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Dante N. Pino Archondo

La corrupción y el proceso de cambio


2013-06-15 - 22:19:39

Una de las descalificaciones más usadas por Evo Morales y su entorno masista, fue la de acusar a todo ciudadano sospechoso de ser neoliberal como corrupto. Sin distinciones ni matices. Todos fuimos, alguna vez victimas de su agresión descalificadora. Nunca tuvieron otro argumento para defender sus ideas, simplemente los demás eran unos corruptos que usaron el gobierno y el Poder para enriquecerse a costa del hambre y sufrimiento del pueblo, mientras ellos se mostraban en los medios de comunicación como hombres sin mancha ni tacha, sin cola de paja que podían enrostrarle en la cara a cualquiera el calificativo de corrupto, maleante y sin vergüenza.

Usaron esa conducta  para convencer a la ciudadanía que ellos eran diferentes. Y tuvieron cobertura, recuerdo a Santos Ramírez declarando sin conocer nada de lo que decía, pero hablando a gritos sobre el uso y destino de los recursos hidrocarburiferos e insultado al ex Presidente Sánchez de Lozada como corrupto, recuerdo a Evo Morales como diputado exigiendo explicaciones sobre los gastos reservados pidiendo que ese dinero se destine a hospitales y escuelas, en vez de que se reparta entre los políticos, me acuerdo de esos días en los cuales pedían por todos les medios que se rebajaran las dietas parlamentarias a la mitad y que se explicara qué se hizo con la deuda externa.

Ha transcurrido 10 años desde aquel 2003 en el que se quebró la democracia. Y ese quiebre se justificó bajo las acusaciones a todos los  partidos políticos de corruptos y con esa bandera de la lucha contra la corrupción y fin del festín político de unos cuantos, Evo Morales con la ayuda y complacencia del señor Carlos Meza, preparó su ascenso al Poder.

Por eso se recibió con tanto apoyo al nuevo gobierno y este no dudó en autocalificarse como un proceso de cambio. Cambio, ha sido la palabra más usada durante estos diez años, y por cambio  y en nombre del cambio Evo Morales ha  descalificado no solo a los gobiernos anteriores, sino la propia historia nacional y en nombre del cambio ha justificado todo, sin dejar de recordar en cada instante a la supuesta corrupción que había antes que él.

La corrupción no debe entenderse únicamente como el aprovechamiento personal de los recursos del Estado, la corrupción tiene muchas caras, una de ellas es el usar a la democracia y dentro de ella al cambio como escudo para propiciar y amparar  la corrupción, debilitar las instituciones y ponerlas en manos de ciudadanos no idóneos, designar a los decisores de los órganos de poder para que sirvan de instrumentos a la voluntad de intereses personales, construir todo un entramado institucional que los proteja y sirva a la vez de látigo persecutorio para usarlo contra los enemigos políticos. Eso es corrupción y eso es todo lo que hemos visto del famoso proceso de cambio.

Evo Morales debe ser juzgado a la luz de todo lo que se ha denominado proceso de cambio. Porque ha usado del mismo hasta tener el cinismo de hacer saber que el “le mete nomás” sin importarle la ley colocándose por encima de ella en nombre del cambio. Esa conducta no puede ni debe ser justificada como un simple acto de soberbia, sino que debe entenderse como una voluntad y decisión de transgredir la ley y colocar sus intereses personales por encima de ella.

Evo Morales de esa forma se ha convertido en el centro desde el cual la corrupción tiene carta blanca. El uso de recursos económicos que se entiende debe administrar en nombre del pueblo, han devenido en ser dineros personales los cuales puede disponer de la forma o capricho con la que él decida. Y así como él dispone su entorno hace lo mismo, configurando una red de corrupción con apoyo institucional. Esta red institucional ha pasado a formar parte del entramado de corrupción.

Nos encontramos entonces no ante un acto o suceso donde un funcionario público  aprovecha de su pasajera posición de decisión para utilizarla en su favor, sino ante un proyecto político que se sustenta en la corrupción y que hace de ella un instrumento de dominación social toxica, porque expande sus redes hacia otros sectores que para sobrevivir no tienen otra alternativa que formar parte de ella. Empresarios que sirven de correa de transmisión para facilitar el lavado de dinero, actividades comerciales que se utilizan con el mismo objetivo.

El convencimiento de que la corrupción es una forma institucional de hacer las cosas se conoce como “todo está bien, hay dinero y la gente está contenta” Evo Morales se permite y permite que todos hagan lo mismo, “que le metan nomás” y en esa lógica de la violación a la ley la democracia se ha prostituido, los valores se han trastocado y los principios se han relativizado para justificar el  cambio.

La corrupción se ha convertido en el sostén político del gobierno y sobre su base se ha constituido una institucionalidad afín con ella. Por eso no resulta fácil luchar contra Evo Morales, quebrar sus movimientos sociales, que reciben recursos de sus propias manos para “movilizarse en su defensa” convencer a la ciudadanía de que el sistema es corrupto y llamar la atención de la opinión pública sobre este asunto, ya que cuando se lo hace hay una sensación de lluvia sucia que mancha por igual.

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