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Daniel Castro

Su majestad, la noticia, desplazada por el rumor


2020-10-27 - 12:09:17
Los teóricos de la comunicación deben estar revolviéndose en sus tumbas al ver cómo en el Siglo XXI han caído en el olvido los conceptos básicos de periodismo, la rigurosidad periodística, la ética y la investigación para ser reemplazados por el viejo enemigo de la verdad: la mentira, hoy conocida como “el rumor” y en épocas de posverdad rebautizadas como “fake News”. Y es que la tan promocionada democratización de la información gracias a la preeminencia de las redes sociales y los grupos privados de mensajería (Wasap a la cabeza) lo único que ha hecho es meter a “todos en la misma bolsa” y como dice el tango “Cambalache”, “lo mismo un burro que un gran profesor, no hay aplazao ni escalafón… vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo todos manoseaos”.

Esto ha quedado en evidencia durante la última campaña electoral, donde el flujo de rumores, falsas noticias y textos sin una fuente confiable o sin el nombre del autor, se convertían en virales en redes sociales y el wasap. Tanto fue así que la primera víctima de la contienda del pasado 18 de octubre fue la verdad, a tal punto que parecía que había una competencia nacional para ver quién la hería más.

Cualquier estudiante de primer semestre de periodismo, sabe que la noticia es la “vedette” que desvela a los ejércitos de periodistas que día a día salen a buscarla con el objetivo de ser los primeros en obtenerla para poder difundirla en sus medios de comunicación. Como toda “diva”, muchas veces la noticia se vuelve esquiva y requiere un mayor esfuerzo y rigor periodístico para conquistarla. Es allí donde personas o instituciones privadas o gubernamentales, con intereses particulares, muchas veces aprovechan la coyuntura para introducir temas que tienen la fachada de noticia, pero que en realidad son rumores que “prostituyen” el buen periodismo y dejan huérfano al ciudadano en su derecho a la comunicación y a la información, como establece la CPE en su artículo 107 inciso II: “La información y las opiniones emitidas a través de los medios de comunicación social deben respetar los principios de veracidad y responsabilidad”. Esto vale también para las publicaciones en redes sociales.

Es paradigmático que mientras mayores son los avances tecnológicos y científicos, cuando el mundo está hiperconectado y la información viaja con rapidez asombrosa, resulta ser que la vieja “vedette” del periodismo, la noticia, aparentemente no es tan apetecida para las nuevas audiencias, como lo fue en el pasado. Sobre todo, con la proliferación de páginas digitales o perfiles de dudosa autenticidad que se venden como medios informativos en las redes sociales y muchos de ellos no guardan las más mínimas normas de ética periodística y sus publicaciones no resisten la más nimia verificación de veracidad.

Es que la noticia es la materia prima del periodismo, como dice Alex Grijelmo, es todo aquel hecho novedoso que resulta de interés general y en su estado puro viene dada siempre por un acontecimiento sorprendente, estremecedor, paradójico o trascendental y, sobre todo, reciente. Es allí donde tropiezan los impostores que, con un teléfono inteligente en sus manos, creen que hacer periodismo es sacar una fotografía o una filmación y subirla a su perfil o su página con un texto carente de rigor periodístico, de pobre sintaxis y pésima ortografía.

Aquí quiero diferenciar el accionar de los ciudadanos que según el artículo 21 de la CPE en su inciso V, les garantiza el derecho a expresar y difundir libremente pensamientos u opiniones por cualquier medio de comunicación, de forma oral, escrita o visual, individual o colectiva. El ciudadano publica lo que quiere, pero también se hace cargo de las consecuencias de lo que publica.

Pero quienes ejercen el oficio de comunicadores de manera profesional o empírica en los medios de comunicación tradicionales o en las redes sociales, no pueden igualar para abajo y hacer lo mismo que cualquier hijo de vecino. Su deber es garantizarle al ciudadano el derecho a acceder a la información, interpretarla, analizarla y comunicarla libremente. Por lo tanto, no se puede dar aquello que no se tiene. El buen periodista está en la obligación profesional y ética de dominar las técnicas y el estilo periodístico para elaborar un texto, basado en datos y fuentes confiables y además conocer la realidad política, económica y social del país. Semejante responsabilidad para honrar el oficio la desconocen los arribistas que andan sembrando rumores y difundiendo noticias falsas, aprovechándose de la ingenuidad de la opinión pública, que consume sus productos y los comparte sin preguntarse si son verdaderos.

Privilegiar el dato por encima del periodismo de declaración. Asumir esta posición es un desafío que sólo será posible cuando se ennoblece la obtención de datos o pruebas concretas, por encima de la facilona tentación del reporteo de declaraciones con parte y contraparte como única alternativa para escribir una nota periodística, sin escarbar más allá de las opiniones interesadas que usan anteojeras ideológicas para dar información que confirma previas convicciones.

Cierro con el cuento escrito por el pintor Jean-Léon Gerôme en 1896, cuando pintó a la verdad saliendo de un pozo con un látigo para castigar a la humanidad.

"Cuenta la leyenda, que un día la verdad y la mentira se cruzaron". Buen día. Dijo la mentira.
-Buenos días. Contestó la verdad.
-Hermoso día. Dijo la mentira. Entonces la verdad se asomó para ver si era cierto. Lo era.
-Hermoso día. Dijo entonces la verdad.
-Aún más hermoso está el lago. Dijo la mentira. Entonces la verdad miró hacia el lago y vio que la mentira decía la verdad y asintió. Corrió la mentira hacia el agua y dijo... -El agua está aún más hermosa. Nademos. La verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa y confió en la mentira. Ambas se sacaron las ropas y nadaron tranquilas. Un rato después salió la mentira, se vistió con las ropas de la verdad y se fue. La verdad, incapaz de vestirse con las ropas de la mentira comenzó a caminar sin ropas y todos se horrorizaban al verla. Es así como aun hoy en día la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad y no la verdad al desnudo."

Algún día la verdad saldrá del pozo para castigar a los mentirosos.

(*) Vicepresidente de la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia

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