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La neurociencia demuestra que la lectura se incorpora mejor con juegos que con sangre




10/01/2020 - 12:20:50
Infobae.- Una ni�a abre su libro por primera vez. Observa unos signos misteriosos. Su maestro los est� dibujando muy grandes en la pizarra y dice: ��Es la letra A!�. Acaba de iniciarse la apasionante aventura (o el duro trabajo) de aprender a leer. Todo depende de un cerebro asombrado y su mente curiosa.

Asombro y curiosidad empujan al ser humano a buscar el sentido a todo lo que le rodea. Y a aprender.

Aunque esta capacidad de aprender es m�xima durante la infancia, no tiene por qu� detenerse a largo del resto de la vida, pues el cerebro es un �rgano que sigue form�ndose permanentemente. Unas neuronas unidas a otras, a trav�s de sinapsis, establecen y modulan circuitos: es lo que se denomina plasticidad neuronal.

Desde una humilde babosa al ganador de un Nobel, todos los animales comparten esa capacidad innata de asociar un cambio externo (est�mulo) a una modificaci�n interna de sus circuitos neuronales (respuesta), que se traduce en un nuevo comportamiento (o sea la conducta aprendida). As�, la persistencia de ciertos est�mulos provocar� que se potencien algunas sinapsis, mientras que otras se debilitan. Aprender es, por tanto, una caracter�stica inherente a la naturaleza de los sistemas nerviosos.

C�mo aprende nuestro cerebro


La estructura relacionada con consolidar el aprendizaje es el hipocampo, ayudado por densas conexiones establecidas por otra estructura, la am�gdala, que lo unen al hipot�lamo y amplias �reas corticales. Esto permite que haya una fuerte conexi�n entre lo que emociona y lo aprendido.

Pero no basta con saber algo, sino que tambi�n hay que poder utilizarlo. En esta tarea resulta fundamental el l�bulo medio temporal, activo cuando se memorizan cosas. Por otra parte, la corteza prefrontral ventromedial predice cu�ndo ser� necesaria esa informaci�n.

Ahora bien, nada se consigue si no se desea. De este �ltimo requisito se encarga un centro de recompensa y placer: el n�cleo accumbens. De �l dependen la motivaci�n, la capacidad de logro y la planificaci�n.

Con todo esto el cerebro est� preparado para adquirir, continuamente, nuevos conocimientos y habilidades que resultan imprescindibles para adaptarse a un medio cambiante y disfrutar con ello. La clave est� en c�mo lo har�.


�Sufrir o jugar?

Desde el principio los investigadores asociaron el esfuerzo (y hasta el sufrimiento) con el aprendizaje. Se trataba de pautas derivadas de la exposici�n a est�mulos de los que habr�a que huir (cl�sicamente denominado �aprendizaje por aversi�n�). Sin embargo, los mecanismos de recompensa tambi�n mostraron, muy pronto, su eficacia para conseguir conocer el mundo y conectar al individuo con �l.

Aqu� donde aparece el valor adaptativo del juego.

Existen muchas evidencias de que el juego es una pieza fundamental durante el crecimiento, sobre todo en primates. De hecho, no es casual que las etapas m�s juguetonas (infancia y juventud) coincidan con las fases de mayor desarrollo encef�lico y formaci�n de conexiones (sinaptog�nesis).

Jugar tiene un coste, por lo que si se mantiene es por los beneficios evolutivos que conlleva. El juego nutre todos los aspectos madurativos y constituye la base para el �xito en la obtenci�n de habilidades cognitivas, sociales, f�sicas y emocionales. Adem�s, �es muy divertido!

Aprender jugando permite repetir (entrenar) pautas que se perfeccionan mientras se estimulan los circuitos neurales de recompensa. Por ejemplo, en algunas comunidades de chimpanc�s se han visto sujetos que cuidan piedras o peque�as ramas a modo de mu�ecas, mientras otros grupos se incordian y pelean entre ellos.

Lo interesante es que, aunque la conducta l�dica recuerde a la conducta aut�ntica, quienes la llevan a cabo de alguna manera saben que no est� sucediendo de verdad. Para ello cuentan con se�ales comunes centradas en poner �cara de juego�. En ella, la posici�n de la boca es fundamental. Tanto, que no solo la reconocen los primates sino tambi�n otros grupos animales.


Estos juegos permiten gestionar tensiones y perfeccionar conductas de cuidado, apaciguamiento o jer�rquicas.

Jugar es la base de comportamientos sociales m�s complejos como la cooperaci�n (con la empat�a que ello requiere). Tambi�n se ha propuesto que el juego podr�a fomentar la creatividad y hasta la cultura, lo que explicar�a lo ocurrido entre macacos en Jap�n, donde se han difundido estrategias manipulativas m�s all� de la comunidad original.

En definitiva, jugar es un modo muy eficaz de aprendizaje con el que explorar el mundo y experimentar con situaciones de la vida real sin peligro. Hasta en El Quijote se afirma que la letra con sangre entra, pero la neurociencia nos aporta muchos datos sobre c�mo se aprende en realidad. Si bien es cierto que se puede aprender del dolor, no lo es menos que tambi�n ense�a lo que divierte. Muy probablemente, con mucho m�s �xito.

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