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Susana Seleme Antelo

Las elecciones en Beni: retorno de la política


2013-01-23 - 18:18:29

INTROITO. Cinco días antes del domingo 20 de enero de 2013, me habían pronosticado el resultado de las elecciones a gobernador en Beni: ganaría Carmelo Lens, el candidato de la unidad política opositora, contra los pronósticos que presentaba una encuestadora, divulgados con bombos y platillos pocos días de la elección, por el oficialismo. En esa encuesta, su candidata, la ex ‘miss’ y mala aprendiz de política, Jessica Jordan, ganaba con 48% de votos. Obtuvo  44.1%. No mala porque haya perdido por segunda vez, sino porque para hacer carrera política se necesita mucho más que una cara bonita, un buen físico y carisma mediático, acorde a las exigencias de la farándula, amén del mecenazgo del presidente y de todo el poder central a servicio de su candidatura.  ¿Se podrá atribuir  la diferencia de los resultados obtenidos, al margen de error que tienen todas las encuestas, aquí 4%, para no pensar mal de la empresa encuestadora,  si fue la misma la que confirmó la derrota de Jordan, en boca de urna? En todo caso, la única encuesta verdadera es el voto de la ciudadanía depositado en las urnas, sin acarreos de votantes –como lo hubo: 9000 desde Pando-,  ni suplantación de cédulas de identidad, ni de urnas,  ni de  papeletas,   ni ‘chanchullos’ como  los mediáticos, ni otros.

Mi ser social político lo primero que detectó con el triunfo de la oposición en el nororiental departamento de Beni, parte de la Media Luna autonomista, es el retorno de la política como espacio de dialogo, concertación, acuerdos y visión estratégica. Eso hizo casi toda la oposición política  del país para buscar el candidato único a gobernador de ese departamento y derrotar al oficialismo. Supieron reconocer  al enemigo principal y sobre base actuaron con inteligencia política y visión estratégica.

Ese es el mayor impacto a nivel nacional. Y es un regalo para la democracia en Bolivia, que espera una renovación del sistema de partidos políticos, tan disminuído por errores propios y saña de la antipolítica.  Se les devuelve su papel como correas de transmisión de la demandas de la sociedad, frente a la ‘antipolítica’ gestada por los intereses corporativos de cocaleros, sindicatos y movimientos sociales de toda laya, amparados por el presidente Evo Morales, en detrimento del sistema político.  Morales, él mismo sindicalista cocalero, llevó a Palacio de Gobierno la antipolítica y la suspensión política de la ética, amén de ética política, cuyas consecuencias han sido devastadoras. La realidad habla por sí sola al cabo de siete años que acaban de celebrar, sin gloria alguna, más allá del feriado: 22 de enero, día del nuevo Estado pluri-ficciones, más que cualquier otra cualidad ‘pluri’.  

Y ganó Carmelo Lens porque tal como me informaron, el voto urbano es mayor que el rural. Ahí, sin mucha información, en poblaciones desperdigadas, lejanas  y aisladas, es más fácil echar mano de la prebenda, la promesa demagoga y la compra de conciencias con diversas mercancías, hasta motocicletas. En las ciudades se conoce de sobra los atropellos a los Derechos Humanos, políticos y cívicos de que han cometido Morales, García Linera, Juan Ramón Quintana y un largo etcétera. Ganó Lens, hombre sencillo, abogado de profesión que tradujo las demandas de ciudadanos y electores en discursos serenos, frente a la soberbia de la candidata oficialista, amén de la parafernalia mediática y clientelar del gobierno.

El triunfo de la oposición en el Beni, es el mayor triunfo de la fuerzas democráticas,  desde el desmantelamiento que hizo el centralismo de la institucionalidad y la pluralidad  políticas, tras los embates contra las autonomías, el complot terrorista-separatista y las guillotinas judiciales aplicadas a los opositores. Entre ellos, al ex gobernador, Ernesto Suárez, que hoy se crece, con proyección nacional en la figura del vencedor  Carmelo Lens.  

Suárez renunció, acosado por los procesos en su contra, para dar curso a una nueva elección, pero no articuló la unidad de los benianos en torno a su figura, sino al que resultó candidato de consenso y fue su jefe de campaña. Lo sustantivo era unir voluntades y fuerzas con un solo fin: poner coto al abuso de poder centralista de Morales y sus hombres.

Los resultados de las elecciones en Beni significan el retorno de la política y sus gestores: los políticos. En este caso,  Ernesto Suárez, Samuel Doria Medina,  Rubén Costas, el propio flamante gobernador y otros, que con calma táctica y apuro estratégico, construyeron la hoja de ruta crítica para ganar una batalla democrática. Faltan muchas otras para ganar la guerra política en democracia en todo el país.

Sin embargo, ya se sabe que se puede, si se quiere, y que esa tarea exige trabajo, diálogos, concertación, acuerdos y estrategias y por el bien común: rescatar la política para ponerla al servicio de la gente, y devolverle a la democracia  una de sus cualidades esenciales: el respeto a las diferencias de toda índole.

¿Por qué Nuni, candidato indígena,  no obtuvo mayor votación, después de la VIII y la XIX Marchas, en las que fueron reprimidos sin medida ni clemencia los indígenas de Tierras Bajas, por parte del Gobierno? ¿Por qué no obtuvo mejor votación, si se ganaron la admiración de las mayorías de todo el país por su valor y resistencia en defensa del TIPNIS? En parte, porque las comunidades indígenas habitan áreas muy dispersas y aisladas, tienen poca población y Nuni tampoco contaba con recursos para haberlas cubierto todas. No obstante su valentía tan sola, más allá del apoyo de Juan del Granado, merece todo  reconocimiento.

Hoy por hoy, indígenas y no indígenas tendrán que reconocer que la realidad suele ser menos amable que los deseos y las sanas aspiraciones políticas de todo ciudadano en democracia. Y es que frente a un enemigo tan poderoso como Evo Morales, el partido de gobierno y todo el aparato del poder político, electoral, judicial  y militar a su servicio, solo la unidad política por el bien común, puede vencer a un proyecto con sobradas muestras de pulsiones totalitarias y depredadoras.

Siendo ese el enemigo principal, ¿por qué Juan del Granado, aun cree que solo y solito, puede enfrentar a Morales y al MAS, sus ex-aliados? ¿Será por eso no puede discernir que ese proyecto es su enemigo principal? No es la derecha que él identifica según su ideología de izquierda tradicional en  el capitalismo, el imperialismo o la empresa privada, sino el propio Evo, más conservador que cualquier derechista: ya no quiere cambio, solo quiere que nada cambie para seguir usufructuando del poder que del Granado ayudó a consolidar.

Hacer una comparación sólo matemática sobre los votos del MAS desde la primeras elecciones para gobernadores en Beni, en 2005, cuando obtuvo 6%, a hoy, 2013, con 44%, como especulan algunos, no toma en cuenta los contextos de la lucha  política. Se obvia los componente de esa lucha, como el leitmotiv  que guió la práctica del ejercicio del poder en el MAS:  primero en pos de la hegemonía, seduciendo, presentándose como demócratas de izquierda y portadores del cambio hacia el socialismo del siglo XXI. Luego imponiendo la dominación a sangre y fuego, miedo, extorsión, exclusión, sectarismo  y corrupción.
Evo Morales no es invencible, aunque pretenda la presidencia perpetua. La política como construcción de consensos y acuerdos democráticos puede ganarle. Ese es el futuro deseado. Hoy, ese es un futuro posible.
Santa Cruz de la Sierra, 23 de agosto de 2013

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