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Susana Seleme Antelo

Cocaleros de primera y de segunda


2013-10-28 - 21:57:48

A primera vista, los luctuosos y violentos actos registrados en Apolo, Nord Yungas de La Paz con 3 policías muertos, un médico y 11 heridos,  tiene un nombre: el narcotráfico, aunque también se sabe que no había ‘narcos’ extranjeros,  en lo que el gobierno llama emboscada y los campesinos avasallamiento. Sin embargo, en última instancia, es el régimen de Evo Morales el responsable del incremento desmesurado de las hectáreas (Ha.) de coca cultivadas, materia prima de la cocaína.

Antes del ascenso  de Morales al gobierno, en 2006, las cultivadas oscilaban alrededor de 12.000.  Su incremento motivó a la Unión Europea  a financiar un Estudio sobre la demanda legal de la hoja de coca en el país:  masticado, consumo medicinal y tradicional, con un monto de casi un millón de euros, desde 2008 a 2010. Pasados tres años, el régimen no ha dado  a conocer los resultados y, al parecer, más bien  los esconde.  

¿Por qué razón el régimen que preside Evo Morales no entrega el informe sobre la demanda legal de los cultivos de la hoja de coca en Bolivia, si la Unión Europea financió su estudio? Por la sencilla razón de que Morales es, hace más de 17 años, máximo dirigente de las 6 Federaciones del Trópico de Cochabamba, cuya amarga hoja de coca no es apta para el consumo humano,   pero no se erradica una sola planta o un sola hoja: esos cocaleros son su base más dura de sustentación política.

Morales inició su carrera política como radical y muchas veces violento dirigente sindical en el Chapare, hasta llegar a la presidencia de Bolivia. No es poca cosa, desde luego, pero esa condición de dirigente y presidente cocalero y también presidente del hoy Estado Plurinacional presenta un serio conflicto de intereses, frente al cual moros y cristianos se hacen de la visita gorda.  El por qué de esa complacencia es un pregunta sin respuestas. ¿O solo por que se adjudicó la representación de los pueblos indígenas de Bolivia, a los que luego emboscó, reprimió y dividió, como a los del Oriente?

El luctuoso tema y la furia que siempre acarrea la erradicación de uno y otro lado,  como en Apolo, en Los Yungas de La Paz, desnuda el núcleo del problema: hay cocaleros de “primera” y otros de “segunda”, afirma Waldo Albarracín, ex Defensor del Pueblo. Los de “primera” son los fieles a Morales,  los del Chapare,  cuya hoja amarga no se puede masticar  y más bien alimenta la cadena de la producción de cocaína.
Ahí no se erradica una sola hoja y sus dirigentes  ejercen un poder vertical que nadie discute: son los protegidos de Morales . Los de “segunda” son  los demás, mientras surge la pregunta de ¿quién decide que una plantación de coca de hoja dulce y tradicional para el consumo se erradique en el norte de los Yungas paceños, sólo 1% de los cultivos totales? ¿Es solo para dar gusto a las demandas de los donantes del estudio que reclaman?

Poco efecto  tiene que los financiadores europeos y la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (Unodc) en La Paz, afirmen que el Gobierno boliviano tiene la ‘obligación’ de presentar a la comunidad internacional el estudio Esa oficina admite que de 2010 a 2012 se  redujo 19% la superficie cultivada, pero también recordó que las plantaciones duplican las 12.000 hectáreas que permite la ley, para ser exactos, 25.300, según datos oficiales “oficiosos”.                                     

Sin embargo, Juan del Granado, dirigente político de oposición que tuvo acceso al mezquinado informe,  afirma que  la demanda legal es de apenas 6000 Ha. y por eso el gobierno lo tiene bajo 7 llaves .   
No obstante, “quienes saben del tema, dicen que en el país existen 52.000 hectáreas de cocales” informa el  periodista Humberto Vacaflor.
Deben tener razón, cuando dirigentes oficialistas afirman que no será un estudio el que defina la  cantidad de hoja requerida para el consumo interno, sino una “cumbre cocalera”.  Es decir, la antipolítica en acción, que deja  la acción política en manos de unos movimientos sociales manejados por Morales en persona.

Esa determinación antipolítica es resultado de  su ser social, ese  que alberga su naturaleza sindicalista autoritaria, en desmedro de la política como la confrontación de ideas,  antagonismos y luchas políticas democráticas. Esas luchas garantizaron  la acción política del sistema democrático, con elecciones libres y un órgano  electoral sin sospechas, que permitieron a Morales  en 2005 llegar a ser  presidente de Bolivia. La antipolítica es otra forma de vaciamiento  del Estado de  la democracia actual, que desplaza a partidos políticos y políticos de la escena democrática.

Lo sucedido en Apolo es una consecuencia lógica de que no hay política gubernamental alguna para enfrentar el flagelo de la producción de cocaína, cuya materia prima  es esa hojita que llaman sagrada, pero es una hoja maldita si se deja  a merced del delito y el crimen organizado de la cocaína,  que es global.  Las otras áreas de cultivos, como las de Apolo,  de hoja dulce y la que sí se consume, no son privilegiadas por Morales. Erradican las Has. excedentarias solo para dar gusto a las demandas de los donantes del estudio “escondido”.  Para  Morales hay cocaleros de primera, los del Chapare  a quienes nadie toca, y los de segunda, el resto. En tanto, con la complicidad y la mirada esquiva del régimen, el narcotráfico va viento en popa y se hace cargo del enriquecimiento ilícito de cientos de personas en Bolivia, del consumo de droga en adolescentes escolares,  de la delincuencia y del crimen cada vez más crecientes en el país.

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