Fernando Rodriguez MendozaBolivia al desnudo
2016-01-26 - 11:40:05
A pesar de unos supuestos avances tecnológicos, de un progreso y desarrollo parcial en algunas actividades y otros aspectos que la propaganda política publicita cada día y de manera machacona, Bolivia sigue siendo un país subdesarrollado con todas las taras que esto implica.
En efecto, estamos en la cuarta semana de 2016 y dos componentes fundamentales en la vida del Estado demuestran su pobreza y mediocridad en extremos que duelen: me refiero a la educación y a la salud. Los médicos pararon por 48 horas exigiendo nuevos ítems y estabilidad laboral, esto por no haberse asignado nuevos ítems para más profesionales, que con urgencia se requieren para atender a la salud de la población; y, a aquellos que sí lo tienen, disponen de contratos de trabajo de plazo fijo, con la incertidumbre cada año de si seguirán o no en la planilla mensual. Este tema, absolutamente administrativo, tiene una consecuencia triste y lamentable, porque es el enfermo el que paga los platos rotos de la ineficiencia administrativa nacional, departamental y municipal en materia de salud.
Se pueden encontrar más campos de hidrocarburos, se pueden tener más satélites y mejorar las comunicaciones, pero si no se puede atender eficientemente a los enfermos, el subdesarrollo del país se hace patente y patético, con el agravante de que no vemos soluciones reales y efectivas en el futuro.
Asimismo, hemos visto a padres de familia afligidos en extremo porque no pueden inscribir a sus hijos en los colegios, mostrándonos situaciones inconcebibles en el siglo XXI, con algunos establecimientos escolares que tienen la costumbre de ‘sortear’ cupos para la inscripción escolar; es decir, se deja al azar que un chico pueda o no estudiar, cuando la obligación del Gobierno y de todas las autoridades es procurar la educación para todos los bolivianos en edad escolar. Si no pueden dar cobertura de educación a quienes les corresponde asistir a la escuela, entonces estamos siendo testigos de una demostración inequívoca del fracaso de los gobiernos para superar el subdesarrollo de Bolivia, independientemente de que sea república o estado plurinacional.