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Álvaro Riveros Tejada

Sicariato Judicial


2022-06-14 - 19:56:56
Con la misma frialdad, cálculo y perversidad con la que un asesino a sueldo aplica a su faena, el poder judicial sentenció con premeditación, alevosía y nocturnidad a la expresidenta Jeanine Añez, a diez años de prisión, ante la mirada abúlica, incrédula, cobarde y consternada de un pueblo que asistió a dicho crimen, como indicamos en una entrega anterior, al igual que las cebras que asisten al descuartizamiento de su congénere, por los chacales que la capturaron.

Ante este acto de crueldad y venganza, y haciendo gala de ese poder que ejerce sobre jueces y fiscales obsecuentes, Morales irresponsablemente confiesa que: juntamente con el presidente Luis Arce, el vicepresidente Choky y algunos otros capitostes del MAS, usurpando funciones del poder judicial, decidieron que el juicio a la Dra. Añez debía ser ordinario, y no un juicio de responsabilidades como manda la Constitución, para el caso de los expresidentes.

Ese deseo incontrolable del cocalero de acceder al poder, lo hace parecer cada vez más débil, despreciable, patético y capaz de perpetrar cualquier disparate, como el de emplazar al Jefe de Estado para que vaya a rendir un informe de su gestión a la sede cocalera del Chapare, luego de que los agroquímicos no lograron la censura del ministro de Gobierno en su interpelación en la Asamblea Legislativa. Es más, como afirma su tocaya y exaliada Dña. Eva Copa, con una audacia insolente se entromete en la gestión económica del que fue su ministro durante 14 años y manejó las finanzas de su gobierno sin sobresaltos.

Frente a estos desaciertos es obvio que, más temprano que tarde, el espectro de la división se manifieste en el seno del instrumento político gobernante, especialmente en momentos en que las pugnas internas del MAS son tangibles y las presiones aumentan significativamente cada día. Basta fijarse en ese cúmulo de interpelaciones, invectivas y denuncias que Evo lanza en contra del gobierno, cúmulo directamente proporcional al cuadrado de las benignas manifestaciones que la propia oposición profiere sobre este régimen.

Como una forma de responder a esos velados ataques, el aludido mandatario se defiende con fórmulas extremadamente furtivas, como el alejar del cargo a una ministra próxima al líder cocalero y nombrar un ministro nuevo, cercano a él, en medio de una ceremonia de juramento muy distinta a la que se acostumbró en el pasado evista, de levantar el puño izquierdo y con la mano derecha apoyada sobre el pecho, similar a la del pasajero de un colectivo, que viaja cuidando su billetera.

Jurar con el puño izquierdo levantado, fue la señal que hizo Morales al asumir la Presidencia en 2006, para diferenciarse de los gobiernos “neoliberales”. Esto fue replicado por las autoridades designadas durante su gestión y también en la actual administración de Arce que, hasta hoy, hizo un cambio en esta tradición masista. El presidente Luis Arce dejó de levantar el puño izquierdo y el dignatario recién posesionado, Sergio Cusicanqui, dejó de lado también ese ademán masista jurando con la señal de la cruz. En ese pequeño quiebre de la simbología puede que esté la división que tanto teme el líder cocalero, al iniciarse una época de repudio a sus inventivas y adelantarse a una nueva era, donde ya no figure ni él, ni el sicariato judicial.

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