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Daniel Castro

Este 18 de octubre se enfrentarán dos visiones de país


2020-10-10 - 19:10:00

No cabe duda que las elecciones nacionales del domingo 18 de octubre vienen cargadas de mucho más que vencer el modelo populista del MAS, que gobernó por los últimos catorce años. Lo que en realidad está en juego es si la visión unitaria de país que capturó la oligarquía paceña a finales de 1900, en la mal llamada guerra federal, permitirá que desde el oriente boliviano surja la figura de un líder “outsider” que le dispute el poder político que las élites del oriente, domesticadas con alianzas económicas, no han amenazado pese al crecimiento sostenido de Santa Cruz como el pilar de desarrollo de Bolivia.

Por eso no es extraño que luego de la fracasada candidatura de Jeanine Añez en la alianza Juntos de las “fuerzas democráticas” de oposición, rápidamente se hayan unido para atacar a la nueva figura de Creemos, Luis Fernando Camacho. Samuel Doria Medina, Luis Revilla, el “superministro” Arturo Murillo y la mismísima Presidenta, han cargado las tintas con la estrategia del miedo para que todos los ciudadanos se unan a ellos pidiéndoles el voto “para que no vuelva el tirano”.

Lo último, que suena a desesperación, fue la carta que Rafael Quispe le envía a Camacho. “Todos los hermanos bolivianos queremos paz y libertad en nuestro país, por tal motivo, pedimos a @LuisFerCamachoV DECLINE SU CANDIDATURA en la próxima elección general. #Bolivia nos necesita. Por la patria. Por la democracia. Por la libertad. Por nuestros pueblos”, escribió en un tuit.

Y por supuesto apelando a su consabida línea discursiva paternalista, que en su momento exteriorizó Álvaro García Linera, cuando les advirtió a los empresarios en Cainco, diciéndoles que se dediquen a hacer empresa y los dejen a ellos hacer política, los intelectuales paceños ahora se encolumnan detrás del pedido antidemocrático “para salvar la democracia”. Que la gente vote por quien ellos han decidido que debe gobernar y no por quien el ciudadano elija.

Bolivia es un Estado Plurinacional, pero andinocentrista excluyente de otras culturas, en especial las de tierras bajas. Esa fue una de las conclusiones del trabajo de investigación "Construcción Simbólica del Estado Plurinacional: Imaginarios políticos, discursos, rituales, símbolos, calendarios y celebraciones cívicas festivas (2010-2013)", que ganó en la convocatoria denominada "La nación boliviana en tiempos del Estado Plurinacional", organizado por el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB).

Tanto los investigadores, Claudia Arce y Yuri Tórrez, coincidieron que, en la actualidad, el Estado se apropió de algunos elementos andinos subordinando a los símbolos del oriente a su dominio. "Por ejemplo, Tiwanacu es un lugar arqueológico que fue posicionado en la Revolución de 1952, como un centro importante, pero en el contexto plurinacional, ese sitio tiene el significado donde emana el poder de los grupos indígenas de las zonas altas", afirmó Arce, en una nota periodística.

Además, sostiene que ese poder era transmitido a la imagen de Evo Morales, ya que su liderazgo abarcaba en sí mismo el simbolismo plurinacional. Ese personaje, que la oligarquía paceña apoyó para que llegue al poder, ahora ya no les sirve y al cambiar de caballo, resulta que su candidato, Carlos Mesa, no es capaz de ganar en sus propias narices. Según las últimas encuestas, pierde en La Paz por más de 20 puntos y muy sueltos de cuerpo, en vez de convencer a la masa de burócratas de la ollada e indígenas de El Alto y de Oruro, que siguen votando por el MAS, se empeñan en utilizar a sus aliados del oriente, ergo empresarios y los Demócratas, para que apoyen a Mesa y desplacen al hombre que en los 21 días de paro les dio a los cruceños y a los bolivianos, la esperanza de que otra Bolivia es posible, cuando con su biblia y la carta de renuncia de Evo en la mano, se fue hasta La Paz e hizo que el dictador, que para sus seguidores encarna a Zárate Willpa, Tupac Katari y todo el simbolismo andino, huya del país.

Es probable que desde Creemos no hayan dimensionado lo que significa la aparición de Luis Fernando Camacho, para las aspiraciones democráticas y de visión de un país descentralizado que se tiene en Santa Cruz desde que fue anexada a Bolivia en 1825. Por su historia unida a las provincias pertenecientes al virreinato del Río de la Plata y su participación heroica en las batallas de La Florida y Santa Bárbara que consolidaron la victoria de los patriotas sobre la corona española, no tiene una tradición en común con el occidente del país, que estaba emparentado con el virreinato del Alto Perú, y se sentía muy a gusto con los privilegios que le daba tener la gracia de los amos europeos. En esa élite adicta a los privilegios oligárquicos nació Bolivia y desde un inicio vieron a las tierras bajas del este como botín de guerra. Lugar de destierro o de exilio para sus enemigos políticos.

Por eso toda manifestación de cambio que surge desde Santa Cruz es tachada de regionalista o separatista por la oligarquía andina. Pero veamos “cómo piensa en Bolivia” la oligarquía paceña. La guerra civil boliviana o Guerra Federal boliviana (1898-1899) que enfrentó el norte (liberales de La Paz) contra el sur (conservadores de Sucre) por el liderazgo de Bolivia que culminó con la derrota del oficialismo y la transformación de La Paz en sede de facto de los poderes ejecutivo y legislativo, les dio la oportunidad de integrar todos los departamentos y no fue así, solo concentraron todo el poder y cerraron toda posibilidad descentralizadora.

En ese contexto, el Memorándum de 1904 que pedía ferrocarril para la integración de oriente y occidente, encrispó a los “federalistas” paceños que ya llevaban cinco años con todo el poder político y económico en sus manos. Otro hito que marca esa visión centralista fue cuando impidieron que la Ley Busch de 1938 distribuyera las regalías hidrocarburíferas del 11 por ciento entre los departamentos productores. Ya no era la minería y sobre todo el estaño la fuente de la riqueza del país y durante más de 20 años se quedaron con los recursos de las regalías petroleras. Incluso acusaron a los cruceños de separatistas cuando pedían que se cumpla la ley en la década del 50, e intensificaron la “colonización” de las tierras bajas con el traslado de colonos occidentales para estaquear “su” territorio. Con la llegada de la democracia el 10 de octubre de 1982, adoptaron la ideología populista izquierdosa que cultivaron para seguir controlando el poder político y sin pestañear cambiaron al liberalismo nuevamente con el MNR y sus socios de oriente. Sólo que ya el despegue económico no les pertenecía y las élites de Santa Cruz debían ser domesticadas en un concubinato para que no accedan a demandar el control político. La irrupción de los cocaleros con Evo Morales a la cabeza, les solucionó el problema.
Según Pilar Mendieta Parada, en su artículo “Por órdenes del Papa Santo de Roma: la "Proclama de Caracollo" de Pablo Zárate Willka (1899), entre las características principales del conflicto estaba el apoyo de amplios sectores de la población y los indígenas al Partido Liberal que durante los años en que estuvieron en la oposición, construyeron un discurso desde el cual apelaron a los distintos sectores de la sociedad y se vincularon con los estratos populares descontentos con el régimen conservador; entre estos se encontraban los indígenas. Pero el conflicto también tuvo causas económicas que tenían que ver con la creciente importancia de las ciudades de La Paz y Oruro, y con una fortalecida élite relacionada con el comercio y la minería del estaño. Estas ciudades y sus élites, con los liberales como sus principales representantes, necesitaban, además del poder económico, el instrumento político que les permita tomar las riendas del país. El 12 de diciembre de 1898, iniciaron la lucha armada por el poder a través del recurso del golpe de estado y la organización de una Junta de Gobierno Federal. Se proclamó de esta manera la Regeneración de Bolivia a partir de principios federales y de la libertad de sufragio. A todo ello se sumó la lucha de las comunidades indígenas que, en esta oportunidad, actuaron aliadas al Partido Liberal en contra de un enemigo común que eran los conservadores del sur afincados en Chuquisaca. De esta manera La Paz consolidó el poder con un discurso federalista que nunca cumplió, pese a que por 21 años los liberales paceños se mantuvieron en el poder. Solo consolidaron una visión centralista y minera monoproductora, que hasta hoy continúa aferrada al poder que defiende a ultranza de la mano del voto étnico y prebendalista de occidente. Lo “nacional” viene del mundo andino, lo “regional” de las tierras bajas de oriente.

El diccionario define a un outsider como un competidor desconocido y con pocas posibilidades de éxito, o persona que está al margen o fuera de las tendencias más comunes. Quizá por eso fue que Evo en principio ignoró los reclamos de Luis Fernando Camacho, cuando desde el Comité pro Santa Cruz empezó a cuestionar las acciones autoritarias de su gobierno. Cuando se realizó el cabildo de 4 de octubre, fue interpretado como un movimiento de los “oligarcas separatistas vende patria” ajenos al pueblo que estaba con su proceso de cambio. Hasta sus socios de oriente se mostraron molestos y celosos del éxito del cabildo que fue más numeroso que los anteriores comandados por el mandamás político, que había pactado el status quo para las amañadas elecciones del 20 de octubre pasado. Evo ridiculizó los 21 días de paro y de manera burlesca, dijo que les enseñaría a bloquear. Cuando quiso reaccionar ya era demasiado tarde: la llama de la libertad se había prendido y el descontento silenciado por el temor desapareció en la población y uno a uno se sumaron los cabildos en todo el país. Y lo demás ya es historia.

Hoy nos aprestamos a elegir un nuevo gobierno por los próximos cinco años y nuevamente la oligarquía andinocentrista se encarga de imponer un candidato que se acomoda a sus mezquinos intereses. Santa Cruz no le tiene miedo al cambio y siempre ha respetado el voto ciudadano que decide quién será el elegido por la mayoría para gobernar el país, pero también le ofrece a los bolivianos un país moderno, descentralizado y lleno de oportunidades, como ya lo saben los ciudadanos paceños, orureños, potosinos, cochabambinos y chuquisaqueños que conviven desde hace mucho tiempo en la capital oriental. Ud. con su voto decida si quiere más de lo mismo o apuesta por el cambio.

(*) Vicepresidente de la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia, ANPB.

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