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José Percy Paredes Coimbra

Si me permiten hablar


2019-01-09 - 17:57:23
Inicio con el título de la obra biográfica de la compañera Domitila porque, en el anterior artículo, les dejé un pensamiento suyo, sobre el cual quiero profundizar; no lo haremos sobre toda la obra, sino sólo sobre ese específico pensamiento:

“El enemigo principal, ¿cuál es?
¿La dictadura militar?
¿La burguesía boliviana?
¿El imperialismo?
No, compañeros.
Yo quiero decirles estito:
nuestro enemigo principal es el miedo.
Lo tenemos dentro”.

Es en esta su forma tan llana y entendible de hablar, que ella nos lanza su esencia, aquí encontramos uno de los grandes errores de las izquierdas (digo izquierdas en plural a propósito, pues me refiero a todo aquello que se presenta como socialista, comunista, marxista y demás istas filosóficos).

Muchas veces el dogmatismo nos tentó a dejar de lado el ser humano y, por lo tanto, las redes sociales que tejemos, para fijarnos en macro estructuras, sistemas, cómo si éstos no estuvieran sostenidos en y por personas.

Hasta mediados del siglo pasado, no se consideraban las emociones en ningún otro ámbito más allá de la relación intrapersonal y la relación familiar. La psicología comenzó a demostrar la importancia de las emociones no sólo en la construcción de la personalidad, del tejido social o entorno y comunidad, sino también en la creación y resolución de conflictos, en la proyección del individuo en el proceso de producción.

Hoy, las emociones se estudian en los más diversos ámbitos de acción del ser humano y, con especial atención en el desarrollo, consolidación y crecimiento de empresas lideradas por determinados tipos de gerentes, con determinadas actitudes y aptitudes personales.

Entonces podemos apreciar la grandeza y la sabiduría de una mujer minera, Domitila, que sin tener estudios en psicología, mercadeo o filosofía, se dio cuenta, en su vivencia de líder y luchadora incansable, que el miedo es capaz de paralizarnos y de romper la mejor estrategia, o por lo menos boicotearla.

Cuando no tenemos claridad sobre qué queremos, sobre quiénes somos y a qué clase pertenecemos, somos como hojas que el viento lleva; no decidimos, no actuamos sobre nuestro destino, sencillamente nos dejamos llevar; esta es una manera de expresar el miedo a actuar y equivocarse en el proceso.

Nos dejamos llevar por lo que dice la mayoría, por lo que leemos en el periódico o por lo que nos repiten como loros los noticieros de la radio y la teve. Son esos medios los que están construyendo nuestra opinión y, ese poderoso valor que es nuestra libertad de pensamiento, se lo entregamos en bandeja a otros para que sean ellos quienes decidan lo que es bueno, lo que es malo y lo que debemos pensar de tal o cual gobierno, persona, ley o conducta.

Es más fácil dejar que otros piensen por nosotros porque así no nos comprometemos, si se demuestra la equivocación, para nuestra tranquilidad podemos afirmar: ‘ellos dijeron que era así’ o ‘ellos se equivocaron’. Tenemos miedo de actuar, de tomar una posición en esta rueda viva y ser ciudadanos y ciudadanas actuantes. Definitivamente es más fácil ‘votar por ganador’ que construir la victoria.

Sobre este miedo nos habla Domitila; el miedo de dejar los dogmas y crear algo a medida de nuestro pueblo y de sus necesidades, de buscar lo nuevo sin desmerecer lo viejo, de arriesgar el cambio de lo conocido por lo nuevo a conocer. Nos habla también del miedo a iniciar y mantener un proceso de cambio de estructuras, porque esto nos saca de nuestra área de confort y nos confronta con la vida que siempre hemos vivido, nos refleja en el espejo que muestra lo que conocemos y ambicionamos y que no queremos dejar ir.

Esos miedos los tenemos como individuos y como sociedades; como afirmaban los filósofos griegos, lo que se da en el individuo se da en la sociedad y en el cosmos y vice versa. Con la globalización de la información podemos ser testigos de que así somos los seres humanos; con pocas diferencias, sentimos miedo y nos paralizamos, preferimos nuestro centro de confort que lanzarnos a construir un proceso de cambio.

Solo que ahora, en Bolivia, ya hubieron suficientes personas capaces de lanzarse a comenzar un proceso de cambio estructural, comenzar y mantenerlo hasta que se logre la consolidación de una nueva estructura, abierta, inclusiva, con la capacidad de apoyar a la población, en su conjunto, para lograr su crecimiento y bienestar.

Si verdaderamente queremos un cambio, si queremos que los recursos generados por nuestro Estado se redistribuya equitativamente y que se conserve la riqueza natural del país por encima de intereses trasnacionales o personales, debemos vencer el miedo y la comodidad y defender el proceso que se inició con nuestro hermano presidente Evo Morales.

Es tiempo de rechazar el discurso y la retórica retorcida de quienes no hicieron NADA por nosotros y por el país cuando estuvieron en el poder, cuando gobernaron Bolivia; es tiempo de mantener la claridad sobre lo que queremos y defenderlo en las urnas. No queremos más violencia, no queremos más provocaciones cínicas. Todos quienes queremos un país con equidad y justicia social, debemos vencer el miedo y las mentiras. Debemos apoyar nuestro proceso de cambio y votar por quienes lo iniciaron y deben darle continuidad.

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