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Álvaro Riveros Tejada

Estertores del populismo socialista


2016-05-18 - 20:08:30
En medio de convulsiones propias de un organismo envenenado, uno por uno van cayendo los regímenes socialistas que, bajo el influjo del Foro de Sao Paulo, gobernaron por más de una década y media a una enorme mayoría de países latinoamericanos y fue en el Brasil, sede fundacional de esa tristemente célebre entelequia creada por Lula da Silva y Fidel Castro, donde paradójicamente tuvo que escribirse uno de los últimos capítulos de su frustrante agonía.

La caída de Dilma Rousseff, llevándose consigo al Partido de los Trabajadores, con el que llegó al poder hace trece años, cuando la bonanza económica estuvo en uno de sus mayores auges, antes de un golpe de estado, como ella trata de calificarla, es la consecuencia de una gestión caracterizada por su impopularidad y por los escándalos de corrupción sin precedentes que han protagonizado sus dirigentes y que lindan con la traición a la Patria, como la virtual destrucción de Petrobras, una de las empresas petroleras más poderosas del mundo y, a la cual han dejado con una deuda corporativa de 100.000 millones de dólares que el Tesoro General del Brasil, cuya deuda pública ya de hecho es insostenible, demoraría 6 años en saldar, siempre y cuando la empresa se comprometiese a no gastar ni un solo centavo más.

En la Argentina, otrora la segunda locomotora económica del continente, los doce años de gobierno kirchnerista lograron lo inimaginable, al dejarla endeudada en más de 150.000 millones de dólares y más del doble del monto de esa deuda, fruto de una corrupción desembozada, fue expatriada a depósitos bancarios en paraísos fiscales.

En el Ecuador, ante el adverso clima social y económico que crece gradualmente, Rafael Correa, aunque alejado cautelosamente de esa pandilla populista, ha optado por una discreta retirada y, a fin de no caer en la tentación de una nueva reelección, ni acudir al uso de un lenguaje futbolero que haga alusión a un segundo tiempo o una definición por penales, espera hasta que un posible cambio de la Ley se lo permita. Empero, sigue manteniendo todavía un férreo control sobre la vida política y de la prensa, sin dejar de lado su absurda postura antinorteamericana, como la derechazar la ayuda que los EE.UU. ofrecieron a las víctimas del terremoto, bajo el mismo principio de aquel que se hace castrar para vengarse de su mujer.

Entretanto en Venezuela, la cleptocracia chavista constituida en el mono mayor de toda esta truculenta farsa inventada por el micomandante, que no reparó en dilapidar en su utópico proyecto del Socialismo del Siglo XXI todo el dinero que, por concepto de los altos precios del petróleo, le proporcionó la mayor riqueza de su historia, hoy se debate entre la hambruna y el miedo a una camarilla de sátrapas que están llevando a esa noble nación al mismo precipicio donde caerán sus hermanos ideológicos.

Ante este cuadro desgarrador, gracias al blindaje con el que nos acorazó la Pachamama, a los bolivianos se nos asegura que aislados como estamos, podremos salvarnos de la hecatombe, aun declarando la guerra a Chile, y sin emitir los estertores del populismo socialista.

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