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Susana Seleme Antelo

De Suiza a China


2015-06-11 - 18:34:44
Largo y complejo trayecto ese -de Suiza a China- desde la ideología, la política, la economía y sus respectivas realidades sociales. ¿A qué obedece ponerlo hoy sobre el tapete? Pues hace más de nueve años, el recién electo presidente Evo Morales, anunció que Bolivia sería como Suiza. Quizás pensaba que siendo ambos países mediterráneos, ese futuro deseado era posible. ¿Sabría entonces que Suiza es un país multilingüe, con tres idiomas oficiales, además del romanche, dialecto que proviene del latín? ¿Habrá sabido que Suiza cuenta con un sistema federal democrático, de economía liberal, que respeta la división de poderes yque tiene un alto nivel de vida, sobre la base de la educación y el conocimiento, además de tener amplia cobertura en salud,alta productividad, capacidad innovadora y tecnológica, empleos estables, libertad individual, sólida conexión con mercados externos yexcelente infraestructura, entre otras ventajas?

Ahora, olvidada Suiza, reaparece China. No obstante, así como le rondaba la próspera Suiza, también China seducía a Morales. No en vano cuando asumió la presidencia de la entonces República de Bolivia -enero de 2006- afirmó que “no estamos de visita, ni estamos de inquilinos, llegamos para quedarnos…”. Ahora agrega que va a “gobernar para toda la vida”, como en China, subraya. Allí, sus líderes y dirigentes ejercen la dominación política, tal como desea el ‘Vice’ García Linera: como“espacio curvo políticounipolar… que no tiene contrapeso y todo gira alrededor de él”, en clave de “geometría euclidiana primitiva”afirma.

Ambas posiciones político-ideológicas rematan en la célebre frase de Morales: “Cuando los abogados me dicen es ilegal, yo le meto nomás y les digo métanle nomás y después lo legalizan, para eso han estudiado”. Así abolieron la democracia representativa, pues en vez de diálogos y acuerdos políticos en el Congreso y sus delegados, se impuso la antipolítica. Es decir, aquella que no rompe necesariamente el orden constitucional del que proviene, se arropa en el terreno de la democracia e ingresa en los procesos electorales de la mano de un líder carismático. Como Evo Morales, Bolivia, de práctica sindicalista, no obrera, sino líder de los campesinos que cultivan hoja de coca, materia prima de la cocaína. La antipolítica encubre solapadamente dictaduras de poderes fácticos, convertidos en muchedumbre corporativa. Son las “masas de acoso”, como explica Elías Canetti, aquí cocaleros, transportistas, gremiales, contrabandistas y afines informales, algunos como única estrategia de sobrevivencia, pero que oscilan entre la ilegalidad y el delito. Sus intereses corporativos particulares, se arropanen la vista gordadel poder político centralista, que vive en acecho a sus presas, vale decir los políticos de oposición.

Esas flagrantes ausencias explican la naturaleza dictatorialde Morales, contradictoria como todo fenómeno autoritario-populista-corporativo,arropado en movimientos sociales, que desplazaron el carácter de clase que definía a las izquierdas de antaño con sesgos estalinistas no pocas de ellas. Todas, en la teoría y en la práctica, sin contrapeso ni equilibro de poderes y en desmedro de la libertad e igualdad políticas y de la democracia.

¿Qué quiere Morales?
Visto el poder desde la clave del Vice, es evidente que no se toma en cuenta la teoría de la relatividad de Einstein y su descripción del mundo físico en términos de una geometría no-euclidiana. Se trata, en realidad, de que tanto Morales como el Vice, desprecian las diferencias, pues en esa curva unipolar, no tomaron en cuenta la relatividad y las múltiples determinaciones de la realidad. Y no es que se olvide que este régimen visibilizó a la población indígena, empoderaron a alguna, no a toda, como a otros sectores populares, excluidos ayer, tampoco incluidos totalmente hoy en calidad de ciudadanos libres, no solo como masas de acoso o sujetos de la prebenda económica y política.

Con ese impulso de dominación, politizaron y subsumieron el poder judicial para arremeter contra adversarios políticos, con prácticas autoritarias, violentas y violación a los Derechos Humanos.De esos abusos no se libraron indígenas, dirigentes políticos electos democráticamente, cívicos y personas no afines al régimen. No satisfechos, desterraron del país la transparencia y rendición de cuentas sobre el gasto público y sin contrapesos la corrupción adquirió carta de ciudadanía, aunque Morales se haya rasgado las vestiduras por el prófugo de la justicia peruana, Martín Belaunde, calificado por él como “corrupto y delincuente”.

¿Y los corruptos y delincuentes que se robaron millones del “Fondo Indígena”, los más pobres de los pobres en Bolivia, entre otros desfalcos? Ellos, ‘bien gracias’ pues son ‘oficialistas’, a diferencia de China, donde se los puede castigarhasta con la muerte.No es una diferencia menor, en todo caso.

La China que hoy quiere Morales para Bolivia ¿tendría una política represiva como la de Mao y sus sucesores, en cuanto a libertades políticas?¿Sería tan pragmática como la de Deng Xiaoping, artífice del desarrollo del capitalismo en China, con su pragmática frase tomada de Confucio: “no importa el color del gato, sino que cace ratones”? ¿Garantizaría el desarrollo del capitalismo y la reproducción ampliada del capital,tanto estatal como privada, con total libertad económica, aunque reprima otras libertades?
Con ratones o sin ellos, pero negada la alternancia en el poder políticosometido al instrumento oficialista, el Movimiento al Socialismo (MAS), Morales pretende su cuarta re-reelección inconstitucional, como esta tercera que ya ejerce. El artículo 168 de la Constitución Política del Estado (CPE) establece el periodo de mandato del Presidente y del Vicepresidente solo de cinco años y que ambos pueden ser reelegidos solo por una sola vez de manera continua. Ese artículo fue violado por un Tribunal Constitucional y una Corte Electoral subsumidos por el MAS. De por medio hubo la “maniobra política envolvente” del Vice,cuyo argumento fue que la primera gestión (2006-2010) no tenía validez, porque tuvo lugar antes de la ‘fundación del Estado Plurinacional’, y solo fue de cuatro años, no de cinco.

Una cuarta sería “para toda la vida”, si el pueblo se lo pide, afirma Morales. Y no es secreto, pues fue un resolución del VIII Congreso Departamental del MAS: hay que buscar “todos los argumentos constitucionales, jurídicos, técnicos”, para hacer posible una nueva reelección de Morales en las elecciones de 2020 (Cochabamba, mayo 2014). Utilizan como anzuelo la salida soberana al mar, pues Morales sería el único líder que podría lograrlo, dicen, merced a la parafernalia montada en el Tribunal Internacional de la Haya para que Chile acceda a la solicitud.

En resumen, y ya en tiempos de “vacas flacas” económicamente, pues concluyó la década de oro de los precios del gas y los minerales, ¿quiere Morales una China boliviana? Como apunta Fernando Mires, “Bajo la protección del Estado ‘comunista’ han aparecido en China magnates a quienes son otorgadas facilidades para su enriquecimiento pero bajo la condición de no cuestionar jamás a la clase dominante organizada en el Partido… en nombre del socialismo, ha sido creado un capitalismo perfecto. Un capitalismo sin derechos humanos, sin movimientos sociales y sin huelgas. No extraña así que muchos tecnócratas occidentales se sientan fascinados por el modelo chino. El socialismo chino no es el paraíso de los trabajadores pero sí es, o ha llegado a ser, el de los capitalistas”.

No es esa la Bolivia que queremos. Seguimos queriendo la nunca perdida utopía de igualdad y libertad, de ética y moral públicas para un sistema político y jurídico renovados, de servicio a la ciudadanía, y no la prostitución del poder por el poder.
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

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