Mucha tinta ha corrido, corre y va a seguir corriendo en la discusión sobre la eliminación del término ‘mestizo’ en la boleta censal del próximo censo de noviembre. Existen argumentos de toda índole que apoyan y sustentan la tesis de que el mestizaje es ineludible incluirlo en las preguntas censales.
Partiendo de una realidad indiscutible de que en el mundo no existen razas puras, no obstante, a pesar de sus mezclas, permanecen los tipos raciales que tienen caracteres diferenciales que se perpetúan nomás por herencia biológica.
Siguen habiendo las razas blanca, negra, amarilla, indostánica, las diferentes razas indígenas y otras que los estudios antropológicos de antes y de ahora mantienen con sus características y rasgos principales y que las hacen diferentes y no tienen nada que ver con aspectos culturales, económicos, políticos o de otra índole. Simplemente existen y van a seguir existiendo; sus diferencias son somáticas.
Ser de una raza o de otra no es motivo de discriminación o racismo, es más, no hay una raza que sea superior a otra, que sea mejor que otra. En todas las razas, las diferencias que existen las marcan las personas. Las experiencias históricas han demostrado, lamentablemente con sangre, el fracaso de creerse una raza superior y de ser racistas en su concepto de odio y rechazo a otras razas. No en vano se ha derramado esa sangre, a pesar de que pudieran existir algunos vestigios de racismo o discriminación por cuestión de raza, ya son las excepciones que confirman la regla imperante de que todas las razas son iguales.
También es innegable que, al no existir razas puras, aparece el mestizaje como otra realidad y que tiene una mayor presencia en todos los confines de esta América India desde el rio Bravo hasta Tierra del Fuego.
En Bolivia adquiere mayor importancia porque el país se fundó sobre una población mayoritariamente indígena e inevitablemente se produjo la mezcla de razas que, en mayor proporción que en otros países, ha generado la existencia de una cantidad importante de mestizos.
En este punto aparece la pregunta de que si una gran mayoría es mestiza, ¿todos somos igualmente mestizos?
Personalmente no lo creo. Resguardando la realidad de que no hay razas puras y que todos tenemos sangre de otras razas que corre por muestras venas. Mis padres y abuelos no eran mestizos, mis hijos y nietos no son mestizos; yo no me considero mestizo, es más, en alguna oportunidad que estuve en países asiáticos y de la Oceanía, en los formularios de ingreso a esos países pedían señalara de qué raza era, y yo marcaba raza blanca. Somáticamente así me veo y así me siento, como tantos otros cientos de miles de bolivianos.
Poniéndome en una perspectiva real, me considero de raza blanca, ni superior ni inferior ni mejor ni peor ni diferente a ningún otro boliviano. Eso no desmerece quien soy y obviamente tampoco lo enaltece, pero creo que debemos discutir temas más de fondo y mucho más importantes. Poniéndolo de manera simple y directa, preocupémonos de que uso se le va a dar a la información que se obtenga en el censo de noviembre, si se van a respetar o a tergiversar los resultados para la asignación de recursos, curules y otros que atingen directamente a las regiones.
Es decir, preocupémonos de lo importante.
