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Susana Seleme Antelo

De olvidos y desinformaciones


2020-05-18 - 20:26:00
¿Será válida la sentencia de Huxley de que “la única lección de la historia es que no aprendemos nada del pasado”?

Como todo lo relacionado con el género humano, ya resulta difícil creer o caer en absolutos: ni en los ‘no’ apocalípticos, ni en los ‘sí’ a raja tabla. Unos y otros eliminan el pensamiento crítico, la mesura y sume al mundo globalizado en un océano polarizado. De yapa, con noticias falsas que desinforman, mal informa, o son información tendenciosa y mal intencionada que pretende cubrir con un manto de ‘neutralidad informativa’ verdades que se ocultan, se manipulan o se pretenden olvidar.

Desde que el Sapiens dominó a todas las especies del Reino Animal, hace millones de años, hemos confirmado que somos muy mortales: la pandemia COVID 19 nos los recuerda aquí y ahora. El virus sigue su ciclo y mata sin perturbarse, igual que las muchas otras pandemias habidas en la historia. En la del 1918 ya se usaron barbijos y tapabocas. De ese pasado, la humanidad sí aprendió que las cuarentenas protegen para evitar contagios masivos. De ahí el imperativo global actual: “quédate en casa”, que se ha cumplidobien, poco o mal, dependiendo de países y regiones.

El pasado también nos remite aquello tan sensible al hombre como el instinto de dominación, núcleo central del poder, cualquiera que sea. Ese instinto, ya natural o cultural, está estrechamente ensamblado al ejercicio del poder que se ejerce siempre sobre los demás. Quizás por ese instinto, el hombre no ha aprendido ni comprendido que el poder no es eterno, que no es inmutable y que cambia, porque el cambio es una constante.

Eso es lo que el ‘ex‘ Evo Morales no aprendió ni quiere aprender. Él, que renunció el 10 de noviembre de 2019, hace 6 meses, que al día siguiente huyó y pidió refugio después de montar fraudes electorales sin medida ni clemencia, como el padrón electoral inflado en 1,2 millones de votantes para su beneficio; o el de las circunscripciones uninominales que tira por la borda el principio de un ciudadano un voto, de donde la población rural, que es un tercio del total del país, está sobre representada, y la urbana, que responde a un fenómeno global de concentración en las ciudades, está disminuida; o la Ley 421 que le quita al cuarto poder del Estado, el Electoral, la potestad de administrar la delimitación territorial de las circunscripciones y, finalmente, el fraude de 20 de octubre del año pasado, fraude con el que pretendía quedarse en el poder “para toda la vida”.

Él, el cocalero, que creyó a pie juntillas lo que en 2015 dijo su entonces meloso Vice: “si el Evo no está el sol se va a escapar y la luna se va esconder”. Los únicos que se escaparon fueron ellos dos y otros, exministras incluidas. Sin embargo, aquí sigue brillando el sol que suele rajar piedras y más de un sapo, “cancionero” como el de los Charchaleros, le sigue cantando a la luna llena, o a la que le toque porque está enamorado.

Al cocalero Morales sí se le puede atribuir la frase de Huxley: no aprendió lección alguna de la historia. De la dialéctica tampoco. Es decir, de la contradicción y de las múltiples determinaciones de la realidad. Sí aprendió, o sus asesores le enseñaron y él autorizó su implementación, que en tiempos de paz no hay mejor arma que la propaganda política. Lenin bien aprendido. Tanto que entre 2011 y 2019, su aparato de propaganda gastó Bs. 1.718 millones en promover su imagen, en cultivar su ego, millones equivalente a 4.938 respiradores, que en la actualidad más que bien le hubiesen venido a Bolivia para enfrentar la emergencia sanitaria por pandemia. (ABI). O para equipar Unidades de Cuidados Intensivos (UTI), pues antes de la COVID 19, el sistema de salud público solo tenía 145 camas. Es decir, una por cada 80.000 habitantes.(Pagina7.Siglo 21)

Y si hablamos de aviones o de vuelos oficiales, bien valen algunos datos para que no se rasguen las vestiduras quienes pretenden pescar en río revuelto, como los del partido del ‘ex’ y algunos más. Por ejemplo, recordar, como recuerda Humberto Vacaflor, que en abril de 2010 Bolivia compró sin licitación el avión Falcon 900 EX Easy francés, fabricado en principio para el célebre equipo inglés, Manchester United, en $us 38.7 millones. En ese avión presidencial iba y venía dentro de Bolivia y fuera, a unos costes de escalofrío. Su “mantenimiento, combustible, refrigerios, repuestos, viáticos a la tripulación, pasajes en otras líneas aéreas para el equipo de apoyo y demás, suman $us 28MM entre 2015 y 2019”, apunta Vacaflor. Y agrega que en los primeros 10 años del gobierno, Morales realizó 4.624 viajes en todo el territorio nacional y llegó a 46 países; que tenía 6 aeronaves a su disposición, incluidos tres helicópteros en los que solía ir de la casa presidencial a Palacio Quemado, su despacho, en un viaje de 2,8 km. Salvo el semanario Siglo 21, nadie ha registrado ese brutal y vergonzoso despilfarro, en medio de la orfandad del sistema sanitario que heredó Bolivia de los 14 años de Morales.

Mirar la realidad o debatir sobre ella, exige argumentar con datos y hechos, ponerlos en el contexto y compararlos con otros, si se desea darles valor analítico serio, al margen de todo fundamentalismo. Algunos que se inscriben en la actual oposición democrática,olvidan que el enemigo principal de la democracia son Morales y su partido, el MAS, no la presidenta.

Mientras tanto, el gobierno se abre un hueco con el periodismo, con sectores de Derechos Humanos internos, externos y otros, con un Decreto Supremo que confunde en vez de dar certezas democráticas, cuando su intención era combatir la desinformación venga de donde venga. Faltó claridad normativa, si de suyo invoca a la Ley de Imprenta, que es el escudo para el ejercicio de la libre expresión y el buen periodismo.

Como quiera que fuese, entre la pandemia que crece, de acuerdo a las curvas epidemiológicas, el ‘ex’ y el masismo que no cesan en sus fines conspirativos, la desinformación y los olvidos interesados, todavía quedan aprendidas lecciones del pasado: fue la sociedad boliviana unida y firme quien hizo huir al tirano en 2019 porque queríamos democracia, libertad y paz. Las seguimos queriendo.

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