P�gina Siete.- Se reunieron en la ic�nica plaza de la iglesia de San Francisco, que representa la simbiosis entre las culturas que esta ciudad acogi� y sigue acogiendo. De fondo sonaban las notas del Himno a La Paz; lo que en este julio es casi cotidiano en el centro porque se celebra el aniversario del Grito Libertario de 1809.

Son los descendientes ya nacidos en La Paz de Jos� Dueri, que vino de Bel�n; de los alemanes Ernesto Schilling y Johannes Popse; de los rusos Isaac y Sally Meier; del liban�s Mario Yaffar, de los japoneses Toyoka Nishikawa y Sachio Miyahara, que contaron la historia de sus antepasados en la ciudad que los recibi� y les dio las oportunidades que buscaban para establecerse.

Y esos apellidos suenan junto a los de Koellemberg, Violand, Alexander, Wolf, Lorini, Richter, Kieffer, Guenther, Killman, Groenwold, K�ellemberger, Salvietti, Ernst, Reznicek, Adler, Kavlin, Handal, Tob�as, Nelkenbaum o Iberkleid cuando se repasa la historia de la econom�a de La Paz. Se trata de hombres y mujeres que desembarcaron en puertos chilenos, en su gran mayor�a, y desde all� llegaron a la ciudad de La Paz, despu�s de la mitad del siglo XIX.

Fueron parte de la ola de migrantes que se expandi� por el mundo despu�s de la Revoluci�n Industrial. La mayor�a eligi� Am�rica del Norte y pa�ses de Am�rica del Sur, como Argentina, Brasil, Chile y Venezuela, pero algunos tambi�n miraron a Bolivia por su historia minera con el cerro Rico de Potos� y por sus pol�ticas de migraci�n, dice el historiador Fernando Caj�as.

Y muchos de estos extranjeros establecieron empresas. Como los alemanes Adalberto Violand y Alberto Koellember, que en 1868, a la altura de la plaza Venezuela, en El Prado (entonces Alameda) instalaron la Cervecer�a Alemana; o Salom�n Alexander y Alejandro Wolf, que pusieron la Cervecer�a Americana.

Tambi�n estaba el italiano Domingo Lorini, en su botica al lado del Loreto (hoy Palacio Legislativo), donde ofrec�a sus remedios inventados por �l mismo basados en coca, como los vapores de coca o ung�entos con propiedades maravillosas para quitar las jaquecas, la sensaci�n de cansancio y otras molestias que afectaban a los pace�os.

Y Otto Richter, otro alem�n, con su tienda en la calle Comercio, en plena esquina de la plaza 16 de Julio (hoy Murillo), surtida con una gran variedad de productos de ultramar. En 1883, el germano instala en Challapampa la Cervecer�a Nacional con maquinaria moderna tra�da de su pa�s: calderos a vapor y un frigor�fico gigante. Compra a Salom�n Alexander y Alejandro Wolfla la Cervecer�a Americana para expandirse.

Ricardo Sanjin�s �vila recopil� las historias de estos extranjeros en tierras pace�as en su libro Construyendo un pa�s (1890-1952), volumen 1, publicado en 2010.

Durante la Segunda Guerra Mundial desembarc� otro grupo de extranjeros, �stos hu�an de la guerra, proven�an de Polonia, Austria, Rusia, Eslovaquia, Rumania y Alemania.

�Al amparo del Decreto de Libre Migraci�n, aprobado por el presidente Germ�n Busch. Llegaron unos 10.000 jud�os, entre ellos Guillermo Wiener de Viena, quien se dedic� a la distribuci�n de pel�culas; Werner Guttentag de Breslau, Solesia, quien dio vida a la Editorial Amigos del Libro�, se lee en el texto de Sanjin�s.

Tambi�n estaban los Seligmann, Weissmann y Saperstein, que confeccionaba camisas. L�westain embut�a salchichas y las vend�a en las puertas del cine Par�s; Leo Nothmann hizo una panader�a en la calle Landaeta.

La mayor�a de estos extranjeros se dedic� al comercio, sostiene Sanjin�s. El importador Mois�s Bochenek se instal� en la calle Col�n; Bruno Berger en la Genaro Sanjin�s para vender fiambres. Erich Berliner puso una fruter�a en la Juan de la Riva y el importador Rachmil Zaubermann se instal� en la Potos�. As� fueron sembrando negocios en diferentes calles de La Paz, consolidando la vocaci�n comercial de la ciudad.

Estos extranjeros fueron pioneros en algunas actividades, como la implementaci�n de grandes tiendas comerciales, como la Casa Grace, Casa Bernardo y Hansa, entre otras, que tra�an a la ciudad todos los productos que se lanzaban en el mundo, tambi�n instalaron gigantes textileros, como la Forno y Said.

Sin duda, quedan muchos nombres por destacar de estos hombres y mujeres que encontraron en La Paz la oportunidad de invertir y contribuir en la formaci�n de su identidad.