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José Percy Paredes Coimbra

Mujeres poderosas


2019-01-28 - 18:23:23
A fines del año pasado, pude escribir sobre Domitila Barrios de Chungara, mujer minera que ha sido y es un ejemplo de combatividad, de lucha sin perder la ternura. Ella fue una mujer reconocida a nivel internacional y no creo que exista nadie en la arena política que no haya por lo menos, escuchado hablar de ella.

Ella es un ícono del poder femenino, la mujer que se hizo líder en su día a día, en la lucha política, codo a codo con los compañeros varones y brilló mucho más allá del espectro de la lucha minera; ella junto a otras valientes mujeres mineras derrocaron una dictadura y dieron los primeros pasos para recuperar la democracia en nuestro país.

Así como existió Domitila, una estrella que brilla en el firmamento de las y los líderes, existen y existieron también mujeres que sus historias no fueron públicas, que no recibieron reconocimientos ni premios internacionales, mujeres heroínas que no son conocidas a nivel nacional o internacional. Hace días que ando pensando en una de ellas, algunos la conocieron, otros no, pero hoy quiero rendir mi homenaje a María Eugenia Canedo, mujer de ñeque (como decíamos en el siglo pasado).

Mauge, como le decimos sus amigos, fue de esas mujeres que luchaba por la justicia y, por lo tanto, luchó acérrimamente por los derechos de las mujeres, que según ella y las estadísticas, son el sector más vulnerable de la sociedad. Buscó el bienestar para todos y todas, pero dio especial atención a la lucha de las mujeres. Para ella daba igual que le dijeran feminista, comunista o machista, igual ella seguía aportando para lograr una vida digna para las mujeres en general y para aquellas víctimas de violencia en particular, sin importar le las etiquetas que le pusieran.

Junto a otras mujeres igualmente valiosas, Mauge trabajó para darles conocimientos técnicos que les sirvieran para romper las cadenas económicas que las ataban a sus agresores; mujer empoderada, siempre luchó y buscó empoderar a otras mujeres, desde donde estuviera, ya sea trabajando con mujeres campesinas, mujeres emprendedoras, pequeñas empresarias, estudiantes, víctimas de violencia. Todas y todos quienes conocimos a Mauge sabemos que ella es de esas personas imprescindibles, de aquellas que luchan toda su vida y no declinan nunca; ella no se dio por vencida ni en su último aliento!
Gracias Mauge, hasta la victoria siempre!

Quiero continuar homenajeando a estas mujeres empoderadas, a estas mujeres que no necesitan reconocimientos ni etiquetas para luchar por el bien de la población y especialmente por las mujeres, ésas mujeres que hacen lo que hacen por convicción y, por lo tanto lo hacen con amor.

Domitila y Mauge, dos mujeres con distintas historias pero una misma convicción; ambas nos dejaron enseñanzas entrañables. No olvido que Domitila nos destiló la esencia de su conocimiento y nos dijo que nuestro principal enemigo es el miedo, no el imperialismo.

Ese miedo que las mujeres víctimas de violencia conocen tan bien, ese miedo que inmoviliza, que silencia, que inclusive distorsiona la realidad por ser ésta tan dolorosa.

Pero no sólo los golpes físicos son violencia, los insultos, los menosprecios, las descalificaciones, eso también es violencia y también genera miedo; no sólo las mujeres están expuestas a ese miedo. Nosotros los hombres y la sociedad en sus diversos niveles también lo está.

Por ejemplo, un empresario puede callar una opinión favorable a las políticas de nuestro gobierno por miedo a ser estigmatizado como masista y, por lo tanto, hecho a un lado por su sector, los empresarios. Un presidente puede no nacionalizar los recursos o empresas estratégicas del país por miedo a que un sector de la sociedad nacional lo considere socialista o comunista (normalmente la derecha confunde los dos conceptos, a propósito, pero los ‘confunde’) o por miedo a que las demás naciones lo consideren un radical extremista.

Todos estos miedos no nos hacen bien, no nos permiten avanzar ni tomar acciones correctas en el momento preciso; estas ‘dudas’ fruto de algún miedo pueden limitar y perjudicar a un país, a un presidente o a un lider.

Lo mismo si el presidente o el líder es una mujer. Pero si la mujer está empoderada y asume tomar estos riesgos y se lanza a realizar cambios y a incidir en las políticas de su país, también es estigmatizada; probablemente dirán que es ahombrada, lesbiana, dictadora, porque rompe los esquemas de lo que la sociedad asume como ‘natural’.

Domitila y Mauge así lo hicieron y entendieron que se avanza sobrellevando el miedo, conviviendo con el; valiente no es la persona que no tiene miedo, sino aquella que a pesar de sentir miedo, avanza, asume decisiones, toma riesgos. Estas dos mujeres tan diferentes y tan parecidas, nos mostraron con su ejemplo que soñar con una sociedad solidaria y ecuánime no es una utopía; se pueden dar los pasos para lograr este sueño. Ellas así lo hicieron y gracias a ellas hemos avanzado muchísimo.

En el próximo artículo quiero hablar de una mujer que conozco y que es un ejemplo digno de mujer empoderada, que asume su posición y que es también un ejemplo para las demás mujeres, a pesar de que algunas feministas no estén muy de acuerdo con ella. En el próximo artículo voy a escribir sobre Rosario Murillo, vice presidenta de Nicaragua y compañera de vida de Daniel Ortega.

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