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Fernando Rodriguez Mendoza

Descomposición institucional


2014-03-19 - 16:35:55

Una de las características negativas que arrastra Bolivia desde su fundación como República y su pretendido e incompleto cambio a Estado Plurinacional, es que las instituciones que componen el Estado-muy pocas veces y por espacios cortos- han sido fuertes, sólidas y confiables, aspecto atribuible más a las personas responsables que a la institución misma.

La regla es que las diferentes entidades públicas son mediocres, están mal manejadas y carecen de profesionalismo, prevaleciendo el compadrazgo, el nepotismo y la burda repartija de simples pegas. Una cosa es la mediocridad institucional de Bolivia desde siempre y otra cosa, mucho más grave, es la actual descomposición institucional, que está alcanzando ribetes de perversidad, con la complicidad del silencio y anomia de los ciudadanoscon sus tímidas protestas.

Estamos viviendo situaciones en las que altos jefes de la institución policial son aprendidos, juzgados y condenados en países extranjeros por delitos cometidos fuera de nuestras fronteras mientras desempeñaban altos cargos donde, justamente, eran responsables de combatir ese tipo de delitos. Funcionarios públicos con mucho poder sobre vidas, estancias y fortunas de las personas terminan como prófugos por haber desempeñado sus funciones públicas con conductas delictivas que debían combatirlas: más bien se aprovechaban de las víctimas creadas exprofeso no solo para esquilmarlas, sino para destruir familias, sin que exista nada que pueda devolverles ese tiempo perdido en pena, miedo e impotencia por la injusticia a que las que fueron sometidos.

Esta descomposición institucional agrava la centenaria debilidad estructural de Bolivia y nos condena irremediablemente a que continuemos en un camino barranco abajo, sin que tengamos siquiera la posibilidad de vislumbrar el final del mismo.

La verdadera revolución que se debe encarar es la reconstrucción institucional seria para ver con algún optimismo el siglo XXI, que avanza rápidamente mientras el país continua en el siglo XIX, con tendencia a retroceder más.

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