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Marcelo Ostria Trigo

¿Y ahora qué?


2016-09-07 - 11:11:57
Caracas vivió el 1 de septiembre una jornada memorable. Más de un millón de venezolanos exigieron —pese a las anunciadas represalias del gobierno, que se cumplieron con detenciones de ciudadanos— el retorno de la democracia y que termine la era del populismo chavista que ha desatado una crisis terrible, fruto de su incompetencia y de la corrupción generalizada de sus dirigentes.

Pero el chavismo —como es frecuente en los populistas— niega lo evidente: que ha perdido el rumbo y que la gran mayoría de los venezolanos está harta de sus falencias, abusos y, en el caso de Nicolás Maduro, de las bellaquerías y absurdos propios del ensoberbecido por el poder. La negación cínica de la pérdida de apoyo ciudadano pone en evidencia a los sátrapas.

Sí, el 1 de septiembre hubo una contramarcha del chavismo; pero, como ya es práctica usual de los autoritarios, una buena parte de los manifestantes “bolivarianos” fueron por el temor a las amenazas de represalias. Es efecto, antes de la Toma de Caracas, Maduro hizo que se destituya a los funcionarios públicos que firmaron la petición del referéndum revocatorio a su gobierno.

Mientras tanto, el régimen de Maduro se va aislando. Le quedan muy pocos amigos: los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua, de alguna manera los integrantes del Frente Amplio de Uruguay y, como no, la Cuba de los Castro que, en cualquier momento, podría negociar con el “imperio” la interrupción de asesoramiento y ayuda al chavismo.

Con sus actitudes arrogantes, los populistas muestran su debilidad y miedo a la caída. Pero, por otra parte, en la espera del fin de esta adversidad que se ceba en los venezolanos, solo hayapoyos declarativos a la democracia. La Carta Democrática Interamericana, sigue sin ser aplicada al régimen de Maduro, pese a la clara posición —ciertamente más digna que la de su predecesor— del actual Secretario General de la OEA de impulsar los mecanismos existentes para enfrentar la quiebra de la institucionalidad democrática y la violación constante de los derechos humanos en Venezuela.

¿Habrá actitud conjunta de quienes están obligados a defender la libertad —los gobiernos y políticos vorazmente demócratas— impulsando sanciones a un régimen ostensiblemente opresor, corrupto, autoritario y brutal? Está claro que se debe sancionar a un régimen de oprobio de acuerdo con las normas establecidas en el sistema interamericano, y aislarlo. Aplaudir a los venezolanos que enfrentan al opresor, no basta. Por ello, la pregunta: ¿Después de la toma de Caracas, qué?

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