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Susana Seleme Antelo

La memoria como un deber social


2019-10-17 - 20:53:12
En estas horas de reflexión política, silenciosa y sin propaganda electoral, voy a echar mano de la memoria. Miro atrás y veo, como apunta el arquitecto Víctor Hugo Limpias, al “pueblo aislado y solitario durante 4 siglos (durante el auge gomero solo viajaban los industriales), y que en solo 3 años (Septiembre/1954 a Diciembre/1957) nos hayamos conectado al mundo (con los Andes, Brasil y Argentina, de golpe y porrazo) fue por un lado traumático y por otro, providencial. El trauma nos salvó de desaparecer…”

Vuelvo a mirar y resulta que ¡es cierto! no desaparecimos. Aquí estamos vivos, sin olvidar que lo estamos gracias a quienes nos precedieron, a quienes se imaginaron el provenir y lo construyeron. Otros escribieron la historia: Humberto Vázquez Machicado, Enrique Finot, Hernando Sanabria, José Luis Roca, Isaac Sandóval R., Alcides Parejas Moreno, Paula Peña Hasbún, entre muchos más.Ynos la han legado. Algunos sembraron la audacia pionera de valores empresariales, también individualistas y competitivos.

Todas las generaciones le fuimos agregando lo nuestro, hasta hacer de Santa Cruz la región emergente que es actualmente. Espacio territorial ahíto de promesas y también dificultades, dada la complejidad contradictoria de todo capitalismo periférico para alcanzar un desarrollo sostenible con justicia y equidad.

Si Santa Cruz es la ‘locomotora económica’ de Bolivia, la que contribuye más a la recaudación tributaria, la región que más crece en población, la que atrae más migración interna y externa, la que produce 72 % de los alimentos que consumen sus más de 11 millones de habitantes, la región desde donde surge la nueva Bolivia diversa, múltiple, abigarrada y mestiza¡enorme responsabilidad la que nos han dado! Responsabilidad política, socioeconómica, cultural, medioambiental, étnica, de género y generacional.

¿Responden este presente y futuro a una estrategia de sus clases dominantes y élites locales con un horizonte de visibilidad tan a contra flecha del omnipresente centralismo andino? ¿O es la cosecha de las disruptivas luchas regionales del siglo pasado y principios de este XXI: regalías petroleras, descentralización, democratización de alcaldías, elección de prefectos, manifestaciones democráticas como los ‘Cabildos’, peleando por autonomía y ahora por el federalismo de vieja data, desde Andrés Ibáñez? ¿O es ambas cosas, más otras y todo mezclado?

Aquellas fueron demandas regionales que, algunas secuestradas por el centralismo, como las autonomías actuales, se convirtieron en políticas de Estado. Este es el resultado de aquellos fructíferos años. Nada bien les cae a muchos centralistas. Es lógico, si asumimos que cuando crece la competencia en unidades territoriales que no están separadas por fronteras, ganan credibilidad las élites locales y el argumento de que la autonomía política es necesaria para aumentar la competitividad económica. En eso andamos contra los centralismos de cualquier cuño.

Me apropio de la frase de la escritora y feminista nigeriana, Chimamanda Ngozi Adichie, para afirmar que “el silencio es un lujo que no podemos permitirnos”. Lo repito para sugerirle a los habitantes de Santa Cruz departamento y Santa de la Sierra capital, que debiéramos mirarnos al espejo para reencontrarnos y decirnos la verdad. ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? Tengo la impresión de que andamos perdidos al calor de una coyuntura que ha extraviado la memoria como un derecho y como un deber social.

Sólo ahora que se conocen las formas superiores de la evolución histórica de la región, se puede ir a las inferiores, para saber cómo fue su devenir. Es decir, la comprensión holística de ‘La cuestión regional’, transversal al desarrollo de la formación socioeconómica cruceña.

En ese orden, es necesario empezar por afirmar que el regionalismo no es separatismo. Es “la expresión de un malestar y de un descontento”, como afirmó José Carlos Mariátegui, frente al centralismo, allá por 1928. El escritor peruano señalabaque“el fin histórico de una descentralización no es secesionista, sino por el contrario unionista. Se descentraliza no para separar y dividir a las regiones, sino para asegurar y perfeccionar su unidad dentro de una convivencia más orgánica y menos coercitiva. Regionalismo no quiere decir separatismo”.

Hacer referencia al pasado, es ir a las raíces del presente y entender los primigenios orígenes de un conflicto que oscila entre baja y alta intensidad, desde el desdén, el atraso, el despegue, el progreso, su explosión, sus desafíos y sus debilidades. Entre ellas, la cultura cruceña, la mestiza, que conlleva la auto identificación territorial.
La identidad de los diversos actores sociales, hoy anda coja. Aquella ‘lealtad’ autorreferencial al territorio se está perdiendo, se ha perdido, o no fue adquirida. A algunos porque no les interesaba: no tenían apego a la región. A otros, porque son ‘recién llegados’, es decir migrantes de otras regiones del país, en busca de su lugar en el mundo. Y otros, como punta de lanza de sus propios intereses.

Entonces, insisto: mirémonos al espejo con el derecho y el deber de la memoria. Soy cruceña y boliviana.

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