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Marcelo Ostria Trigo

¿La patria se derrumba?


2019-08-28 - 13:05:12
No se trata solamente de responsabilidades por el desastre de las quemas en una enorme zona del país; es una cadena de desaciertos, medidas demagógicas, cinismo que se mezcla con la ignorancia, avidez de los corruptos encumbrados y afán de la perpetuación en el poder. Desde aquel dia de diciembre de 2005, los bolivianos, ciegos y ansiosos de cambiar, elegimos, siguiendo el populismo del entonces presidente venezolano Hugo Chávez. Y así nos va.

Se ha afirmado –con razón– que el populismo tuvo la fortuna de los altos precios de las materias primas, en especial de los hidrocarburos, y que la ineptitud y la demagogia derrocharon. Pero el mayor mal es el sentimiento de muchos en sentido de que no tenemos arreglo; que nuestro sino es ser subdesarrollados; que es inevitable permanecer como uno de los países más pobres del continente. Todo esto se dio en una década y media. Y ahora, cuando la crisis asoma por la declinación de los precios y la producción de las materias primas exportables, se insiste en prolongar un modelo político y económico fracasado con el empeño de prolongarse sine die en el poder.

Y con este propósito se amañan elecciones, se presenta un binomio ilegal y se abruma con propaganda reeleccionista a costa del Erario Nacional, es mása importante la campaña electoral y organizar actos con participantes obligados, todo bajo la fundada sospecha de que los comicios de octubre próximo no serán ni libres, ni justas, ni la expresión de la soberanía del pueblo. (V. Artículo 3° de la Carta Democrática Interamericana).

Con el afán de imponer caprichos y captar adeptos a toda costa, se acaba de presentar la terrible consecuencia de una nueva imprevisión basada en la demagogia: autorizar con un decreto las llamadas quemas “controladas” del trópico boliviano para disponer tierras, y entregarlas a los que se sabe que los beneficiarán con el voto ciego e irresponsable. Pero todo se les fue de las manos. El trópico se incendia y se asegura que ya se perdieron en el desastre de las quemas un millón de hectáreas de selva; y que, para recuperarla –si es que se recupera– se tardaría más de dos siglos.

Con este cuadro desolador, en que errores, corrupción, engaños y voluntarismo persisten y se propone seguir en el mismo camino, habrá que recordar la novela La hora 25 de Constantin Virgil Gheorghi., en que la todo estaba pedido, pero “…no es la nuestra la última hora, sino la de después: la hora cero; la hora exacta en la que hay que comenzar a mejorar el mundo”.

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