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Dante N. Pino Archondo

Es un cáncer, le advierten al gobierno


2012-12-13 - 23:50:33

Mucha tinta ha logrado hacer correr el gobierno. Desde los dos Ministerios que hacen al eje central del manejo político como son los de la Presidencia y de Gobierno en los que se ha encontrado el cáncer alegórico que Sean Penn le dice a su amigo Evo Morales, puede matarlo y hasta puede ser la causa de esa conspiración para derrocarlo, tantas veces anunciada y nunca explicada.

Y es que ese muro que se sostenía con la punta del dedo en el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, terminó por caerse y ahora vivimos la inundación de la prepotencia, ignorancia y conducta delincuencial como paradigmas del cambio. Cambio que quiso ser mostrado como el advenimiento de los que se sintieron excluidos y que ahora por su condición étnica primero, y cultural luego, eran los portaestandartes de una nueva conducta, de una nueva manera de hacer las cosas y de ser ejemplo inmaculado de honestidad y de valores enunciados en la triada del “no seas flojo, no seas mentiroso y no seas ladrón”, con las cuales enrostraron a los neoliberales en todo momento, recordándoles su pasado con el calificativo de “maleantes”.

Y neoliberales son todos los que, antes que ellos, ocuparon el Palacio del Gobierno, sin distinciones ni tolerancias. Puestas las cosas de ese modo, como un torrente imparable fueron a establecer su nueva sociedad. Otra Constitución que cambiara el mismo nombre de la República, con el fin de eliminarla hasta del recuerdo, y partir de ella, una nueva manera de ejercer la administración de la justicia.

El Congreso de la nueva República Plurinacional, elegido con el voto de ciudadanos de primera y de segunda, que tenía la noble misión de “hacer política” con el ejemplo de la virtud mostrada en la generosidad de sacrificar sus dietas mensuales, fue el primero en mostrar sus vicios de la codicia y rapacidad para usar sus cargos en toda clase de tráfico de influencias. Y esos congresales que no se detenían en la acusación de “levanta-manos” a los neoliberales, mostraron la obsecuencia más triste del sometimiento de ambas Cámaras al Poder Ejecutivo, no solo como “levanta-manos” sino como “aprobadores incondicionales que no preguntan nada”.

Y esta obsecuencia con el Poder del hermano Evo, con todo lo que le rodea y todos los que gozan de sus favores, ha llevado las cosas al extremo de facilitar el entramado de una red de corrupción que llega a metros del despacho Presidencial.
La lección es clara: cuando el Congreso no desempeña su papel de fiscalizador asignado por la Constitución, el poder Ejecutivo se desboca, se disparata y suceden las tropelías más impensadas. Y la lección también enseña, como dicen muchos, que no es cuestión de raza ni de identidad cultural la práctica de las virtudes de la honestidad y justicia, es algo íntimamente relacionado con la educación y la formación personal.

Así no puede cogernos de sorpresa, que desde los Ministerios de la Presidencia y de Gobierno, coludidos con la Fiscalía General de la República y el órgano de poder Judicial, se haya promovido el chantaje, la extorsión con sus efectos de criminalizar la política hasta llegar a los extremos que son de conocimiento público.

Parece que la nueva Constitución ha parido instituciones prostituidas, socias de la delincuencia organizada. Y con esa estructura, no hay esperanza para nada ni nadie. Tenemos un Estado fallido, un Estado donde no hay piso en que sostenerse.

Y en todo esto aunque no parezca, tiene presencia la coca y sus derivados organizados para delinquir. La lógica delincuencial del narcotráfico ha penetrado en las esferas más importantes de la institucionalidad y es esto lo que promueve la tolerancia con sus productos naturales como son la extorsión y el chantaje. Por eso tiene razón Sean Penn cuando al palpar apenas la piel de esta corrupción institucional le alerta al Presidente sobre sus consecuencias, que a pesar de sus dimensiones estoy seguro que no se oirán, porque nadie sabe hasta dónde ese cáncer se ha expandido y que órganos vitales ya ha tomado.

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