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Álvaro Riveros Tejada

Cuando de Chile me voy


2021-12-21 - 20:59:13
Resulta muy difícil, sino imposible, tratar de descifrar la victoria del comunista Gabriel Boric, sobre el candidato conservador José Antonio Kast en los comicios presidenciales chilenos, llevados a cabo este último domingo en ese país trasandino, toda vez que lo que de esta nación se conoce, es que cuenta con una burguesía capaz de proyectar a su país en las riberas del primer mundo, con un crecimiento económico del 8,5% para este año 2021, nunca experimentado desde la década de los años 90, según el último informe de Política Monetaria del Banco Central de ese país.

Calificamos de indescifrable ese resultado, por la sencilla razón de que, en nuestra región, los países gobernados por esa anacrónica, como probadamente involutiva doctrina, jamás lograron su desarrollo. Es el caso de los que la inventaron y la pusieron en práctica, tales como la Unión Soviética y sus satélites europeos; China; algunos de Asia y África; así como aquellos de nuestra región: Cuba, Venezuela, Nicaragua, y los que van cayendo como ratones en la trampa del queso.

Entonces, nos preguntamos: ¿Qué pudo suceder, para que tales indicadores económicos, por demás favorables y pese al excelente manejo de la pandemia del Covid19, no hubiesen gravitado en las elecciones? Al parecer, este fenómeno nos reafirma que los experimentos políticos y sociales que se dan en nuestra América Latina obedecen más a circunstanciales liderazgos, que al bienestar que debe primar en nuestras sociedades, condenadas a vivir de la exportación de nuestras materias primas, como lo ocurrido con Venezuela, un gigante petrolero que está muriendo de inanición y con el dolor de tener a un cuarto de sus hijos expatriados, en busca de sustento.

Sólo en la mente de un psicópata, que en más de sesenta años de gobernar una Isla que fue la perla del Caribe, pudo anidarse la mañosa idea de sobrevivir de la manga o parasitariamente, creando una transnacional del crimen organizado, como fue el Foro de Sao Paulo, delictivamente rebautizado con el de Foro de Puebla, donde una cadena de países regidos por zánganos analfabetos sojuzgue a sus pueblos para alimentar, como en una colmena, a la abeja Reina.

Esta vez, la ruleta del destino se detuvo en Chile, una nación que después de experimentar los primeros embates del comunismo parásito, hace exactamente medio siglo, tuvo que levantarse, como el Ave Fénix, de sus cenizas y en base a un arduo y tenaz trabajo, logró alcanzar el estándar de un país europeo desarrollado. Entonces, ¿cuál pudo ser ese afán suicida que lo llevó a elegir presidente a un imberbe, fracasado en sus estudios universitarios y sin ninguna experiencia administrativa, salvo que sus credenciales de activista de izquierda?

La respuesta más cercana a este fenómeno radica en el factor netamente político, al cual le añadiremos lo ocurrido en Bolivia y Perú, con el manejo de los famosos pueblos originarios, como los mapuches que los chilenos ya habían olvidado. Estos movimientos sociales, hábilmente manejados por terroristas en la Plaza Italia y los alrededores de la capital Santiaguina, no sólo sorprendieron a las autoridades chilenas, sino al mundo, que veía con espanto esa ola de pirómanos incendiando estaciones del Metro y saqueadores que no dejaban un solo supermercado sin atracar.

Finalmente, como una frase premonitoria que nos recuerda lo pasado, con Salvador Allende, recordamos la reflexión que le hizo el presidente Piñera a Boric, al felicitarlo por su triunfo: “Tómese una foto al entrar a la Moneda, y otra foto al salir”. Estas palabras nos inspiran a cantar: Cuando De Chile Me Voy.

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