Fernando Rodriguez MendozaContrastes cruceños
2014-05-14 - 11:39:53
Al visitar el mall Ventura uno puede imaginarse estar en cualquier capital del mundo y, comparando con lo que se conoce, se ve que este emprendimiento es mejor que otros importantes en ciudades grandes. Ojalá que la limpieza y el orden se mantengan y no sucumban a la perniciosa mugre a la que se está acostumbrando nuestra ciudad y su gente.
Al salir del mall, uno se encuentra con locales comerciales y franquicias de comida rápida, que son iguales o superan a las mismas franquicias en el exterior, que no son baratas; es obvio, lo caro y fino cuesta. También al salir del mall, al ver hacia el poniente uno se topa con imponentes edificios de arquitectura moderna y linda (ambos conceptos a veces no coinciden) y nos hace sentir orgullosos de estar en una ciudad moderna y progresista.
Hay una sola vía de salida del parqueo del mall y al torcer a la izquierda, a pocos metros, volvemos a la realidad cruceña, se acaba el pavimento o el cemento y se sale por una calle de tierra (lodo cuando llueve), sucia y mugrienta, con garajes y locales descuidados y de mal aspecto. Al ingresar al cuarto anillo, en dirección a la intersección de ingreso al puente del Urubó y Equipetrol, saltan sobre los parabrisas muchachos generalmente drogadictos, que a veces son retirados pero siempre vuelven.
Nos encontramos también con los sempiternos cretinos de la fauna local, que no respetan los semáforos, tocan sus bocinas produciendo estridentes ruidos y procuran ir ganando, centímetro a centímetro, espacio para salir primeros o para forzar a los demás a esa conducta idiota y autística de presión vehicular.
La primera parte de este artículo, se refiere al emprendimiento privado, que se muestra además en todos los rincones de la capital cruceña. La segunda alude a la ineptitud y a la incapacidad de las autoridades, principalmente edilicias, que piensan que con cemento se progresa, y se descuidan de sus otras obligaciones principales: la limpieza, el mejoramiento del ornato público inexistente, salvo unas anacrónicas macetas en la plaza principal, y la educación de la población para que respete a la ciudad, a su gente y sus costumbres.
