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Fernando Rodriguez Mendoza

Phubbing


2018-05-21 - 19:15:18
En 1853 el escritor Manuel Antonio Carreño escribió el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras, que hasta fines de los 60 del siglo pasado, fue materia obligatoria y libro de texto en escuelas; es un libro donde están “las principales normas, costumbres y reglas de etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales y es una guía básica en cuanto a las buenas costumbres y de lo que se considera como lo adecuado en urbanidad y trato entre las personas”.

Es una verdad de Perogrullo que desde entonces los buenos modales (importantísimos para vivir en sociedad) se han transformado, se han perdido o se han olvidado, pero también es cierto que la educación y los buenos modales de las personas habrán cambiado pero no han desaparecido. Justamente en la introducción del citado manual dice que la urbanidad es virtud: reflejo exterior de realidades interiores, la intención de integrarse positivamente en la vida ciudadana convertida en hechos.

La vida social en la que estamos rodando (no se me ocurre otro término apropiado para expresarlo) se encuentra en parámetros de velocidad y rapidez y, en contrapartida, los buenos modales, la educación y el comportamiento se han ralentizado más allá de lo razonable. Aparecen conductas que en términos normales no debieran realizarse, pero se van imponiendo, destrozando en su paso cualquier atisbo de urbanidad, respeto y buenas costumbres y las personas las van aceptando y asumiendo como elementos normales, sin darse cuenta de cómo se va destruyendo el afecto, la consideración y la simple atención hacia los otros.

Una de las más miserables demostraciones de ese tipo de conducta actual y normal, la vemos en todo lugar en el desprecio y el desaire hacia los demás cuando estamos juntos en cualquier actividad y las personas le dan su atención y concentración a atender su celular para ver sus chats, fotos o lo que fuere sin interesarles en lo más mínimo la presencia de otro u otros, demostrando desprecio por las otras personas.

Esta triste y lamentable conducta que desconoce las mínimas reglas de educación y respeto, ya tiene un nombre phubbing, que es un término formado por el acrónimo a partir de las palabras en inglés phone (teléfono) y snubbing (desprecio), que es la conducta de la gente (no importa su nivel de educación o riqueza o situación social) que estando juntos deja de hablarse y mirarse y su vista se encuentra pegada a la pantalla de su celular.

Es innegable que está triste práctica se generalizó convirtiéndose en una obsesión que las personas estando con sus celulares ni siquiera se dan cuenta de esta lamentable conducta.

Es obvio que no regresaremos a aplicar las normas del Manual de Urbanidad y Buenas Maneras de Carreño, pero es imprescindible que asumamos una conducta social de educación para forzar a los que desprecian la gente de su entorno con ese phubbing para que desaparezca el desaire a los demás, y regresemos a construir una sociedad donde el comportamiento de las personas respete a su entorno y exista una verdadera comunicación de cara a cara y no la fría, impersonal y peligrosa relación social en base al intercambio de mensajes virtuales.

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