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Humberto Vacaflor Ganam

Defensa del narcotráfico


2020-02-02 - 20:27:17
El descubrimiento de 32 fábricas de cocaína en solamente siete horas en el Chapare, la destrucción de una moderna fábrica de clorhidrato que producía una tonelada al día, la captura de un avión con una tonelada de droga boliviana en México y la detención de masistas millonarios vinculados al negocio son hechos que afectan al MAS.
Si alguna desventaja tiene ese partido, aparte del desastroso manejo que hizo de la economía legal del país, es su inocultable relación con el narcotráfico. Y esa podría ser su sepultura.

Pero el economista Rolando Morales ha decidido cuestionar la importancia del narcotráfico en la economía boliviana. Ha escrito una columna en que afirma que esa actividad, que ha mantenido a un gobernante durante cerca de catorce años en el país, apenas significa 1,4% del PIB.

Sus cifras son equivocadas pero sobre todo desactualizadas. No ha leído ni a Roberto Saviano ni a Leonado Coutinho. No sabe que el industrial bananero Miguel Zambrana calcula que el rendimiento de una hectárea de coca en el Chapare es de 66.000 dólares al año, sin entrar en la etapa de industrialización. Ningún otro cultivo podría competir con la coca, ni siquiera la palma africana.

Dice Morales que los “yanquis” calculan que la producción de cocaína en el país es de 239 toneladas por año, una cifra que la DEA cambió hace cinco años y ahora calcula que son 320 toneladas. En fin, tiene cifras desactualizadas pero sobre todo ingenuas.

Imaginar que una actividad económica que representa 1,4% del PIB boliviano tiene excedentes para financiar al MAS, al partido Podemos de España, para mandar aportes al PC cubano, para de aportar al Foro de Sao Paulo, es imaginar lo imposible.

Una actividad que ha sido capaz de conseguir que el gobierno instale una planta de urea en el Chapare sólo para crear un flujo de exportación a Brasil y Argentina que permita contrabandos de “valor agregado”, como ocurre en la realidad, no es despreciable.

Que exista una millonaria flotilla de camiones que llevan ripio chapareño hasta Brasil y Argentina, con ese mismo contrabando, no es para aprendices.

Una actividad económica que ha obligado al anterior gobierno a que los ascensos de las Fuerzas Armadas deban ser aprobados por los cocaleros, que ha conseguido la construcción de un aeropuerto de 50 millones de dólares sólo para que operen aviones Hércules venezolanos para llevar la droga a ese país, como lo denunció Coutihno.

Quienes se han propuesto menospreciar la fuerza del narcotráfico en Bolivia tienen propósitos políticos claros. Propósitos electorales.

No están enterados de que el presidente de Colombia, Iván Duque, llama a los países del “socialismo del siglo XXI”, la “transnacional del crimen organizado”. Las FARC, que habían firmado acuerdos del paz con el anterior gobierno colombiano, han optado por desconocerlos y su comandante Ivan Márquez ha dicho que la obligación de esta narco-guerrilla es ahora defender al gobierno venezolano de Maduro.

El narcotráfico está muy presente en Bolivia. Es responsable de la burbuja financiera y de la construcción que se está dando ya, y sólo espera que existan ingenuos capaces de decir que no, que no pasa nada. Ah, y la burbuja política.

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