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Fernando Rodriguez Mendoza

Mediocridad y corrupción


2012-07-30 - 23:27:42

Estamos asistiendo a una ordinaria tragicomedia que está desvelando lo que ya se conocía desde el siglo pasado: los actos de corrupción en instituciones privadas que, además de enriquecer a sus protagonistas, son causantes directos de los graves perjuicios que se tiene en la preparación de nuestra juventud en actividades deportivas, ocasionando la postergación de sus sueños y destruyendo en muchos casos, su futuro.

El Comité Olímpico Boliviano (COB), desde hace siete décadas, no ha tenido más de cinco presidentes, una baja rotación que no es sinónimo de buen trabajo. La explicación real es que gozar de las canonjías que produce el dinero ajeno (proveniente del Comité Olímpico Internacional, COI), permitía y permite perpetuarse en esos cargos comprando adláteres sin conciencia y sin espíritu deportivo al que están obligados a respetar.

‘Inaudito’ es el adjetivo más suave que puede utilizarse para calificar la conducta del actual presidente del COB, por dos aspectos, para no mencionar una letanía de inconductas: se dispuso el 40% del monto destinado a los atletas bolivianos que asisten a los Juegos Olímpicos en Londres vaya a pagar sueldos de dos burócratas, y que del 60% restante se paguen viáticos diarios por un valor equivalente a dos botellas de soda en Londres.

Se dirá que no es criticable que el Presidente del COB se hospede en un hotel de cinco estrellas, con las máximas comodidades y confort, porque esa estadía es pagada por el COI. Pero no hay que olvidar que el mismo COI entregó dineros al COB para sus atletas y ese monto fue abusivamente desviado por una parte y ‘amarreteado’ in extremo, por la otra, por un personaje que disfruta de los privilegios de manejar la máxima autoridad deportiva amateur del país.
Nuestros atletas deberían tener todo el apoyo y respaldo que merecen, ya que sin ellos ni siquiera existiría el Comité Olímpico Boliviano. Es un círculo vicioso de nunca acabar el que no tengamos buenos atletas, porque no existe apoyo y sustento económico que respalden su formación. El apoyo gubernamental es mínimo, por no decir nulo, y los fondos que se reciben del exterior como el caso del COI, son mal utilizados, despilfarrados y nunca llegan a quienes están destinados.

Una cosa es irrefutable: a pesar de nuestras limitaciones, todavía tenemos buenos atletas. Lo que nos sobra, lamentablemente, son malos dirigentes deportivos. Como pueden estos permitir, por ejemplo, que nuestra atleta marchista que está ahora en Londres, se tenga que comprar ropa usada y entrenar con zapatillas deportivas rotas (no es exageración, salió en los medios televisivos), y ellos, especialmente lo que ahora acompañan a los deportistas bolivianos, se preocupen seguramente de qué ropa van a usar en los cócteles oficiales. Realmente es para llorar de rabia.

Lo cierto es que mientras no se tenga un verdadero y profundo cambio en la conciencia de los dirigentes deportivos, la mediocridad en los resultados de cualquier disciplina deportiva va a continuar. Seguiremos mascullando nuestra impotencia.

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