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Fernando Rodriguez Mendoza

La nueva ley laboral es más que concertación


2017-05-03 - 12:14:30
Nos enteramos por noticias en los medios de comunicación que, además de los temas propios que están acordando en mesas de trabajo entre el Gobierno y la Central Obrera Boliviana (COB), también están discutiendo varios artículos de una nueva Ley General de Trabajo en la que ya existirían varios artículos aprobados entre esas partes.

Dejemos claros algunos aspectos que bajo ninguna circunstancia pueden obviarse en una discusión sobre la nueva normativa general laboral. No se trata de una ley que únicamente atañe a los derechos de los trabajadores, una ley general del trabajo tiene implicancias en materia impositiva, el empleador debe tener incentivos que le permitan crear fuentes de trabajo y los trabajadores deben tener muy claro como los impuestos les van a afectar en sus ingresos; en materia previsional deben estar muy claras las reglas y adecuadas a los tiempos actuales. A guisa de ejemplo, actualmente una fiscalización de las cajas de salud considera que si una empresa paga clases particulares para que sus trabajadores aprendan el idioma inglés, estos montos se encuentran sujetos al aporte a esas cajas, obviamente, es un absurdo, pero es una triste realidad; en materia familiar la importancia de reglas laborales modernas, claras y justas tienen relevancia, porque la remuneración al trabajador, generalmente, es la única fuente de ingresos que permite cubrir las necesidades básicas de la familia y no es con inamovilidad que se consiguen mejores beneficios e ingresos al trabajador. Y así, podríamos seguir viendo las directas relaciones con las diferentes materias que tienen que ver en la relación empleador-empleado en la vida de la sociedad y que no se circunscriben como lo hacía en el siglo XIX a la relación entre el dueño de la fábrica y el trabajador que sudaba la gota gorda, hoy existen otros derechos, otras relaciones y principalmente, otras formas de relación laboral.

En materia laboral se han producido profundos cambios que, obviamente, no podían considerarse a comienzos del siglo pasado, pero que sí se pueden prever aquellos que se irán presentando en los próximos 20 años y debemos prepararnos para ello. Deben estudiarse las diferentes formas de relación laboral que tenemos actualmente, producto por una parte de las nuevas herramientas de trabajo con el uso de la tecnología, que ha modificado sustancialmente muchas variables laborales, como por ejemplo el trabajo domiciliario en el que el empleado únicamente necesita estar conectado a las redes de la nube tecnológica y producir en beneficio propio como trabajador y en el de su empleador o el que utilice los resultados de ese trabajo tecnológico para crear riqueza. No podemos seguir exigiendo el cumplimiento de horarios y la asistencia física al lugar de trabajo en algunas relaciones laborales y que tienen directa repercusión en la remuneración mensual del trabajador.

La realidad nos ha puesto en situaciones en las que las condiciones de trabajo para las mujeres y para los adolescentes, han cambiado radicalmente. Hay una discriminación que la mujer solo trabaje 40 horas, forzando que cumplan más horas de trabajo no remunerado, cuando no debería existir diferencias por razones de sexo, salvo asuntos de maternidad. La relación laboral con los adolescentes (no menciono niños, porque es labor primordial de cualquier Gobierno que los niños no tengan que trabajar) debe establecer modernas normas en este tipo de trabajos, llámense aprendizaje, preparación, ayudantía o lo que fuere.

Tampoco es aceptable no contemplar como una nueva realidad laboral la relación que las diferentes franquicias internacionales (especialmente de comida rápida) tienen con estudiantes universitarios, con horarios más que flexibles (en beneficio del empleado) y con exigencias, bajo amenaza de multa, de las autoridades laborales que no reconocen este tipo moderno de relación laboral que beneficia directamente a ambas partes, por el anacronismo mental de quienes deben conocer asuntos de esta naturaleza.

La nueva ley general del trabajo debe superar, sin discusión alguna, el criterio mental de obsolescencia que no permite ajustarse y adaptarse a los tiempos actuales y a los que vendrán más adelante. El temor que tengo, es que las actuales discusiones sobre la nueva normativa laboral, se mantengan dentro de un dogmatismo que no sabe de tolerancia y que ignora (no sé si intencionalmente o no) la realidad de la nueva relación entre el empleado y su empleador.

El tratamiento de la nueva ley general del trabajo no solo es un tema de concertación entre los involucrados (y en la práctica uno de ellos, el que crea fuentes de trabajo es únicamente un mirón de palo), es un asunto que amerita profundo análisis y consideraciones profesionales de todos los involucrados y de la sociedad boliviana en su conjunto.

Una nueva ley general del trabajo debe tener como parámetros, no negociables y aplicables, la participación de todos los involucrados, buscando que los empleos sean decentes, la gente tenga derecho a tener a un trabajo digno, pero no como un enunciado, sino como la realidad que permita encarar a las familias su futuro con mayor seguridad y a los creadores de fuentes de trabajo la generación de riqueza que regrese en obras en beneficio de todos.

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