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Dante N. Pino Archondo

Cifras no son resultados


2012-11-25 - 22:17:48

Para evaluar una gestión, con objetividad, hay que tener en cuenta los objetivos que se trazaron, ya sea en el corto, mediano o largo plazo. Es en función a ellos, que se califica. Y esto vale para cualquier tipo de gestión administrativa, entre ellas, la del gobierno.
 
Cuando el  señor Evo Morales juró hace siete años al cargo de Presidente de la República, trazó los grandes objetivos de su gobierno y son estos los que deben servir para evaluar sus resultados y calificarlos. Dijo que sería un gobierno que no “tendría muertos” refiriéndose al uso de la violencia estatal. Señaló que se transformaría la economía de primaria exportadora en industrial exportadora, y que una nueva constitución terminaría con la vieja república para dar curso a un nuevo Estado.
 
En materia social relacionada con la protesta y el desacuerdo, no sólo que se han producido muertes y violencia por las mismas razones que antes originaban esas muertes: lucha sindical, reivindicaciones regionales, oposición política y defensa del territorio. Así que en esto el resultado es de una total ineficacia, no se cumplió el objetivo y por el contrario a la violencia mortal hay que añadirle la persecución judicial y el exilio que no se tenía desde la recuperación democrática.
 
En materia económica, el objetivo nacional de la industrialización como meta de la transformación económica, es otro gran fracaso. No sólo continuamos siendo un país exportador de materias primas, sino que esta dependencia se ha agravado, si tenemos en cuenta que fuera del gas y de los minerales no hay un crecimiento en volumen de las exportaciones no tradicionales y se han perdido mercados por efecto de la política aislacionista aplicada.
 
Si comparamos cifras, entre el año 2005 y 2011, el producto interno ha crecido, el superávit comercial y fiscal  así como  las reservas internacionales también, las captaciones bancarias se han multiplicado junto con el crédito,  el gasto del gobierno se ha expandido y todo esto puede llevarnos al convencimiento de que gracias al gobierno la economía se encuentra en su mejor momento. Esto es verdad si la medimos la  cifra con cifra. Pero si estos resultados se cotejan con los objetivos propuestos, la evaluación nos dice que el modelo neoliberal del libre mercado prevalece, en el comercio exterior, en las transacciones internas, en la política financiera, en la política fiscal y lo peor en la concentración de la riqueza.
 
A todo lo cual debemos añadir que no es el origen de esta bonanza económica el resultado de la política económica aplicada sino de externalidades presentadas en la creciente demanda mundial de materias primas. Lo que determina que la dependencia económica es la misma y que las relaciones de intercambio materia-prima – manufactura siguen igual. La paradoja es que lo que se muestra como éxito político, tiene su base en el neoliberalismo aplicado y se sostiene gracias a él.
 
Por ultimo la conversión social buscada por intermedio de un a nueva constitución, ha resultado un fiasco digno de relievar. Bolivia, está hoy dividida antes que cohesionada, la exclusión social se sostiene en los mismos niveles de siempre, el olvido de las comunidades indígenas no ha variado y el Estado no ha llegado a ellas, la educación continúa siendo un privilegio, la atención a la salud se ha quedado en los límites dejados por el Seguro Universal Materno Infantil y los innumerables viajes del Presidente solo han dado como resultado el asambleismo político y la proliferación de canchas de futbol.
 
Carencia de agua potable, alcantarillas, fluido eléctrico, gas domiciliario, interconexión de centros de producción con centros de consumo, es la fotografía que podemos obtener de estos siete años de gobierno. El balance es negativo, a pesar de que las cifras macroeconómicas muestran signos positivos.
 
Esto nos lleva a la afirmación de que el gobierno se sostiene gracias el encubrimiento. Por una parte de cierto sector empresarial que se beneficia de la ineficiencia del gobierno que le compra con sobre – precios y le fomenta el contrabando y la evasión tributaria, tarea que facilita el sector financiero lubricando ingresos y gastos sospechosos de tener origen delincuencial, de dirigentes sindicales corruptos que hacen de su situación una forma de vida, del narcotráfico que le provee de dinero con el cual se vienen haciendo inversiones en la construcción, en las importaciones de bienes relacionados con la producción, materias primas e insumos para su elaboración, que tiene la complicidad de sectores del  gobierno, de la policía y de las mismas Fuerzas Armadas.
 
Todo parece ser una enorme fachada de bonanza que oculta la basura que se viene acumulando detrás de bastidores. Así que no debemos prestarnos al canto de alabanzas de aquellos que ¡miran cifras y nada más!

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