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José Percy Paredes Coimbra

Raza de víboras


2018-05-02 - 18:21:22
Es sabido, desde los años de Karl Marx y hasta la fecha, que los poderosos, las clases acomodadas, necesitan que existan quienes trabajen para y por ellos, que los gobiernos graven impuestos inequitativos, siendo relativamente superiores los impuestos que la clase trabajadora debe pagar, en relación a los impuestos que los acomodados y poderosos pagan.

Las clases acomodadas, acostumbradas a gobernar y dominar, no pueden soportar la idea de que unos campesinos, indígenas y trabajadores de la ciudad sean hoy los gobernantes de Bolivia, Nicaragua, Venezuela, El Salvador, Cuba, por citar algunos países.

Al igual que hicieron en Argentina, Chile, Brasil (sólo por mencionar a nuestros vecinos del sur), las élites se visten de pueblo y quieren hacer creer que son del pueblo sus demandas de clase.

Tal como sucedió hace días en Nicaragua, unos cuantos empresarios sacaron a sus trabajadores a las calles para protestar por una ley impositiva que afectaba principalmente a las empresas grandes y no tocaba al trabajador asalariado. La farsa les quedó grande y no lograron convencer a nadie de que había descontento popular o convulsión social en Nicaragua.

Como mencioné en anteriores artículos, no solo son las farsas de las élites locales, es el bombardeo mediático que se inicia inmediatamente después de que alguien de las élites hace su teatro, rasga vestiduras por las injusticias que se cometen o el pretexto que sea con tal de dar pie a que los medios de comunicación al servicio del imperio del norte y de sus grupos locales puedan comenzar a crear una historia, a tejer hechos falsos y repetirlos tanto hasta que el pueblo se lo crea como verdad.

En el caso boliviano, tenemos a nuestros propios fariseos y escribas (o maestros de la Ley), que “(...) son unos hipócritas! Ustedes cierran a la gente el Reino de los Cielos. No entran ustedes, ni dejan entrar a los que querrían hacerlo. Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos que son unos hipócritas! Ustedes son como sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también ustedes, por fuera aparecen como justos ante los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.”

Nuestros fariseos y maestros de la Ley, actualmente están en pequeña minoría, en el Senado, en la Cámara de Diputados, en algunas Gobernaciones, en algunas Alcaldíasy claro en la jerarquía de la iglesia católica; son los primeros en levantar el dedo acusador contra quienes estamos haciendo cambios reales en el Estado boliviano con el fin de incluir a los eternos excluidos, con el fin de dignificar el trabajo y la vida de tantos hermanos y hermanas que siempre fueron humillados y marginados.

En el pasado no se sonrojaban para hacer leyes a medida de sus intereses y chantajear al pueblo, pero hoy gritan y nos acusan como si nosotros fuéramos como ellos. Pero el pueblo ya no se deja engañar; las mentiras y los gritos de acusación, los teatros mal interpretados y las amenazas, ya no oprimen, ya no asustan.

Sabemos quiénes son y qué es lo que quieren; el pueblo sabe que ustedes quieren desacreditar los esfuerzos de nuestro gobierno para que su clase sanguijuela pueda volver a gobernar y así anular todos los avances que hemos logrado, como gobierno popular, en el campo social, con educación y salud para todos, con créditos para viviendas sociales, con fondos para el desarrollo productivo, que en ningún otro gobierno antes se había visto.

Ustedes son sólo unos hipócritas que ni siquiera logran disimular su sed de poder, su hambre de corrupción; ahora se tienen que ir con cuidado porque nosotros, el pueblo, los estamos vigilando y ya no tienen las instituciones para encubrir su codicia, y eso les duele!
“Raza de víboras, serpientes (...) sepulcros blanqueados” podridos por dentro, pero con figura de personas de bien, de personas justas, acaso piensan que pueden engañar sólo con mentiras y publicidad? No se equivoquen, el pueblo está gobernando y lo hará por cien años más, le duela a quien le duela.

Ya levantamos nuestras cabezas y alzamos nuestras voz, ya no nos podrán callar, ni amilanar, ni imponer su voluntad!

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