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Fernando Rodriguez Mendoza

¡Sorpresa!, somos últimos


2013-09-15 - 20:54:14

El estrepitoso fracaso de la selección boliviana de futbol no debería llamar la atención, puesto que es un resultado lógico y consecuente de la mediocridad en la que se desenvuelve el país.
Cada semana nos llenamos la boca cuando nos referimos a los equipos de nuestros amores que hubieran jugado, para restregar en la cara del perdedor el triunfo o para justificar la derrota si perdimos, disfrazando la mediocridad con un fanatismo insulso e ignorante.

Como vamos a exigir tener atletas –el futbolista profesional debe serlo- si desde que nacen ya tienen falencias. Su madre, con muy mala alimentación y con poca o nula asistencia prenatal, da a luz un muchacho que va creciendo desnutrido, con una pésima dentadura, lo que influye tremendamente en el desenvolvimiento de un deportista.

Con una habilidad innata empieza a patear la pelota, sin ningún apoyo estatal o privado ni formación técnica; luego se prueba en algún club de futbol que, si lo contrata, le va cortando desde el inicio su libertad laboral, porque, reducido a un régimen de casi esclavitud, va a depender de dirigentes deportivos que lo vayan comercializando en el futuro, más por interés propio que por los intereses del jugador.Aún en los clubes se mantiene la poca formación técnica, porque también los técnicos son mediocres.

Si aquello no fuera suficiente, los equipos de futbol contratan jugadores extranjeros al término de su vida deportiva, que, en lugar de jubilarse en su país –donde ya no tienen cabida- vienen a Bolivia, donde aparecen como buenos.

El rejuntado de jubilados extranjeros no permite la promoción de jóvenes bolivianos a quienes se los va postergando. Los dirigentes en su mediocridad, solo buscan resultados inmediatos y les interesa un soberano pepino formar juventudes deportistas, salvo que, como excepción, si pueden medrar de alguno de ellos, lo promocionen.

La sorpresa no es que seamos últimos en un contexto sudamericano (ni hablar del mundial), la sorpresa es que mantengamos la esperanza de algún cambio positivo en el futuro con el pésimo nivel dirigencial deportivo que tenemos.

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