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La familia del trabajador petrolero venezolano se fragmenta ante la crisis económica




14/11/2019 - 18:56:22
VOA.- Los pisos del apartamento crujen. No menos de 20 baldosas blancas est�n resquebrajadas. Algunas otras bailan, aflojadas, al recibir el m�nimo peso.

Ram�n L�pez, un experto en seguridad con 25 a�os en la industria petrolera venezolana, sabe bien d�nde apoyar los pies en su vivienda.

�No he podido hacerle mantenimiento desde hace siete a�os. Tiene 90 por ciento de deterioro�, calcula el hombre, delgado, de cabeza rapada, moreno, dando tumbos desde la sala hasta la cocina para no romper una losa m�s.

Su residencia tiene esquirlas de crisis anidadas en cada espacio.

Tres aires acondicionados da�ados reposan en las paredes con sus cableados desconectados, enrollados hacia sus adentros.

Su nevera, de dos puertas verticales, es un museo caluroso y maloliente de aguas embotelladas y compartimientos vac�os. No ha podido pagar desde hace dos a�os la reparaci�n de una de sus piezas averiadas.

La venta obligada de electrodom�sticos para saldar deudas y comprar comida ha dejado sitios desocupados en su cocina: donde antes estaba el microondas de la familia, hoy hipotecado, a�n hay una peque�a mesa vac�a.

Su salario de los �ltimos siete a�os �de siete d�lares al mes, equivalentes a �casi nada�, acota- lo ha invertido en subsistir.

El presupuesto de los L�pez se hizo tan corto que alcanzaba cada vez con mayor frecuencia para una comida al d�a. Y tambi�n los dividi�.
Ram�n L�pez, trabajador petrolero en Venezuela, asegura que �l y sus colegas sobreviven �con d�divas� porque sus sueldos no les alcanzan.
Ram�n L�pez, trabajador petrolero en Venezuela, asegura que �l y sus colegas sobreviven �con d�divas� porque sus sueldos no les alcanzan.

Al acentuarse su crisis, el a�o pasado, la esposa de L�pez y sus dos hijos se mudaron a la casa de una cu�ada, a tres cuadras de su apartamento, en el municipio San Francisco del estado Zulia, en el occidente de Venezuela.

L�pez viv�a con �comodidad� hace 15 a�os: pudo comprar su apartamento; adquiri� dos carros de agencia; y su familia com�a abundantemente.

Debi� vender sus veh�culos cuando apret� la crisis econ�mica, hace siete a�os. El �ltimo, un Corsa, lo remat� a precio �de regalo� en 2015, dice.

Esos retratos constantes de hambre y carest�a eran impensables en los hogares de los trabajadores petroleros venezolanos de las �ltimas d�cadas.

Rafael Zambrano, ex presidente de la Federaci�n Nacional de Trabajadores Petroleros, Fedepetrol, recuerda los buenos tiempos mientras empu�a con la mano derecha su viejo carn� de la empresa.

�Con tu carn� de PDVSA, te abr�an las puertas de los bancos, de las cl�nicas. Uno se sent�a tan protegido�, dice, sacudiendo la credencial en el aire como quien agitar�a la llave m�gica de una caja de mil oportunidades.

Trabajar en la empresa estatal era sin�nimo de estatus y buena ventura. Salarios, seguridad social, viajes al exterior y compras de bienes estaban garantizados a quien fuera parte de la n�mina.

Eugenio Montoro, ex gerente general del Complejo Petroqu�mico Mor�n, hoy rebautizado Hugo Ch�vez, asegura que la vida econ�mica del trabajador petrolero venezolano le permit�a despreocuparse de las necesidades b�sicas para concentrarse en su rol en la industria.

�Uno, al no tener una preocupaci�n econ�mica, te dedicabas a eso con mucha pasi�n. El est�ndar de vida era relativamente bueno, nunca de grandes lujos, pero s� con una calidad de vida bastante buena�, comenta.

Un t�cnico o ingeniero ordinario ganaba salarios mensuales de aproximadamente 1.500 a 2.000 d�lares entre 1998 y 2002, en los primeros cuatro a�os de gesti�n del presidente Hugo Ch�vez Fr�as.

Un obrero recib�a pagos de 750 d�lares al mes. Todos gozaban de beneficios de alimentaci�n, seguro m�dico, medicinas y educaci�n.

Delegados sindicales cr�ticos con el gobierno en disputa del presidente Nicol�s Maduro acusan a PDVSA de haber asfixiado a sus trabajadores con salarios insuficientes, hoy de apenas entre cinco y 10 d�lares al mes.

Tambi�n, culpan a Ch�vez y a Maduro de haber execrado paulatinamente los beneficios de las contrataciones colectivas gracias al concurso de representantes sindicales cercanos al partido socialista.

Wills Rangel, la cara m�s visible del sindicalismo petrolero cercano al madurismo, ha admitido que el salario es insuficiente. Ha pedido en p�blico, sin �xito, que el sueldo b�sico no sea menor que 20 d�lares al mes.

La crisis intestina de PDVSA tuvo un antes y un despu�s. Un paro petrolero desde diciembre de 2002 y febrero de 2003 contra las pol�ticas del chavismo deriv� en el despido de cerca de 20.000 trabajadores de carrera.

Aquellos tiempos afianzaron la politizaci�n de la empresa y la eliminaci�n de un valor corporativo llamado �meritocracia�, advierte Iv�n Freites, secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros y Gas�feros.

�Todo conllev� a que la industria cayera en una situaci�n muy grave, donde es imposible cumplir con los costos operativos y de personal�, analiza.

Freites visit� esta semana la casa de un amigo petrolero en el estado Anzo�tegui, en el oriente de Venezuela. Se sorprendi� al notar que no ten�a sillas ni mesa de comedor en su sala. Las hab�a vendido para comer.

La producci�n nacional ha ca�do desde los 3,6 millones de barriles de petr�leo al d�a en 1999, cuando asumi� Ch�vez, a 968.900 en octubre de este a�o, seg�n cifras oficiales divulgadas por Petr�leos de Venezuela.

Seg�n Freites, la problem�tica de la empresa se transfunde a su personal con una matem�tica curiosa: hay m�s empleados, aunque menos producci�n y peor calidad de vida que hace 20 a�os.

Se calcula que PDVSA tiene actualmente entre 110.000 y 120.000 trabajadores en su n�mina fija. Al inicio del chavismo, eran 38.000.

Venezuela experimenta una feroz crisis econ�mica. Su inflaci�n de los �ltimos 12 meses es de 4.679,5%, seg�n el Banco Central.

La canasta alimentaria de una familia promedio cuesta alrededor de 300 d�lares, mientras el salario m�nimo mensual es de cinco d�lares, advierte el Centro de Documentaci�n y An�lisis para los Trabajadores, Cendas.

La Organizaci�n de Naciones Unidas para la Alimentaci�n y la Agricultura, FAO, por sus siglas en ingl�s, denunci� a mediados de a�o que 6,8 de los 30 millones de venezolanos no pueden alimentarse.

Ese desbarajuste ha impactado hasta en los trabajadores petroleros, cuya labor sustenta al 98 por ciento de la renta econ�mica de Venezuela.

Remigio Quintero, mec�nico con 20 a�os de experiencia en PDVSA, siente que tiene peores condiciones de vida que el capataz de una hacienda pobre.

�Nuestros hijos est�n descalzos, con la ropa rasgada. Tenemos las casas opacas�, reprocha, sentado en la feria de comida de un centro comercial.

Comenta que los �ltimos tres a�os han sido terribles. Dice haber visto a colegas almorzar puro arroz o pasta con ali�os, �solo para darle color�.

Quintero y L�pez son parte de 300 dirigentes sindicales despedidos este a�o de Petr�leos de Venezuela, seg�n denuncias publicadas por el sindicato nacional de trabajadores petroleros y gas�feros.

L�pez, el petrolero del apartamento de pisos crujientes, est� inactivo en la empresa estatal desde abril. Lo cesaron, asegura, por su activismo sindical y por denunciar casos de corrupci�n dentro de la industria.

�Desde el chavismo, por all� en el a�o 2000, los petroleros comenzamos a subsistir con d�divas. Esto ha sido tan humillante�, comenta.

Espera que PDVSA respete un fallo a favor de su reenganche del Ministerio del Trabajo venezolano para volver a su rol en Petrobosc�n.

Con participaci�n de la estadounidense Chevron, es considerada la empresa con mayor volumen de producci�n de crudo en Venezuela.

La alimentaci�n de L�pez hoy depende de que alg�n familiar le regale un kilo de arroz, medio kilo de carne o unas sardinas, pues, argumenta, los trabajos que encuentra son informales, escasos, eventuales y mal pagados.

Dice que sufre emocionalmente. Le entristece no haber podido pagar a tiempo el tratamiento contra un tumor diagnosticado a su esposa.

�Tard� un mes y medio en lograr los 120 d�lares del costo. Tuve que vender varias de mis cosas�, cuenta.

A su pareja, tampoco pudo celebrarle este mes su cumplea�os.

�No le pude comprar ni un refresco. �De d�nde saco ese dinero?�, se pregunta, entristecido, tratando a�n de no pisar los suelos agrietados de una vivienda donde la soledad y la crisis tambi�n caminan a hurtadillas.

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