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Baruch Vega: El fotógrafo y espía colombiano que se hizo millonario burlándose de los narcos y de la DEA




10/07/2019 - 12:26:39
Infobae.- De Miami a Mil�n a Par�s a Nueva York, la vida de Baruch Vega mostraba la espl�ndida normalidad de un fot�grafo de haute couture y top models. Penthouse en la playa, yate, avi�n privado de nueve plazas, colecciones de Versace y Valentino. Uno de los happy few en el cambio de milenio.

Pero este colombiano, que hab�a comenzado a colaborar con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) apenas ingres� en la carrera de Ingenier�a, donde infiltr� grupos de estudiantes radicalizados, ten�a una doble vida como agente de la Administraci�n para el Control de Drogas (DEA). Y acaso una tercera, como recaudador de fondos por gestiones para los narcotraficantes colombianos y sus conexiones en la guerrilla.

Le hab�a puesto un nombre a su particular negocio: el Programa de Rehabilitaci�n de los Traficantes de Narc�ticos. "Vega era nuestra arma principal en la lucha contra los c�rteles", dijo uno de sus jefes en la DEA en 2000 a The Wall Street Journal (WSJ), mientras el fot�grafo-esp�a-estafador era detenido. "Era muy exitoso", coincidi� Jorge Luis Ochoa, un traficante. "Mucha gente entr� a su programa y cooper� con �l. Y �l con ellos".

Esa es la parte que hizo sonar las alarmas en la Agencia de Investigaciones Federales (FBI), que irrumpi� en el penthouse de Miami Beach, mientras Vega compart�a un merlot de gran calidad con sus invitados. Los agentes buscaban pruebas de USD 100 millones que el fot�grafo habr�a cobrado de los narcos para gestionar la benevolencia de las autoridades estadounidenses.

Vega explicaba a gente como un importante sicario de Pablo Escobar que �l acced�a a un comit� secreto con miembros de las distintas agencias federales. Gente razonable que, por un precio justo, pod�a aliviarlos de los problemas de la guerra de las drogas. As� algunos narcos buscados por asesinato pasaban migraciones sin incidentes, celebraban con agentes de la DEA en el legendario Mutiny Hotel de Miami, conoc�an Disney World y los clubes de strippers.

Tiempo despu�s, ya arrestado por lavado de dinero y obstrucci�n a la justicia, Vega admitir�a algo de esas acusaciones. S�, hab�a recibido dinero de esos hombres que en Colombia enfrentaban peligro de muerte y prefer�an negociar con la DEA para ser extraditados en los mejores t�rminos posibles. Pero s�lo USD 4 millones. El FBI no le crey�: "Era un embaucador extraordinario, pod�a venderle nieve a los esquimales", dijo a WSJ uno de los agentes de la investigaci�n.

Sin embargo, el juicio no prosper�. Por la naturaleza del narco, las pr�cticas de la DEA no siempre eran completamente legales, y el proceso habr�a expuesto circunstancias poco loables. Vega volvi� a las noches locas de Miami Beach, a las top models, al yate. Ten�a 53 a�os. Escribi� un libro, La doble vida de Baruch Vega, "mi historia como operativo encubierto en las negociaciones secretas de la CIA, el FBI y la DEA con la izquierda y los narcos colombianos".

Y luego de casi 20 a�os habl� por primera vez con Bloomberg Businessweek. "Una historia tiene tres lados", dijo. "Tu lado, mi lado y la verdad. Y nadie miente".

De Colombia a Studio 54 a Miami Vice

Tras su colaboraci�n universitaria con la CIA, Vega se mud� a Nueva York en los 70s. Fund� una agencia de modelos, Intramodel Beauty y, sin perder sus conexiones secretas, se hizo amigo de un sicario venezolano, Rafael Rodr�guez, alias Am�lcar, con quien frecuentaba Studio 54. Por �l lleg�, una d�cada m�s tarde, al Mutiny y a las fiestas con r�os de champagne y coca�na. "Si no te la ofrec�an, era un evento de poca monta", dijo.

Los amigos de Am�lcar necesitaron lavar dinero; Vega los ayud�. Y vio, entonces, el fil�n.

Ahora, a los 72 a�os, residente en Maui pero de viaje en Nueva York para juntar fondos y empezar un negocio de criptomonedas, record� ante Bloomberg, "como una suerte de narco Forrest Gump, que se cruz� con todos los actores principales". Llev� dinero del tr�fico a Manuel Noriega en Panam�; flirte� con la esposa de Escobar; no pesta�e� cuando Jos� Gonzalo Rodr�guez Gacha, capo del c�rtel de Medell�n, le mostr� un balde lleno de sangre en el que flotaban dos manos.

En la d�cada de 1990 circul� por Colombia para hacer relaciones p�blicas en la mayor f�brica global de coca�na. Lo acompa�aban agentes de la DEA que fing�an ser sus asistentes en las producciones fotogr�ficas; las modelos facilitaban la entrada en confianza con los traficantes. Vega entonces les hablaba de los peligros de ese estilo de vida: si no los mataban los competidores, se pudrir�an en una c�rcel en los Estados Unidos.

Al principio los narcos no mord�an el anzuelo: hablar con la polic�a equival�a a la tortura y la muerte. Pero pagarle a un intermediario pod�a ser distinto.

En 1997 David Tinsley, un agente de la DEA de 42 a�os, le dijo a Vega que quer�a terminar con el c�rtel del Norte del Valle, el m�s poderoso de entonces, que exportaba a los Estados Unidos unos USD 1.000 millones de coca�na por a�o y contaba con un grupo paramilitar como protecci�n de sus laboratorios en la selva. Vega vio la oportunidad de poner en marcha su idea.

�l viajar�a a Colombia y ofrecer�a su gesti�n ante altos funcionarios estadounidenses que, por unos pocos millones, garantizar�an una declaraci�n de culpabilidad negociada: el traficante cumplir�a una condena m�nima y luego se retirar�a en Miami. "Vivir en la playa, sin que te persigan, sin que te traten de matar, con la bendici�n del gobierno estadounidense: �qu� m�s quieres para ti y tu familia?", Vega se cit� a s� mismo ante Bloomberg.

Vega omit�a que hab�a un acuerdo de cooperaci�n que firmar, y que la delaci�n era parte del asunto. Para entonces los narcos ya estaban en los Estados Unidos y, si revelaban ese detalle, sus familias en Colombia ten�an los d�as contados. Entonces lo que hac�an era silenciar la traici�n de Vega y, en cambio, fortalec�an su fama: era cierto que, por unos millones, consegu�a una pac�fica jubilaci�n para el narco.

"Vas a hacer que te maten", le dijo David Lemoine, un agente del FBI. Pero Tinsley pensaba que �l era un genio. Lo bautiz� Dr. B, le asign� un agente auxiliar como contacto principal y le prometi� un premio por cada informante que reclutara, adem�s de permitirle usar el dinero de los sobornos. Si algo sobraba, Vega se lo quedaba por compensaci�n del peligro.

Pero hacia 1999 los capos comenzaron a sospechar de ciertas operaciones fracasadas. Se arrojaron a las calles de Colombia un par de cad�veres, entre ellos el de Arturo Piza, cuya tienda de antig�edades en Medell�n era un centro de operaciones de Vega. El FBI le advirti� al fot�grafo-esp�a-estafador que hab�an puesto precio a su cabeza.

La convenci�n de los narcos

Por prudencia, Vega decidi� quedarse un tiempo en Miami. All� escuch� un d�a, en una reuni�n con sus contactos en la DEA, que en octubre suceder�a algo grande. Al salir llam� a la viuda de Piza y le pidi� que hiciera correr la voz.

La Operaci�n Milenio fue el golpe m�s grande contra el narco desde la muerte de Escobar. Cientos de agentes de la DEA y de la polic�a colombiana arrestaron a 32 traficantes. El problema es que hab�an esperado una cifra mayor. Alguien les hab�a avisado. La estrella de Vega volvi� a brillar entre los c�rteles.

"Eran tantos los narcos que lo llamaban que decidi� organizar una especie de convenci�n entre narcos y agentes en Panam�, un lugar neutral donde Vega no tendr�a que preocuparse por sicarios", explic� el art�culo. Con su jet Hawker permiti� que los traficantes viajaran con clase. Un piso entero del InterContinental Miramar fue sede de la primera convenci�n.

En Miami, los agentes de la DEA se escandalizaron; Vega logr� desalojar a tiempo a sus clientes a punto de ser detenidos. Otro oficial de la agencia, Nicholas Kolen, que operaba en Bogot�, le dijo que cancelara esos planes surrealistas. Pero Vega realiz� tres convenciones m�s, y a la �ltima llev� a Luis Hernando G�mez Bustamante, Rasgu�o, uno de los capos del Norte del Valle.

Tinsley qued� fascinado: con la inteligencia que obtuviera de Rasgu�o, terminar�a con el c�rtel. Vega tambi�n qued� fascinado: G�mez Bustamante no regate� sus honorarios de USD 50 millones.

Sin embargo, gente como Fabio Ochoa, de Medell�n, no s�lo rechazaron los servicios de Vega sino que lo grabaron mientras los ofrec�a y lo denunciaron. Ser�a uno de esos traidores por cuenta propia, Carlos Ram�n Zapata, alias El M�dico, quien facilitar�a la irrupci�n del FBI en el penthouse de Vega el 21 de marzo de 2000.

Vega pas� 52 d�as en la c�rcel a la espera de que Tinsley u otros agentes aclararan lo que para �l era un malentendido. Eso no sucedi�, y as� termin� el negocio del colombiano.

Mientras los narcos comprend�an que su infiltrado en la DEA era en realidad un infiltrado de la DEA entre ellos, las autoridades de los Estados Unidos med�an la magnitud del emprendimiento financiero. Vega perdi� casa, yate, avi�n y el contenido de sus cuentas; podr�a haber perdido la vida, pero los c�rteles comenzaron una guerra interna en lugar de concentrarse en �l.

Estaba por tocar fondo �vend�a las lentes de sus c�maras para poder comprar gasolina� cuando su viejo amigo venezolano, Am�lcar, lo contact�. La polic�a lo buscaba; si bien Vega distaba de ser confiable, era el �nico que ten�a a mano para pedir ayuda. Pero Vega lo grab� y entreg� la cinta para negociar su propia situaci�n. De todos modos, Am�lcar muri� asesinado antes de llegar a juicio.

As� Vega evit� la extradici�n a Colombia. La fiscal�a redujo sus cargos a evasi�n impositiva. Se declar� culpable pero tambi�n dijo ser un patriota estadounidense, cuyo arresto se deb�a a una conspiraci�n. Sali� en libertad: con el tiempo detenido sin proceso hab�a cumplido la condena que le toc�.

En realidad, el informe final de la DEA mostr� que la operaci�n de Vega hab�a violado las normas de la agencia de todas las maneras posibles. Tambi�n sugiri� que sus contactos en el organismo estaban al tanto de lo que hac�a. "Result� un l�o tal que el gobierno entero dijo que se enterrara esa mierda", dijo a Bloomberg Paul Craine, agente de la DEA que trabaj� en Bogot� a finales de los 90s. "Si tratamos de desentra�ar esto, vamos a tener que procesar a agentes del FBI y la DEA, y a fiscales".

En su modesta casa cerca del mar en Maui, Vega escribe otro libro en el tiempo que le dejan sus viajes para hacer fotograf�a de moda, que muestra en su sitio. Se trata de sus memorias. En ellas no es un estafador, sino una suerte de James Bond, un 007: un amante irresistible de bellas mujeres y un esp�a en lucha contra el delito internacional. En su versi�n de los hechos, sus clientes traficantes agradecen sus servicios y sus actos terminan la guerra de las drogas y llevan la paz a Colombia.

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