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Susana Seleme Antelo

La estabilidad democrática de la agenda feminista


2020-03-11 - 21:25:35
Quienes nos sentimos herederas, hijas, hermanas, compañeras de lucha de todas las que han sido y son feministas, les agradecemos a las de la primera ola, la segunda, la tercera, la cuarta y las que vengan. Somos tributarias de todas ellas. También de las que optan por el feminismo de la igualdad o de las diferencias, como de las que exigen salarios iguales para que mujeres y hombres cobren lo mismo, por el mismo trabajo, con las mismas capacidades demostradas.

¡Cómo no agradecer a las que denunciaron y denuncian la violencia de género, las agresiones físicas, las psicológicas, las violaciones, los acosos, la discriminación! ¡Cómo no hacerlo frente a las que gritan “NI UNA MÁS” para que dejen de matarnos! En cada uno de esos feminicidios, muere algo la sociedad toda, porque hay mucho más que odio y homicidio: se mata la vida misma, porque las mujeres damos vida, con ayuda de los hombres, cierto.

Les agradecemos a las que piden la despenalización por interrupción del embarazo no deseado por múltiples factores. Y aclaro que no somos abortistas, pero apoyamos el derecho a decidir. Les agradecemos a todas, pues todas se contienen unas a otras, y todas apuntan, como señala Amelia Valcárcel, a la estabilidad de la agenda feminista y a la fuerza de sus argumentaciones.

Por eso es un deber de la memoria agradecerles. Sus luchas siempre han tenido la indeleble impronta democrática. ¡Tan democrática que su primera demanda fue el derecho de las mujeres al voto!

Esa agenda sufragista, fue decisiva. Luego se fijó la adenda del abolicionismo. Más tarde, y siempre, la demanda por los derechos educativos, civiles, políticos y la voluntad de exigir igualdad y justicia como poderoso aporte de la construcción democrática. Desde los años ’80, abarca las cuotas de género, hasta lograr la paridad política. Valcárcel concluye que “Esas son agendas, por así decir, invariables y esperables en el devenir metódico de la teoría y la acción pública”.

Sin embargo, el feminismo no es prescriptivo ni dogmático. Sí da pautas para reflexionar sobre la asimétrica realidad de género entre hombres y mujeres, siempre desfavorables a ellas en términos de oportunidades de acceso a bienes, servicios, prestigio, poder y libertad. Es el ‘habitus’ patriarcal, decía Bourdieu. Y agregaba que es un hábito, no un destino.

La agenda feminista asume la igualdad como el derecho jurídico de todos los seres humanos a ser reconocidos como iguales ante la ley sin discriminación alguna. La equidad articula tanto los derechos individuales, como la justicia social y política. Tiene en cuenta las situaciones de partida, el “habitus”, para que la igualdad de condiciones y oportunidades sea real a favor de las mujeres y no con sesgos androcéntricos. Tras la Conferencia de Pekín de 1995, se optó por utilizar el término equidad frente a igualdad, sin dejar de tomarla en cuenta, pero no para equiparar a las mujeres con los hombres. De ahí la consigna: ¡Viva la diferencia con derechos iguales!

Lo que importa a la memoria histórica del género humano es que el derecho al voto de las mujeres y sus otros logros son la contribución feminista a la democracia, a la convivencia pacífica entre diferentes y al pensamiento libre. Hubo hombres que apoyaron y apoyan. Reconocimientos a ellos.

Y hoy podemos votar y lo haremos el próximo 3 de mayo, con mujeres candidatas a presidenta, a senadoras y a diputadas, en forma alterna, aunque, después, algunas sufran acoso político, machista y patriarcal.

Votaremos para reencauzar la democracia secuestrada durante 14 años por la falsa promesa del “proceso de cambio”. En los hechos fue la pretensión de imponer el pensamiento y el partido únicos, “para toda la vida”. Así lo expresaba el “ex”, hoy huido y refugiado, que no está con nombre y apellido en la papeleta electoral, sino por interpósito binomio, que habla poco. El candidato que habla y dicta la política electoral lo hace desde su asilo político. En realidad, el candidato del MAS es el cocalero Morales.

¿Qué representa con cara de Luis Arce Catacora, ex ministro de Economía? Representa el despilfarro obsceno, el desperdicio de lo que fue la bonanza económica, sus secuelas y los elefantes blancos que han dejado $us 14.000 MM de déficit fiscal. Representa el retorno a los abusos de poder, las muertes, las persecuciones, los exilios políticos. Representa la negativa a la pluralidad política, a la independencia de poderes y al pensamiento crítico. Y, camuflado en el discurso de preservar el cultivo ancestral de la hoja de coca, materia prima de la cocaína, es la carta blanca otorgada al narcotráfico y al crimen organizado. También representa al ‘macho’ cocalero que quería una quinceañera para irse a su Santuario, en Chapare, cuyos cultivos de coca, se destinan casi en su totalidad a la producción capitalista de droga.

¿Se dan cuenta los partidos políticos que terciarán el próximo 3 de mayo, no solo dispersos, sino que se ceban contra la candidatura de la presidenta Jeanine Añez Chávez? ¿“Hombres necios”, si recuerdo a Sor Juana? ¿O les vale solo “haber nacido hombres”, si busco a Adela Zamudio? Jeanine Añez sí demuestra tener las cosas claras. Sabe quién es el adversario/enemigo principal.

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