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Susana Seleme Antelo

¿Me explicas qué es la paz?


2015-05-14 - 11:27:21
Preguntó un niño al Papa Francisco. Con magnífica y contundente sencillez el Pontífice expresó su visión sobre la paz, en una lección de vida: “… es antes que nada que no haya guerras, pero también que exista la alegría y la amistad entre todos y que se dé un paso adelante para que se alcance la Justicia, para que no haya niños hambrientos, enfermos y que no tengan la posibilidad de acceder a curas para su salud… La paz es como un trabajo… no es un producto industrial, la paz es un producto artesanal que se construye cada día con nuestro trabajo, nuestra vida, amor y cercanía" respondió.*

Las preguntas y las respuestas tuvieron lugar durante la visita-entrevista que 7000 niños y niñas le hicieron al Papa en el Vaticano, a raíz de lainiciativa "La Fábrica de la paz"**. Fue gratificante ver las imágenes y escuchar a los contertulios de igual a igual, en un ir y venir amable, tierno, sin cortapisas entre él y los entrevistadores. Dijo mucho más Su Santidad, pero me quedo con una de sus frases: “Sin justicia no hay paz” para preguntar cómo se construyen en Bolivia.

Que sepamos, no estamos en guerra con ningún Estado. Sin embargo, escuchando al jefe del régimen, Evo Morales, ronda el fantasma de que sí estamos en guerra política verbal con Chile por el tema del mar y la demanda interpuesta en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. La circunspección, la cautela, la sensatez y la reserva en el lenguaje,brillan por su ausencia en este caso, y en otros también.

Todos remiten a la necesaria prudencia política que no guardan Morales ni sus conmilitones, manejando un tema sensible con soberbia patriotera, triunfalismoe incultura, desde la pérdida del Litoral, cierto, en la Guerra del Pacífico, 1879. Esa fue una guerra de conquista de territorio y materias primas, como la de ayer y de hoy. Las actitudes y las expresiones de superioridad sobre el Chile, poco favor le hacen a Bolivia, que es mucho más que los actuales gobernantes de turno. “Si la prudencia es imperativa en cada individuo”, con mucha más razón debe ser imperativa para “gobernar bien… para lograr el bien común de la sociedad… para ordenar la multitud de la sociedad” decía San Agustín(354-430 d.C) en su estudio sobre las Virtudes Cardinales.

A Morales y sus hombres les asiste el derecho de no guardarlas y explicarían, entre otras razones, que vayan por Bolivia desconociendo a la multitud, no como masa amorfa, sino como ciudadanía diversa, pero a la vez idéntica en cuánto al respeto a sus derechos humanos, entre ellos, los políticos. Morales carga en sus espaldas no solo las imprudencias verbales contra Chile, sino contra los ciudadanos y ciudadanas que discrepan con su forma de gobernar. En realidad, el jefe del régimen lleva entablada una guerra política sorda y latente, en ‘democraciaaparente’ solo porque hay elecciones de tiempo en tiempo. Sin embargo, la naturaleza de su gobierno es dictatorial porque arremete contra la pluralidad política, contra la oposición político-partidaria, contra el diálogo y el respeto a las diferencias como síntesis de múltiples determinaciones. No dudo en afirmar, como afirmaron grandes pensadores antes, que no existe mayor dictadura que aquella ejercida con apariencia de justicia. Apariencia que luego se desnuda sola, bajo los impulsos de dominación al manipular y deshonrar el voto ciudadano, y con ello la calidad de la ciudadanía.

Basta ir a la Constitución Política del Estado (CPE) Plurinacional para constatar que vía trampa lingüística con ímpetus hegemónicos aymara-centrista, los “indígenas-originario-campesinos” son ciudadanos de primera, por encima del resto de la ciudadanía mestiza.

La práctica como validación de la verdad

Según datos del Censo de 2012, convertido en batalla político-ideológica porque pretendieron ajustarla a sus intereses, 58% de la población se declaró mestiza, pese a la supuesta primacía indígena. En la CPE, sus miembros son ciudadanos de primera, y los demás de segunda o tercera. Esa Ley de Leyes, les resta igualdad y justicia a los que no forman parte de aquella tríada falaz, más populista que indianista, con la que Morales y los suyos subyugaron a parte de Bolivia y el mundo.

Yendo de la letra muerta de la CPE a la práctica, ¿acaso se construye la paz y la justicia ‘ninguneando’ a los mestizos como se hizo en aquel censo? ¿Acaso se las construye con la violencia que el poder político de Morales ejerce para imponer su hegemonía y dominación? Y habrá que refrescar la memoria: Cochabamba 2007; el Chaco 2007; la atrocidad de Porvenir, Pando 2008; el asalto al Hotel las Américas y la ejecución extrajudicial de tres extranjeros, Santa Cruz de la Sierra 2009; Caranavi 2010… Puedo olvidar algunos episodios, sin embargo, los mencionados fueron guerras con muertos y heridos de bala, no de juguetes. Salvo Chaparina 2011 sin muertos, fue una guerra que todavía duele en la memoria pues se encarnizó nada menos que contra los indígenas del Oriente boliviano, en el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), con un presidente que se autoproclama líder de los pueblos indígenas del mundo.

En septiembre de 2011, bravucones policías sorprendieron, persiguieron, maniataron y amordazaron a los adultos, que en un descanso, marchaban contra la carretera que hollará su hábitat. Con esa incursión, la policía espantó hacia el bosque a niños y niñas despavoridos. ¿Y la justicia? Injusta como es en Bolivia, apaña a los autores intelectuales y materiales del hecho, o los premia con cargos diplomáticos y otras prebendas. Ni justicia ni paz ayer y hoy tampoco, pues Morales ha dicho que “Habrá carretera, quieran o no”, (10 de marzo 2015, medios de prensa).

Hay otras guerras vía la judicialización de la política, con juicios inventados contra autoridades de la oposición electas democráticamente. O como el complot terroristas-separatista con carátula judicial contra líderes autonomistas, algunos presos, otros que se acogieron al hoy de moda “juicio abreviado” tras más de 5 años de purgar cárcel sin culpa, y no pocos en el exilio. También hay guerras electorales, como las de Beni, el ejemplo más reciente del autoritarismo antidemocrático del régimen de Morales y compañía. Primero inhabilitaron la fórmula de Ernesto Suarez, líder regional, candidato del Movimiento Demócrata Social, a solo 8 días de las pasadas elecciones de marzo 2015. No ganaron y se fue a segunda vuelta, el 3 de mayo. Con victoria anunciada a menos de 24 horas de esa última jornada, y apenas iniciado el cómputo, Morales dijo que el oficialismo había ganado. Y resultaron ganadores, tras 6 días de pantomima de recuento de votos, decimal por decimal y las habituales trampas de actas sin firma de todos y cada uno de los jurados electorales, amén de otras corruptelas respecto al voto ciudadano. No obstante, a pesar del caudillismo de matones que hoy asalta instituciones públicas, en Beni ganó la dignidad. Dignidad, legalidad y legitimidad de la que carece el régimen, al menos en Beni y en Chuquisaca, donde ¿ganaron? con fraude, engaños y artilugios.

En síntesis, como dijo el Papa Francisco, “Sin justicia no hay paz”, y pocas señales existen de que el régimen boliviano desee construir la paz basada en la justicia.

*Televisión española“24 horas”. 11 de mayo 2015.
**ONG cuyo objetivo es movilizar la mayor energía posible para construir la paz por diferentes medios,como promoverla integración y el diálogo intercultural a través de la educación.
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia

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