un mototaxi, que tiene prohibida su circulación, según el Decreto Municipal 013/2020, llevó a Berta detrás del mercado de La Loma por 7 bolivianos. La dejó una cuadra antes porque no había espacio para transitar entre la fila de vehículos privados. Camiones que reparten productos, taxis, taxitrufis, bicicletas, motos y vehículos privados se extendían por las vías. Tanto a la derecha y en ocasiones a la izquierda de las calles los autos parqueados no dan ruta para que el transporte alternativo, como la bicicleta, pueda circular.

La fila de personas en las calles adyacentes a las entidades bancarias fue otro escenario que marcó la jornada hasta las 12.00 horas del lunes. La distancia social y otras recomendaciones para evitar el contagio del coronavirus, en algunos casos, no se cumplieron.

Lejos de Juan XXIII, en una zona conocida como El Algarrobal, vive Valentina Cruz que tiene 60 años. Ella alquila una pieza, donde reside con su esposo y sus hijos. Hace poco su hija mayor se enteró que está embarazada y su pareja abandonó su paternidad. Valentina le tendió una mano y aunque no hay espacio se trasladó nuevamente allí. Ninguno trabajada, doña Valentina vendía caramelos y galletas en una canasta, pero ese oficio ya no pertenece a la nueva normalidad.

De sus ojos estallan gotas de lágrimas que caen sobre su barbijo hecho por ella misma. Tiene un número de celular anotado en un papel que sacó de su casa antes de caminar todo el trayecto hasta la plaza principal Luis de Fuentes y Vargas para pedir ayuda.

“No tenemos nada para comer, ya no tenemos nada, no hay quién nos de algún trabajo ¿qué vamos a hacer?”, dice desesperada y se reúne junto a otras cuatro mujeres en similar situación en una banca de la plaza. Agarra el papel y se lo alcanza a la directora departamental de Derechos Humanos (DDHH), Teresa Rojas. Ella llama de inmediato para pedir ayuda a las autoridades municipales.

“La crisis en los sectores más vulnerables está cada vez peor, muchos se están quedando sin comer, sin sostener sus necesidades básicas. Las personas de la tercera edad y las mujeres sobre todo”, explicó.

Los comercios, casi todos abrieron. En el centro de la ciudad la oferta de ropa, accesorios tecnológicos, ventas de Smartphone, implementos de bioseguridad de distintas calidades y precios, objetos de venta ambulante como cepillos de dientes, turrones y chocolates se ofrecían en cada cuadra.

Al otro lado de la ciudad, en la zona del mercado Campesino, la población se aglomeró donde se venden alimentos, repuestos y otros enseres para el hogar. En la zona sur y Circunvalación las ventas de materiales de construcción también tenían filas de clientes sobre las veredas, sin tanta distancia social. Rodolfo, un hombre de 40 años, tiene una gomería sobre la avenida Circunvalación antes de llegar a Las Torretas de la avenida La Paz.

“Ahora los ciclistas son los que vienen para que les inflemos las llantas”, dice mientras se ríe al otro lado de su barbijo. “Algunos han salido desesperados por comprar, hace rato se han llevado una camioneta llena de mosaicos, aquí en la tienda del frente. Otros no tienen ni pa’ llenar la olla y el buche. Este virus ha mostrado quiénes son pobres y quiénes no. En el centro es otra cosa, ya pasando más para la periferia la gente no tiene nada”, comenta.

Las instituciones públicas abrieron sus puertas. La Fiscalía y la Asamblea Legislativa Departamental de Tarija (ALDT), por ejemplo, implementaron casetas de desinfección en las entradas y se estableció horario continuo.

Y así Tarija se encamina hacia una “nueva normalidad, una de “cuarentena rígida”, con algunas restricciones que no se cumplen ante la mirada pasible de las autoridades.

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