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Cómo será el mundo cuando se retire el coronavirus COVID-19




01/04/2020 - 11:32:08
Infobae.- Desde su aparici�n a fines de diciembre de 2019 en Wuhan, China, el nuevo coronavirus transform� �literalmente� la faz de la Tierra. En casi 100 d�as el COVID-19 hizo una labor de a�os: impuso el trabajo a distancia, cerr� las escuelas, caus� millones de desempleados y buena parte de los comercios, termin� con las reuniones de gente (lo que equivale a decir que elimin� conciertos, obras de teatro, grand slams y juegos ol�mpicos, pero tambi�n cumplea�os, casamientos y funerales), vaci� las calles de las grandes ciudades, gener� los planes de rescate de la econom�a m�s enormes de la historia, devolvi� sentido a la informaci�n de calidad sobre los supuestos de las redes sociales, dej� a miles de millones en cuarentena (incluidas v�ctimas de violencia familiar encerradas con sus victimarios), impuso la distancia social, cambi� los rituales de higiene, elimin� el apret�n de manos, cre� los documentos de inmunidad para certificar qui�n puede volver a interactuar en el mundo...

..."en algunos lugares �sigue la enumeraci�n de un profundo an�lisis de The Guardian�, los propietarios no cobrar�n la renta ni los bancos las cuotas hipotecarias, y las personas sin techo podr�an quedarse gratuitamente en hoteles; se pondr�n en marcha experimentos para la provisi�n de ingresos b�sicos directamente desde el Estado".

La magnitud y la velocidad de los cambios evocan menos el ritmo de las transformaciones en democracia que apenas un pu�ado de antecedentes: �La epidemia global de gripe de 1918 ayud� a crear los servicios nacionales de salud en varios pa�ses europeos. Las crisis gemelas de la Gran Depresi�n y la Segunda Guerra Mundial sentaron las bases para el moderno estado de bienestar�, compar� Peter Baker en su extenso art�culo. Pero, tambi�n, los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, que causaron tanto guerras y ocupaciones como el permiso para suspender la privacidad, o la crisis de 2008, que dej� huellas econ�micas y sociales todav�a perceptibles.

�Debido a que las crisis moldean la historia, cientos de pensadores han dedicado sus vidas a estudiar c�mo se desarrollan. Esta tarea �que podr�amos llamar �estudios de crisis�� muestran c�mo, cuando las crisis llegan a una comunidad determinada, la realidad fundamental de esa comunidad queda al descubierto. Qui�n tiene m�s y qui�n tiene menos. D�nde est� el poder. Qu� valora la gente y a qu� le teme�.

Pero adem�s de revelar los huesos que quedan bajo el tejido roto de la normalidad, se vislumbran las formas posibles de aquello que lo reemplazar�. �Algunos pensadores que estudian los desastres se centran m�s en todo lo que puede salir mal. Otros son m�s optimistas y enmarcan las crisis no solo en t�rminos de lo que se pierde sino tambi�n de lo que se podr�a ganar�.

Perspectivas pesimistas

Para Mike Davis, un historiador estadounidense que escribi� sobre la gripe aviar en 2005, las pandemias son un ejemplo perfecto de la clase de crisis a las que el capitalismo global es particularmente vulnerable, debido al movimiento constante de personas y mercanc�as por un territorio que parece �nico pero que, en realidad, est� fragmentado. As�, aunque el coronavirus es una misma batalla en todas partes, �podr�a haber mucha demonizaci�n y pedidos de aislamiento�, dijo Davis al peri�dico brit�nico. �Lo cual implicar� m�s muertes y m�s sufrimiento a escala mundial�.

La xenofobia no se hizo esperar: �Funcionarios republicanos, think tanks y medios de comunicaci�n ha dicho o dejado impl�cito que el COVID-19 es un arma biol�gica china de factura humana. A su vez, funcionarios chinos han impulsado la teor�a conspirativa de que el brote lleg� a China llevado por soldados estadounidenses�, cit� Baker. Quiz� el ejemplo m�s claro haya sido el primer ministro h�ngaro Viktor Orb�n: �Estamos librando una guerra en dos frentes: un frente se llama inmigraci�n y el otro es el coronavirus. Existe una conexi�n l�gica entre ambos".

En el v�rtigo de la crisis, algunos cambios se plantean como transitorios, por la necesidad del momento. Pero se quedan para siempre, sin que en la coyuntura se pueda comprender las implicaciones que podr�an tener en otros contextos. �La acad�mica Shoshana Zuboff, autora de La era del capitalismo de la vigilancia, me record� que antes del 11 de septiembre [de 2001] el Gobierno de los Estados Unidos hab�a estado en el proceso de desarrollar regulaciones serias para darle a los usuarios de internet una verdadera elecci�n sobre c�mo se usaba y c�mo no se usaba su informaci�n personal�. Y todo cambi� en cuesti�n de d�as.

Con consecuencias hasta hoy: �Para los Gobiernos que buscan monitorear a sus ciudadanos cada vez m�s y para las empresas que se quieren enriquecer haciendo lo mismo, ser�a dif�cil imaginar una crisis m�s perfecta que una pandemia global�, sigui� Baker. �Hoy en China hay drones que buscan personas sin barbijos; cuando las encuentran, los altavoces de los drones emiten las amonestaciones de la polic�a�. Alemania, Austria, Italia y B�lgica utilizan datos de las empresas de telecomunicaciones �"anonimizados, por ahora", apunt� el autor� para rastrear el movimiento de las personas. �En Israel, la agencia de seguridad nacional tiene permiso para acceder al registro telef�nico de las personas infectadas. Corea del Sur env�a mensajes de textos al p�blico para identificar a individuos potencialmente infectados y compartir informaci�n sobre d�nde han estado�.

Vasuki Shastry, investigador de Chatham House que se especializa en la relaci�n mutua entre tecnolog�a y democracia, analiz�: �Para la gente es muy dif�cil recordar el derecho a la privacidad cuando tratan de sobrellevar algo como una pandemia. Y una vez que el sistema se impone a gran escala, puede ser muy dif�cil volverlo atr�s. Y entonces, quiz�, sirve para otras cosas�.

Tanto en Israel como en Hungr�a, los primeros ministros tienen hoy la capacidad de gobernar por decreto, sin que interfieran los legisladores o los jueces. En el Reino Unido, la polic�a y los agentes de inmigraci�n tienen la autoridad, durante los pr�ximos dos a�os, de detener a los sospechosos de ser portadores del coronavirus, para que se les haga el an�lisis. �Estos poderes se habilitan y suenan razonables en el momento, y luego r�pidamente se emplean con otros fines que nada tienen que ver con la democracia o la seguridad p�blica�, observ� Kevin Blowe, de Netpol, un grupo brit�nico sobre el derecho a la protesta.

Perspectivas optimistas

Otra escuela de pensamiento ve en las crisis �destellos de posibilidades�, continu� Baker. Para los que se identifican con esas ideas, el COVID-19 podr�a abrir las puertas a pol�ticas m�s progresistas. Rebecca Solnit, una de las principales analistas de las crisis y sus consecuencias, parece creerlo: �Hay espacio para un cambio que antes no exist�a. Es una apertura�. Y Pankaj Mishra escribi�: �Ha sido necesario un desastre para que el estado asuma su responsabilidad original de proteger a los ciudadanos�.

Si antes se consideraba que la intervenci�n estatal, o un estado grande, eran inviables, ahora se insin�a que el mercado solo tambi�n lo es. �Desde esta perspectiva, hoy la tarea no es luchar contra el virus para volver a lo mismo de siempre, porque lo mismo de siempre ya fue un desastre. En cambio, el objetivo es combatir el virus y, al hacerlo, transformar lo mismo de siempre en algo m�s humano y seguro�, sintetiz� Baker.

En su libro Un para�so hecho en el infierno, Solnit utiliz� ejemplos de desastres como el terremoto en la ciudad de M�xico de 1985, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y el hurac�n Katrina para argumentar que en las emergencias no solo lo malo se revela como a�n peor ni la gente se vuelve solamente suspicaz y ego�sta: los desastres tambi�n abrieron las reservas humanas de improvisaci�n, solidaridad y decisi�n, incluso en medio del dolor y la p�rdida.

�El libro no fue un llamado a celebrar el desastre sino a prestar atenci�n a las posibilidades que podr�a contener y al modo en que nos podr�a sacar de encima viejas costumbres", record� Baker. "En el relato de Solnit, las respuestas �oficiales� a los desastres mostraban una tendencia a confundir el cuadro al tratar a las personas como parte del problema a gestionar, no como una parte invaluable de la soluci�n�.

La crisis del COVID-19, en comparaci�n con la del 2008, que hasta era dif�cil de entender por la complicada ingenier�a financiera de los cr�ditos que la causaron, es transparente. �Es una docena de crisis enredadas en una sola, y todas se desarrollan a la vez y de maneras que no se pueden pasar por alto. Los pol�ticos se est�n infectando. Las celebridades ricas se est�n infectando. Los amigos y los parientes se est�n infectando�.

Si bien las diferencias econ�micas y sociales persisten, esta vez la cat�strofe se parece bastante a estar todos en el mismo barco, observ� The Guardian: �Los optimistas creen que hay esperanza de que podamos empezar a ver el mundo de otra manera. Acaso podamos concebir nuestros problemas como algo compartido y la sociedad como algo m�s que una masa de individuos que compiten entre s� por la riqueza y el estatus�.

�Y el cambio clim�tico?

Hasta poco antes de la irrupci�n del coronavirus, la conversaci�n global m�s importante era sobre el cambio clim�tico. Y es posible que, tras la crisis del COVID-19, vuelva al centro del escenario, pero de otra manera.

Las dos cuestiones tienen �similitudes sugestivas�, destac� Baker. �Ambas requerir�n niveles inusuales de cooperaci�n global. Ambas demandar�n cambios en la conducta de hoy para reducir el sufrimiento de ma�ana. Hace mucho ya que los cient�ficos anticiparon con gran certeza ambos problemas, mientras que los gobernantes no pod�an ver m�s all� de las estad�sticas de crecimiento del trimestre fiscal siguiente. En consecuencia, ambos requerir�n que los Gobiernos tomen medidas dr�sticas y eliminen la l�gica del mercado en ciertos �mbitos de la actividad humana�.

�Hace a�os que intentamos pasar a la gente de una actitud normal a una actitud de emergencia", dijo Margaret Klein Salamon, directora de Movilizaci�n por el Clima. �Lo que se considera pol�ticamente posible es b�sicamente distinto cuando mucha gente entra en �modo de emergencia�, cuando aceptan que hay peligro y que, para estar seguros, tenemos que hacer todo lo que podamos. Ha sido interesante ver esa teor�a validada por la respuesta al coronavirus. Ahora el desaf�o es mantener activado el �modo de emergencia� con respecto el clima, cuyos peligros son de magnitud mayor".

Si bien la analog�a entre las dos situaciones no llega mucho m�s all� �"la mayor�a de la gente no siente que ellos o sus seres queridos podr�an morir por la crisis clim�tica este mes", record� crudamente Baker� es posible que la experiencia del COVID-19 �nos ayude a comprender el cambio clim�tico de otra manera�. Una de las noticias que se repitieron es el impacto del paro productivo en el medioambiente: la contaminaci�n cay� enormemente.

�A principios de marzo, el cient�fico Marshall Burke, de la Universidad de Stanford, utiliz� los datos de contaminaci�n de cuatro ciudades chinas para medir los cambios en el nivel de PM2,5, un contaminante particularmente nocivo que ataca el coraz�n y los pulmones. Estim� que, solo en China, la reducci�n de las emisiones desde el comienzo de la pandemia hab�a salvado, de hecho, las vidas de al menos 1.400 ni�os menores de cinco a�os y 51.700 adultos mayores de 70 a�os�, cit� el peri�dico brit�nico.

Nunca hay que desperdiciar una gran crisis

�Ser�a posible dar algunos pasos para que las perspectivas de los optimistas tengan m�s probabilidades de concretarse que las de los pesimistas? �Philip Mirowski, autor de Nunca desperdicies una gran crisis: c�mo el capitalismo sobrevivi� el colapso financiero, advirti� contra la complacencia", cit� Baker, que abrir�a las puertas a las peores perspectivas.

�El resultado pol�tico de la epidemia �dijo Mike Davis�, como todos los resultados pol�ticos, se decidir� en una lucha, en batallas por la interpretaci�n, por se�alar qu� cosas causan los problemas y cu�les los solucionan. Y necesitamos comenzar a analizar eso, en el mundo, como podamos". Un obst�culo evidente es la distancia social, que hace imposibles las manifestaciones en las calles, una de las expresiones pol�ticas m�s arraigadas.

Pero Davis tiene esperanza en que los manifestantes encontrar�n un modo de estar en las v�a p�blica. �Especul� que una acci�n con todos los participantes munidos de carteles separados por tres o cuatro metros ser�a una imagen espectacular para los medios�, cit� el texto. �Solnit dijo que le daba �nimo ver las nuevas formas que las personas encontraban para conectarse y ayudarse mutuamente en el mundo entero, desde las redes de reparto domiciliario en los barrios, que surgieron para llevar alimentos a las personas que no pod�an salir hasta las intervenciones m�s simb�licas, como unos ni�os que fueron a tocar m�sica frente a la casa de un anciano�. El polit�logo italiano Alessandro Delfanti vaticin� una ola de huelgas posbrote en los almacenes de Amazon en los Estados Unidos y en Europa.

�Lo que suceda a continuaci�n podr�a depender de la capacidad de los optimistas para trasladar esos momentos de solidaridad a la esfera pol�tica, para argumentar que no tiene sentido ocuparse del COVID-19 sin al menos tratar de arreglar todo lo dem�s tambi�n, para crear un mundo en el que los recursos compartidos rindan m�s a una mayor cantidad de gente�, analiz� Baker.

Cit�, para concluir, el libro de Solnit: �Ni siquiera tenemos un t�rmino para nombrar esa emoci�n que nos causa lo maravilloso que llega envuelto en lo terrible, la alegr�a en la pena, el coraje en el miedo. No podemos darle la bienvenida al desastre, pero podemos valorar las respuestas, tanto pr�cticas como psicol�gicas�. Porque no existe un camino alternativo, de todas maneras: en las �ltimas semanas la humanidad comprob� que hasta lo m�s s�lido en apariencia puede cambiar en un instante.

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