El voraz incendio quema estancias, dispersa el ganado y va por las parabas azules
17/09/2019 - 07:11:26
EL Deber.- �El fuego vino como un hurac�n. Lleg� desde el otro lado del r�o. Mi esposo estaba solo, nosotros nos hab�amos ido, porque mi hijito estaba enfermo. Cuando comenz� a arder el techo de motac�, le ech� un balde con agua y fue como echarle gasolina�, cuenta Margarita Tacuchab�, casera de la hacienda Charleston, que al mediod�a del domingo fue arrasada por el fuego.
Estamos a 14 km de la comunidad Candelaria, cerca de la frontera con Brasil y lo que deber�a ser un pantano es un p�ramo seco retostado por el fuego. Mientras el fuego arde en medio de los adobes de la casa de los empleados y termina de quemar los postes de cuchi que le daban estabilidad a la casona, Margarita alza en un balde los esqueletos de herramientas: un fusil, un taladro, una moledora de carne.
Detr�s de un �rbol frondoso han botado los pollos ahogados por el humo, mientras un perro termina de comerse un pato a medio quemar.
El hijo de Margarita saca del chiquero un chancho y lo tira detr�s de la carrocer�a de la camioneta del guardaparque.
El chancho chilla temiendo por su vida. La mujer y sus hijos tratan de salvar lo poco que queda y dejan a su suerte al ganado que est� disperso por todos lados: no ha quedado nada, ni alambradas, ni el corral, que todav�a arde.
Desde hace un mes, un pu�ado de guardaparques y unos cuantos estancieros son derrotados por el fuego, que ha devorado m�s de 300.000 hect�reas del �rea Nacional de Manejo Integrado San Mat�as, un parque nacional de tres millones de hect�reas.
Con muy poca ayuda de los tres niveles del Estado, aislados en un rinc�n del departamento, los guardaparques ven con impotencia c�mo el fuego avanza hacia la zona de anidamiento de la paraba azul, la m�s grande e inteligente de todas, la m�s rara del planeta con apenas 300 ejemplares en Bolivia y 600 en Brasil, y lo �nico que pueden hacer es rogar para que caiga una lluvia torrencial y devuelva a la zona sus caracter�sticas de pantano, para que acabe con cuatro meses y medio de sequ�a y con este ciclo de incendios que comenz� el 31 de julio, justo en el aniversario del �rea protegida.
�Hemos priorizado la protecci�n de las comunidades, proteger a la gente y a sus bienes�, dice Danner Flores Parada, jefe de protecci�n de ANMI San Mat�as.
�Hemos hecho lo posible, pero necesitamos mochilas forestales y ayuda de bomberos profesionales, no de voluntarios que vengan a mirar, ayuda de gente que nos apoye a armar un plan para contraatacar al fuego�, dice. Junto a Ricardo Barbery, director de la zona norte del parque, Flores, ha intentado de todo y los pocos �xitos que han festejado en este mes de pelea contra el fuego han sido ef�meros.
Lograron evitar que Candelaria cediera al fuego, pero cada vez que cree que el incendio est� por controlarse, salta 200 metros m�s all�. Va a galope sobre el viento y aterriza sobre pasto seco para hacerlo arder en cuesti�n de segundos.
Durante la jornada en que protegieron Candelaria, una peque�a brasa cay� sobre la pierna descubierta del due�o de la tienda y le caus� quemaduras. �Por suerte no cay� sobre el techo de su chapapa de motac�, porque no la �bamos a poder apagar�, confiesa Barbery.
No exagera. Durante este mes han tenido que pelear contra un monstruo con ayuda de unas pocas mochilas forestales, un grupo de 120 soldados y unos cuantos voluntarios, que pese a su buena voluntad resultaron m�s una carga que una soluci�n.
�Es imposible entrar al monte. Lo �nico que podemos hacer son callejones con maquinaria�, explica Barbery, al describir el bosque de transici�n que domina la zona: �rboles altos y secos, con un mont�n de hojas acumuladas durante a�os, protegidas por bejucales de tusequis que obligan a abrirse senda a filo de machete, mientras todo arde.
Los grandes aliados de los guardaparques han sido los estancieros, que a su vez son culpables de la mitad del fuego que azota a San Mat�as.
La otra mitad fue exportado por Brasil. Barbery explica que las m�s de 100 estancias que hay dentro del parque ayudan a controlar el fuego en a�os normales, que prestan sus maquinarias y dan trabajo a los chiquitanos que habitan en las comunidades del parque, pero que esta vez ni as� pudieron detenerlo: el a�o es inusualmente seco.
Uno de ellos es Jaime Henke, que no sabe c�mo hallar las 450 reses que se escaparon por las alambradas quemadas de la propiedad de 5.000 hect�reas que administra. Salvo la casa de la estancia, no le queda nada. Corral, potreros, sus divisiones, todo se ha ido con el fuego.
No sabe si sus vacas deambulan por el monte, buscando agua y rebrotes qu� comer.
�La m�a es la estancia m�s afectada. Cuando no hay alambre, no sujeta nada a las vacas, que se salen a buscar el pastito reto�ado y van de ida. Como las aguadas est�n abiertas, ellas andan por kil�metros y es dif�cil recuperarlas. Todo esto va a tomar su tiempo.
Entre una estancia y otra puede haber 30 o 40 km, dice el hombre, que adem�s sabe que lo que viene despu�s de una gran quema es una diarrea negra en las vacas que, si no est�n juntas y no se le inyectan vitaminas, no aguantar�n hasta el pr�ximo a�o.
Desde hoy, los ocho guardaparques que hicieron campamento en Candelaria se internar�n unos 100 kil�metros en el �rea protegida para tratar de defender San Fernando. El fuego ya rodea a esa comunidad, justo en el coraz�n donde anidan las parabas.
Necesitan tanques de 1 m3 que puedan cargar en las tres camionetas que les quedan en funcionamiento y mucha ayuda. El plan es abrir brechas entre alambrada y alambrada, hacer cortafuegos para esperar el incendio y tratar de frenarlo en alg�n punto.
Proteger uno de los �ltimos tesoros que le queda a San Mat�as y a Bolivia, la paraba azul. �Son lugares inaccesibles y lamentablemente no creo que la mano del hombre pueda parar al fuego�, dice Danner, cansado de perder contra el incendio.
